Ucrania: “asesinados”, secretario general de la ONU dixit

Ucrania: “asesinados”, secretario general de la ONU dixit

Por Carlos Duguech, columnista invitado.

29 Agosto 2022

Nunca antes de ahora este columnista había leído o escuchado que con referencia a un conflicto armado de cualquier naturaleza, a las víctimas de la guerra se refirieran de otra manera que víctimas, a secas. O víctimas fatales o muertos por la metralla como efecto colateral. Nadie osó decir, según conozco, que las personas (mayores y niños) fueros asesinados. Cada vez que se hace en medio de una guerra referencia a los efectos de cualquier metralla contra una población a supuestos objetivos estratégicos o militares -habiendo víctimas fatales entre los civiles- se habla, con perversa justificación de los “efectos colaterales”. Como si no fuera, la brutal realidad de una matanza de civiles desarmados. Bien dicho lo de asesinados por António Guterres, secretario general de la ONU. Y vale agregar, como para completar la definición del crimen cometido, “con alevosía”. Esta es la figura en el lenguaje penal que implica que las víctimas no estaban en condición alguna de defenderse, como todos los combatientes de una zona de guerra.

Ataques a tiros en EEUU

Cada tanto suelen suceder en los Estados Unidos matanzas sin motivos aparentes a manos de personas que, esgrimiendo armas automáticas, disparan contra grupos en escuelas u otros lugares concurridos generando decenas de víctimas mortales y heridos. Y por lo general el autor es abatido cuando llegan a tiempo las fuerzas policiales. O se suicida. Sobreviene cada vez que suceden estos crímenes sin motivo alguno a la vista, la repulsa generalizada y temerosa, por otra parte, de la ciudadanía. Y la repulsa de los que a partir de ello renuevan las fundadas críticas a la indiscriminada tenencia y utilización de armas de fuego a la luz de la tan mentada “segunda enmienda constitucional”. Es esa que permite a los ciudadanos estadounidenses, casi libremente, poseer armas de fuego. Si bien todo se funda en la Carta de Derechos Estadounidenses (Bill of rights) nada se logró en cuanto a la derogación de una norma que data del año 1791. Vigente desde hace 231 años ¡nada menos!

Más del 65% de la ciudadanía de EEUU apuesta, sin embargo, por la vigencia de esa norma “armamentista”. Tal vez, concluyo, sin demasiado análisis de lo constitucional de EEUU, ello se deba a los reflejos que de una u otra manera el accionar del poderoso país en el concierto mundial tiene acostumbrados (y convencidos) a sus ciudadanos. Salvo “el caso Vietnam” (y su clima del “macartismo”) que tanto cuestionamiento le ha generado por esa guerra sin gloria y sin sentido al poder en Washington. Si en algún momento los policías logran llegar mientras se está produciendo el tiroteo y algunos de ellos se esforzaran por apresar al asesino, seguramente sería juzgado. Y a partir de allí, según el estado en el que se produjeron los hechos, podría ser condenado a muerte. El sistema federal en los EEUU llega a ese extremo de diferenciación entre cada uno de los cincuenta estados. Alguna vez escribimos sobre esto enfatizando que era un federalismo a ultranza. Muy distinto al de nuestro país donde casi es una ficción, a veces, en todos los órdenes de la relación poder central y provincias.

Expuesto el tema de los ataques a tiros en los EEUU y tomando en su significado -en plenitud- las expresiones que se le atribuyeron al Secretario General de la ONU, António Guterres, sobre las víctimas ucranianas asesinadas (adultos y niños), nada debería impedir que se adoptaran todas las medidas, aún las más arriesgadas e inusuales, para neutralizar al asesino Vladimir Putin. Ese mandatario (de renovados mandatos, casi sin término) que ordena disparar todo tipo de metralla contra pobladores de Ucrania. Y muy a sabiendas de que asesinará, con alevosía, a las personas de los pueblos y ciudades de país vecino al suyo. Y que en su ataque mortífero matará y herirá también a niños ucranianos. Y destruirá sus viviendas, sus escuelas y casi la mayor parte de la infraestructura ucraniana.

Tengo presente lo que expresó el ex Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país (2002/2003) Carlos Ruckauf en una mesa de prensa de una televisora argentina cuando el periodista le preguntó ¿Qué hacemos con Putin? (era el día del comienzo de la invasión guerrera, el 24 de febrero último). Y muy suelto de cuerpo y de lengua, “¿Cómo se frena a Putin? Matándolo”. Así, como si estuviera bebiendo en un bar, el ex diplomático (¡nada menos!) lo dijo sin hesitarse. Y lo repitió: “matarlo”.

Claro, el esquema de comparación que se propone con las matanzas de tiradores en los EEUU (John F. Kennedy, en 1963) lleva a imaginar seriamente que lo que resulta necesario es apresar al tirador. Apresarlo y mantenerlo custodiado y vivo para detener los asesinatos y poder habilitar su juzgamiento*. Sólo impidiéndole a Putin ejercer como mariscal de esta guerra pueden tener fin los asesinatos en Ucrania. No hay otro modo. Salvo que le pregunten al Mossad. ¡Ellos saben cómo!

Víctimas, según la ONU

La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas se ocupó de registrar las víctimas de la guerra en Ucrania. Así dio cuenta de 5614 muertos (asesinatos) y 7946 heridos (intento de homicidio) entre las víctimas civiles no combatientes. Entre las víctimas fatales se cuentan casi mil niños ucranianos, equivalente a la totalidad de los alumnos de cinco escuelas primarias de Tucumán, lo que muestra el rostro más doloroso e indignante de la guerra “a todo o nada” de Rusia en contra del pueblo ucraniano, indudablemente sangrienta, cruel.

Manos atadas

Hemos leído la Carta de las Naciones Unidas como un catecismo cívico de la Humanidad organizada. Como pretendía y enseñaba Alberdi en su libro “El crimen de la guerra”. En el que no pocas veces hablaba de pueblo-mundo. La organización de sistema de la ONU se justificaba en su estructura originaria. Porque todavía los humos de la Segunda Guerra Mundial ensuciaban la atmósfera. Y porque los espíritus de los sobrevivientes -dirigentes y ciudadanos de los distintos países- se sentían demasiado afectados por semejante tragedia de la Humanidad. Una tragedia en la que asombra la crueldad programada de aquello que se denominó como Holocausto. Los países vencidos en la sección guerrera del siglo XX hoy son potencia: Alemania, Japón, por citar sólo los emblemáticos países que resurgieron de sus escombros, de sus cenizas y de sus víctimas por millones. ¡Tantos, éstos, como la suma de las poblaciones de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia! En seis años de guerra (1939/1945).

“A fin de asegurar acción rápida y eficaz por parte de las Naciones Unidas, sus Miembros confieren al Consejo de Seguridad (CS) la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales…”. Nada más apropiado para calificar los rigurosos términos de la Carta y en relación con los hechos y el comportamiento de los estados integrantes del Consejo de Seguridad (CS). Pero como resulta que Rusia es “uno de los cinco” que tienen escritura de titular de dominio sobre su asiento en el CS posee un diploma “suma cum laude” para ejercer el veto (el ¡NO!) a cualquier resolución por nacer del CS. Para abortarla sin miramiento si no le conviniera. ¿Cómo entonces Rusia podría permitir una resolución de condena del CS sobre su invasión guerrera? Ni EEUU, ni Francia, ni China, ni Gran Bretaña tienen las manos atadas para cualquier cosa, así sea iniciar invasiones guerreras (Irak, Afganistan, Libia, etc., etc.). “Los unos y los otros” calzan los mismos guantes manchados de sangre, a su turno.

En la Asamblea General de la ONU (AG) el “lugar” donde Burundi (el país más pobre del mundo) y los EEUU y todos los demás miembros de esta organizáis mundial por excelencia tienen un solo voto. Entonces en la AG impera la democracia. Como el Consejo de Seguridad no pudo pronunciarse en contra de la guerra lanzada por Rusia (por el “voto-veto” de Rusia) lo trató la Asamblea General en una reunión extraordinaria de urgencia en marzo último. Votaron a favor de condenar severamente a Rusia por la invasión guerrera en Ucrania 141 países (entre ellos, Argentina,finalmente). Hubo 35 abstenciones. Una de ellas China) y cinco votos en contra (Rusia, ¡claro!, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea). Sirve saber quiénes son unos y otros.

Cada vez resulta más necesario que la ONU de 193 miembros plenos modifique su Carta, para que la naturaleza de lo democrático prevalezca y no el privilegio de unos cuantos que llevan ya ¡77 años! como “amos del mundo”.

(*) El informe “Warren” (toma el nombre del senador que dirigió la investigación) es un libro de casi 900 páginas. Conclusión: “No hubo conspiración en el asesinato del presidente Kennedy”. Caso cerrado. No obstante, persisten las lógicas y fundadas dudas. El asesinato del primer imputado Lee H. Oswald por Jack Ruby estando con policías y frente a la prensa que filmó todo son la fuente de todas las dudas.

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