“Este equipo, cuando se anima, hace cosas importantes”. La frase pertenece a Carlos Lampe y fue pronunciada una hora después de concretada la victoria de Boca sobre Atlético por 2-1.
El arquero boliviano es tan seguro en el arco como certero en sus declaraciones. Y entrelíneas, apuntó a lo que se vio en La Bombonera: las dos posibles caras del líder de la Liga.
Cuando el “Decano” apostó por su juego, sin locuras pero con decisión, minimizó a su rival y se puso a tiro de escaparse en la cima. Cuando se replegó en demasía y resignó campo y balón de forma absoluta, comenzó a pasarla mal y terminó con las manos vacías.
“La derrota duele porque estuvimos a la altura. Nos caímos un poquito en el segundo tiempo; nos costó tener la pelota, asociarnos más, y lo pagamos caro”, se lamentó.
Casi en un abrir y cerrar de ojos, en espacio de 10 minutos, el doblete del juvenil Luca Langoni resucitó a Boca: de estar provisionalmente a 12 puntos de Atlético, quedó a apenas seis.
Otros equipos, incluidos el irresoluto Gimnasia y el irregular River, sonrieron complacidos ante los puntos dejados por el equipo de Lucas Pusineri.
De cara al futuro, y más allá de la “ficción de horror” protagonizada por el árbitro y el VAR en el anochecer del partido, la caída podría dejar algunas enseñanzas a Pusineri y su equipo.
Porque Atlético salió a jugar con personalidad de puntero y sin ningún tipo de complejos en una Bombonera que bramaba por un triunfo de los suyos.
En el primer tiempo, la visita neutralizó a Sebastián Villa –siempre marcado al menos por dos hombres escalonados- y Boca rápidamente se fue quedando sin ideas y sin recursos.
En realidad, el anfitrión estaba para el cachetazo tras el gol de Augusto Lotti. Y los hinchas lo despidieron en el entretiempo con uno de esos cánticos que denotan el agotamiento de la paciencia.
Desde lo actitudinal, Boca reaccionó en el complemento. Y Atlético “le colaboró” al acentuar su propio repliegue.
Lotti de alguna manera avaló la postura más conservadora: “En muchos partidos nos tocó darle la iniciativa al rival y nosotros aguantamos para salir de contra, pero obviamente el rival juega y también es mérito de ellos”.
“Nosotros hicimos un gran desgaste y es normal que por momentos nos repleguemos un poco”, agregó el delantero. Es cierto, tanto como que desde el banco no hubo reacción. No se movieron piezas prontamente para minimizar el impacto de tal desgaste.
Hubo una jugada clave, según el relato de Pusineri. Ya con doble “9 xeneize” en cancha, sendos cabezazos de Luis Vázquez y del recién ingresado Darío Benedetto que terminó con la pelota en el travesaño, prendieron todas las alarmas en el cuerpo técnico “decano”.
Poco después, Pusineri metió a Nicolás Thaller, para “no quedar mano a mano y restablecer la superioridad numérica en el área”. Pero en realidad, Bruno Bianchi y Manuel Capasso, hasta entonces casi una muralla, empezaron a jugar más incómodos con un tercer central “clavado” entre ellos. Y para colmo, al salir Lotti, la visita perdió a su única referencia de área. Hasta estampado el empate, menos todavía el equipo intentó salir del asedio.
-¿No debiste apostar por (Cristian) Menéndez e Ignacio Maestro Puch antes?, consultó a Pusineri LG Deportiva.
-“Ahora con el resultado puesto…”, respondió el técnico antes de puntualizar: “Nos faltó muy poco para poder llevarnos algo de este estadio”.
El ingreso de los dos delanteros demostró que Boca seguía siendo frágil atrás, que Atlético podría haberlo herido mucho más. Pero llegaron el segundo de Langoni, las atajadas de Agustín Rossi, la falta de puntería propia y el polémico fallo de Fernando Espinoza… y Atlético no pudo cumplir su objetivo.
“¿Si golpea en lo anímico este resultado? Nada. Es un partido más”, sentenció “Pusi” pensando en levantar a su tropa. “Los chicos tienen hambre de gloria, hay que prepararse para seguir adelante, esto continúa, tenemos que estar enteros”, agregó.
Quizá la enseñanza de La Bombonera pase por allí: para conquistar la gloria, en algunos momentos puede que convenga arriesgar más (y mejor).