Otra vez falló cuando no debía. Una vez más no estuvo a la altura de lo que su historia necesita. River se acostumbró a dejar puntos en el camino, a ser un equipo endeble, irregular, poco confiable y que cada vez ve más lejos la chance de pelear el torneo hasta las últimas consecuencias.
La enorme jugada que derivó en el golazo de Pablo Solari fue sólo un espejismo. Ese doble quite de Enzo Pérez, la conducción y la enorme asistencia de Nicolás de la Cruz y la perfecta definición del ex Colo Colo son más atributos del River de hace algunos años; tiempos en los que metía miedo y peleaba torneos, que del actual. Ya no es lo que era y ahora cualquiera se atreve a mojarle la oreja.
Anoche, en Victoria, los dirigidos por Marcelo Gallardo sumaron su quinto empate en 16 fechas (además perdieron cuatro partidos); demasiado poco para un equipo que pretende ser protagonista.
Los resultados de la jornada de sábado le habían dado la chance al “Millonario”, en caso de ganar, meterse en el top 3 del campeonato. Pero no hubo caso.
Tigre llegó al empate gracias a un penal a instancias del VAR; pero nadie puede decir que a River lo perjudicaron. Se cavó la fosa solo, se entregó atado de pies y manos.
Después del 1-0 perdió el poco brillo que tenía, se fue quedando, y un “Matador” con pocas luces logró empardarle el juego.
Tampoco tuvo rebeldía para recuperarse tras el empate. Está clarísimo que River ya no es el equipo que, hasta hace no mucho tiempo, supo ser.