Feliz con el presente que atraviesa, con su nuevo disco “De hoy en adelante”, su gira por el extranjero y por el país, Luciano Pereyra hará soñar y bailar a sus fans esta noche en el festival Atahualpa, del club Central Córdoba (avenida Alem y Bolívar), que se iniciará a las 20 con una nutrida propuesta de artistas. Esta fiesta de la música popular está consagrada como una de las más importantes del país y es referente del NOA por su cartelera (ver “Una grilla convocante”) y por su trayectoria, ya que en esta edición está cumpliendo 25 años.
En diálogo con LA GACETA, Pereyra afirmó que esta provincia ya es como su segunda casa. “Vamos mucho, siempre hay mucho cariño ahí y me encanta tener la posibilidad de volver -dijo-. Tucumán es sinónimo de un pueblo con fiestas hermosas tan nuestras, tan tradicionales, donde se sigue defendiendo y difundiendo nuestra música. Eso para mí, ser parte de estos calendarios festivos, es un privilegio”.
- ¿La gente está más eufórica que nunca en los festivales, después de la pandemia?
- ¡Estamos todos igual! También somos gente (risas). Después de esta pausa tan dura que nos tocó vivir, volver a recuperar esa normalidad que tanto extrañamos es volver a hacer lo que veníamos haciendo durante mucho tiempo, pero ahora tiene como un olorcito a nuevo. Se valora mucho más.
- ¿Entre los públicos de los diferentes países, el de Argentina es el más “ruidoso”?
- Sí. Siempre somos muy demostrativos y muy efusivos. Lo dicen también otros artistas que tienen la posibilidad de visitar nuestra tierra. Somos un país que ama mucho la música. Pero también haber tenido la posibilidad de estar en otros escenarios me ha tocado siempre un encuentro con el público maravilloso, donde uno es el intérprete, pero la que se encarga de juntarnos para emocionarnos y celebrar es la música. Uno es un instrumento en medio de esa comunicación. Poder compartirlo con tanta gente y en diferentes lugares, para mí es un privilegio.
- Este año vas a completar 20 funciones en el Luna Park. Todo un récord. Tu primera vez en ese escenario fue con Mercedes Sosa.
- Sí. Ver un lugar tan grande y que Mercedes me invite a cantar ahí, a su escenario, jamás me voy a olvidar. Más allá del evento, no voy a olvidar jamás la generosidad de una gran artista como Mercedes para conmigo, cuando recién me iniciaba. Y ella siempre tan pendiente, demostrando tanto cariño y dándome ese lugar. Le voy a agradecer siempre a Dios y a la música haber coincidido con grandes como ella y como mi querido padrino artístico Horacio Guarany, con quien no solamente hemos compartido mucho de música sino también de la vida, la amistad con mi familia, como vecinos de Luján. Recuerdo de dos personas entrañables que siempre admiré y quise mucho.
- Al haber iniciado tu carrera en la adolescencia ¿te costó manejar la fama?
- No es fácil, porque no hay ningún libro que enseñe cómo manejarla. Uno va aprendiendo según lo realizado. Pero desde muy temprana edad comprendí que esto, más allá de la popularidad o la fama, para mí siempre fue también un trabajo. Poder trabajar de lo que a mí me gusta es un privilegio. Siempre agradecí a mis padres que me enseñaron y me dieron el legado de trabajar. No creo en la suerte. Creo en el trabajo, en el esfuerzo, en el mérito, en el sacrificio. Yo vi a mis padres levantar su casa poniendo ladrillo por ladrillo, literalmente. Más allá de su jubilación, mi papá sigue pintando casas y haciendo su trabajo con la música también. Sigue cantando por ahí, y para mí es un ejemplo. No solamente de vida, de lucha, sino de entusiasmo.
- ¿Cómo cambió tu repertorio a lo largo de los años?
- Mucho, gracias a Dios. Para mí los cambios son sinónimo de crecimiento. El hecho de no encasillarme en un solo género me da la posibilidad de trabajar con otros artistas, con otros productores, de seguir aprendiendo. La música no solamente me sigue formando como artista sino como persona. Encontrarme en cada viaje con otros artistas es maravilloso. Y poder fusionar parte de mi raíz folclórica con otros géneros, otros ritmos, otra cultura musical, me permite crecer.
- Entre los temas de tu nuevo disco hay una cumbia, que está teniendo gran éxito.
- Sí. Una cumbia con los “Rolling Stones de la cumbia” para mí, que son Los Ángeles Azules. Un grupo mexicano que son sinónimo de alma, pueblo y música. Porque cuando un artista con su música tiene la posibilidad de tocar el alma de un pueblo, es digno de admirar. Hacer una canción con ellos fue una experiencia fantástica.
- ¿Planeás continuar grabando en colaboración con otros artistas?
- Sí. Claro. Si no, sería quedarme en un solo lugar y soy bastante inquieto. Hoy las herramientas que hay me dan la posibilidad de tener mucha más información. Yo siempre doy el ejemplo de que a mí me gusta la música de Charly García y de Fito Páez en la voz de Mercedes Sosa. Y no por eso ha dejado de ser Mercedes sinónimo de folclore. Si a un pintor le das un solo color para hacer un cuadro, lo estarías limitando. Lo mismo me pasa a mí. Si me quedara en un solo género sería limitarme y dejar de crecer. La música tiene tantos colores, tanto por descubrir y aprender, en mi caso, y si tengo que la oportunidad de aprender con esos otros músicos, bienvenido sea.