Los lazos colectivos, claves para sobrellevar la pandemia

Una novedosa investigación de la tucumana Laura Cordero, especialista del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat, de la que es coautora junto con Eric Carter, del Macalester College, de Estados Unidos, da cuenta de los efectos favorables que tuvieron los barrios, como espacios de interacción comunitaria, al vincular las personas entre sí y posibilitar que se utilizara lo que la investigadora llama recursos de resiliencia para sortear las múltiples disrupciones que originó el coronavirus en la población.

En un comunicado de prensa del Conicet NOA Sur, Cordero, doctora en Ciencias Sociales y experta en salud comunitaria, resalta que en un primer momento se pensó que la enfermedad podía funcionar como un fenómeno igualador. Lo que no se previó fue que, a pesar del carácter global, su desarrollo sería diferente entre países, producto de las distintas condiciones estructurales del territorio.

“Nuestro estudio pone la pandemia bajo un enfoque diferente, en consonancia con recientes investigaciones que sugieren que, a quienes viven en vecindarios, unidos les fue mejor”, explica Cordero y agrega que esta condición potenció además la resiliencia como instrumento para reducir el impacto de los factores estresantes y, por ende, perjudiciales para la salud.

El trabajo pone de manifiesto la injerencia del capital social y de la resiliencia en las percepciones y en las actitudes individuales y colectivas, en el marco de la pandemia de covid-19 en Tucumán. “Nuestros resultados evidencian que la pandemia no fue una experiencia positiva para la mayoría de los tucumanos”, revela Cordero, pero destaca que, pese a ello, se advirtieron percepciones y experiencias generalizadas de resiliencia. “La mayoría expresó una amplia confianza para resolver problemas, y lidió de buena manera con estos momentos de incertidumbre”, informa.

Destaca además que las situaciones personales desfavorables no fueron obstáculos para la participación en iniciativas que permitieran ayudar a otras personas. “Con estas actitudes demostraron un afrontamiento positivo para salir adelante”, agrega.

Escenario de pobreza

Se eligió Tucumán para el estudio porque se trata del área metropolitana más grande de la región más pobre del país, con altos índices de desempleo, de malnutrición y azotada por enfermedades transmitidas por vectores. “Postulamos que este análisis sería una valiosa oportunidad para visibilizar los problemas sociales y sanitarios de ciudades intermedias, como Tucumán y su conurbano, en el contexto latinoamericano, así como su capacidad de resiliencia frente a la crisis”, explica la investigadora.

Ambos se enfocaron en explorar los fenómenos sociales sobre la base de la experiencia personal de los habitantes. A pesar de que sólo uno de cada cinco participantes informó que su situación particular mejoró durante la pandemia, la mayoría evidenció conductas de afrontamiento positivo. Por ejemplo, siete de cada 10 reveló que aprendió a convivir con la incertidumbre; el 80% señaló confianza en su creatividad para resolver problemas, y más de la mitad, una actitud positiva.

Sobre las medidas de cuidado, los especialistas percibieron un considerable acatamiento de parte de personas que reflexionaron sobre su barrio y su familia, aspecto que no se observó de la sociedad en general. Asimismo, cuando contrastaron resultados de acuerdo con el capital social del barrio, detectaron que, si bien la situación personal no cambia según se trate de barrios con baja, moderada o alta percepción de capital social, sí hubo un cambio beneficioso y significativo en las apreciaciones de aquellas personas que residieron en barrios más unidos.