Gorbachov, el líder soviético que puso fin a la Guerra Fría

Gorbachov, el líder soviético que puso fin a la Guerra Fría

En 1989 inició la apertura del régimen comunista y levantó sin violencia la “Cortina de Hierro”, pero no pudo evitar la caída caótica de la Unión Soviética. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990.

REFORMISTA. Los cambios que impulsó buscaban terminar con la opacidad del régimen y reestructurarlo para abrir la economía soviética al mercado reuters REFORMISTA. Los cambios que impulsó buscaban terminar con la opacidad del régimen y reestructurarlo para abrir la economía soviética al mercado reuters
31 Agosto 2022

MOSCÚ, Rusia- Mijail Gorbachov, el líder que puso fin a la Guerra Fría sin derramamiento de sangre pero que no pudo evitar el colapso de la Unión Soviética, murió a los 91 años. “Mijail Gorbachov ha fallecido esta noche tras una grave y larga enfermedad”, informó el Hospital Clínico Central de Rusia.

El último presidente soviético forjó acuerdos de reducción de armamentos con EEUU y asociaciones con las potencias occidentales para eliminar la Cortina de Hierro, que había dividido a Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Por su labor recibió el premio Nobel de la Paz en 1990. “Llevó la Guerra Fría a un final pacífico”, destaca la institución que otorga el galardón en el perfil dedicado a la figura de Gorbachov en su página web. “La sociedad fue liberalizada y Gorbachov buscó la distensión con Estados Unidos”, agrega la fundación Nobel, que recuerda que el último líder soviético vivió “bajo el régimen de Josef Stalin y la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial”, y que sus viajes al exterior “le hicieron gradualmente ser más crítico contra las ineficiencias del sistema soviético”.

Cuando las protestas a favor de la democracia se propagaron por las naciones del bloque soviético de la Europa del Este comunista en 1989, se abstuvo de utilizar la fuerza, como habían hecho sus predecesores en el Kremlin, que enviaron tanques para aplastar levantamientos como los que ocurrieron en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968, en hechos históricos que se conocieron como “La Primavera de Praga”. Las protestas que marcaron el fin del siglo XX avivaron las aspiraciones de autonomía en las 15 repúblicas que integraban en ese entonces la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que se desintegró en los dos años siguientes, de forma caótica.

Gorbachov luchó en vano por evitar ese colapso. Al convertirse en secretario general del Partido Comunista Soviético en 1985, con 54 años, se propuso revitalizar el sistema introduciendo de manera paulatina libertades políticas y económicas limitadas. Pero sus reformas se salieron de control y terminaron en la caída del régimen comunista, con sistema de partido único y economía controlada férreamente por el Estado que encabezaba Rusia.

Sus políticas de “glasnost” -transparencia, en ruso- y “perestroika” -que significa reestructuración- dirigidas a acabar con la opacidad del régimen soviético y abrir la economía al mercado, respectivamente, permitieron críticas antes impensables al partido y al Estado, pero también envalentonaron a los nacionalistas que empezaron a presionar por la independencia en las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia y en otras, como Ucrania, país al que Rusia invadió el 24 de febrero de este año.

Una de las grandes obras de Gorbachov fue impulsar varios tratados con la Casa Blanca para el control de las armas nucleares. Lo logró no solo con la Administración de George Bush padre, sino también con la de Ronald Reagan, mandatario que pocos años antes había relanzado la carrera armamentística con su Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como “La guerra de las galaxias”.

Aquellos progresos para evitar la destrucción nuclear fueron revertidos en los últimos años, con la política de ruptura del presidente ruso, Vladimir Putin, y la Casa Blanca de Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. En 2021, según publica el diario español “El País”, Gorbachov seguía defendiendo la política de desarme nuclear. Él mismo alabó que el actual presidente estadounidense abogase por extender el tratado New Start entre Moscú y Washington cuando estaba a punto de expirar.

Muchos rusos nunca perdonaron a Gorbachov por las turbulencias que desataron sus reformas, y consideraron que la subsiguiente caída de su nivel de vida era un precio demasiado alto a pagar por la democracia. Entre las consecuencias de la salida caótica del sistema socialista, se cuenta la creación de una capa de personajes que se enriquecieron enormemente haciendo negocios con el Estado, a los que hoy los rusos llaman “oligarcas” y fueron el sostén de Putin.

Tras visitar a Gorbachov en el hospital el 30 de junio, el economista liberal Ruslan Grinberg declaró al diario Zvezda: “Nos dio toda la libertad, pero no sabemos qué hacer con ella”.

“Has vivido una vida larga y plena, y te has ganado por derecho un gran prestigio y reconocimiento. Es gratificante que hoy tu polifacético trabajo contribuya a la realización de proyectos sociales, educativos y caritativos muy necesarios, así como al desarrollo de la cooperación humanitaria internacional”, le dijo Putin cuando Gorbachov cumplió 91 años, el 2 de marzo de 2022.

Gorbachov será enterrado en el cementerio moscovita de Novodevichy junto a su esposa Raisa, fallecida en 1999. (Reuters)

Punto de vista

Uno de los líderes que más ha contribuido a la paz del mundo

Por Carlos Duguech - analista político

Con la muerte de Mijail Gorbachov nos quedamos sin uno de los líderes mundiales que más ha contribuido a la paz del mundo y, sobre todo, a la democratización de los sistemas de gobierno.

Fue coherente a lo largo de su trayectoria y artífice -con duro trabajo- para lograr con Ronald Reagan un acuerdo sobre los misiles nucleares europeos en 1987. Ese mismo que anuló Trump luego de 32 años de vigencia. Ante lo que hoy se nos presenta con la guerra lanzada por Rusia  creo válido traer aquí una frase de Gorbachov de su libro “Perestroika”.

Hablaba de la URSS y refería su pertenencia a “la casa común europea”. Y en ese entonces lo justificaba diciendo -para extrañeza de muchos en los años 70- que lo que unía a “La Rusia” con Europa eran los 1.000 años de cristianismo que se cumplían en  los tiempos de su liderazgo soviético.

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