El título de la nota se encaminaba hacia uno poco original pero muy realista: “Bombonerazo”. Tras un gran primer tiempo, el líder Atlético parecía lanzado a conquistar una victoria histórica sobre Boca, por el contexto y por sus posibles implicancias.
Pero no hubo epopeya en la cancha ni titular efectista. En el complemento, una serie de factores se “confabularon” para que el “Xeneize” torciera el destino y diera vuelta el resultado.
El 2-1 se explica por el conservadurismo del “Decano” en el complemento, por el ingreso del juvenil Luca Langoni como revulsivo en el anfitrión, y posiblemente por la polémica decisión del árbitro Fernando Espinoza (y del VAR), que dejaron sin sanción un claro penal a favor de la visita en la agonía del partido.
“No puedo solucionar nada, las quejas no suman, el análisis lo tienen que hacer ustedes más que yo”, declaró Lucas Pusineri acerca de la polémica jugada en la que Carlos Zambrano impactó con su codo el rostro de Ignacio Maestro Puch, cuando este ya había rematado, pero la pelota aún estaba en juego.
“Eso es foul y roja, pero bueno sabemos que tenemos que jugar contra estas cosas”, dijo Bruno Bianchi.
Espinoza hizo su descargo ante la prensa. “Es un brazo apoyado, nada más. Lo hablamos con el VAR y no lo interpretamos así (como penal)”.
Además, ya había corrido agua bajo el puente entre Atlético y Espinoza (el “Decano” se sintió perjudicado otras dos veces en el pasado).
En fin, Espinoza, esta vez en “sociedad” con el VAR, pudo haber incidido en que Atlético se fuera de La Bombonera con la frente marchita (es verdad, después quedaba todavía la tarea nada sencilla de vulnerar a Agustín Rossi desde los 12 pasos), pero Pusineri y su equipo también tuvieron responsabilidad en el resultado final.
¿Por qué? Porque después de una primera etapa en la que fue superior sin necesidad de la posesión e hirió varias veces a su rival (además del gol de Augusto Lotti, Ramiro Ruiz Rodríguez tuvo dos chances netas para ampliar), en el complemento la visita renunció demasiado pronto a atacar, se retrasó tanto que terminó haciendo crecer a un Boca hasta entonces desorientado, azuzado por sus propios hinchas al término del primer tiempo.
Atlético ratificaba su chapa de candidato: no solo por el “qué” (la victoria parcial), sino principalmente por el “cómo” (jugaba como un auténtico líder).
Estaba todo dado para que el “Decano” viviera una jornada de gloria. Pero lentamente todo se fue derrumbando, a partir de un factor clave: el cuestionado Hugo Ibarra impensadamente le ganó la “pulseada” a Pusineri.
¿La secuencia? El entrenador “xeneize” mandó a la cancha a Darío Benedetto y apostó a un doble “9”. Su colega “decano” metió a Nicolás Thaller (y sacó a Lotti) para “no quedar mano a mano”. Ibarra hizo ingresar al pibe Langoni, héroe de la noche con su doblete.
Recién luego del empate entraron Maestro Puch y Cristian Menéndez (y en un rato demostraron que a Boca habría que haberlo seguido atacando). Con el diario del lunes, resultó demasiado tarde.
“Estamos enteros a pesar de la derrota”, sentenció Pusineri. Y eso es lo que cuenta.