1850. Al verano le cuesta despedir a ese 17 de agosto en Boulogne-sur-Mer. Los 72 años amanecieron bien ese sábado, pero tras el almuerzo el frío les surca las piernas. Los crónicos dolores estomacales los emboscan. El cansancio lo empuja al lecho. Tal vez el canto de los quetupíes viaja inesperadamente desde la Ramada de Abajo para acariciarlo. “Esta es la fatiga de la muerte”, le dice a Mercedes, mientras sus pupilas se van poblando de eternidad entre los brazos de su hija.
Un enero de 36 años atrás, los tucumanos le dan la bienvenida a José de San Martín. “Viene a hacerse cargo del Ejército del Norte tras la derrota de Belgrano y él reordena lo que es la parte de la estrategia militar. Cuando ve el estado de las tropas y de la situación, acá en el norte, es un poco donde termina de concretar su plan de cruzar los Andes. Por el norte, no se podía llegar a vencer a los realistas del Perú, entonces de alguna manera, su paso por Tucumán es muy importante porque daba un giro la guerra de la independencia y deja acá en el norte, una guardia, una contención que la va a tomar Güemes en la frontera norte, no avanzando más, si no, conteniendo los avances realistas”, explica la doctora en Historia, María Paula Parolo.
Un punto de inflexión
La investigadora del Conicet apunta que el militar va a “gestionar que se acelere la declaración de la Independencia para ir con un respaldo, podríamos decir jurídico legal y concretar por las armas lo que se declaró acá el 9 de julio del 16. Así que es un punto de inflexión en todo lo que es el período de estas guerras de la independencia”.
Entre enero y mayo de 1814, el vencedor de la Batalla de San Lorenzo despliega una intensa actividad en la reorganización del Ejército. Construye la Ciudadela (en la actual plaza Belgrano), donde concentra el Ejército, con la idea también de evitar las deserciones.
Aquejado por vómitos de sangre con dolores de estómago, producto de una úlcera duodenal y por el asma, pasa unas semanas -desde el 28 de abril hasta el 24 de mayo- en La Ramada de Abajo (Burruyacu), en la hacienda de Pedro Bernabé Gramajo, cuya extensión era de unas 1.300 hectáreas, y había pertenecido antes a Escolástica Aráoz, hermana del cura Pedro Miguel Aráoz, futuro congresista de la Independencia.
Frontera impenetrable
“No me animaría a decir que su paso por Tucumán es donde él se inspira con el plan Continental. Era algo que ya lo venía pergeñando seguramente desde antes, pero al ver la situación de acá y una frontera norte casi impenetrable para derrotar a los realistas, de alguna manera lo decide a concretar este plan, que empieza a gestionar por un lado con el Triunvirato para que convoque al Congreso para declarar la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica o sea lo que sería todo el Virreinato del Río de La Plata y después continuar con la liberación del resto de Sudamérica. Y para eso también comienza a sus tratativas no solo de armar en Mendoza el Ejército de los Andes, sino también tratativas con corsarios que van a ir en los barcos hasta Perú para desembarcar y sorprender a los españoles allí en Lima”, dice Parolo.
La autora del libro “Ni súplicas. Ni ruegos. Las estrategias de subsistencia de los sectores populares en Tucumán en la primera mitad del siglo XIX” comenta que cuando estalla la Revolución y comienzan las guerras de la independencia, se presentan tres frentes: con la Banda Oriental, con el Paraguay y en el norte. Los dos primeros frentes, la Banda Oriental y el Paraguay rápidamente se pierden.
Lugar de puja
“Entonces el único frente que nos queda es el norte y era ahí el lugar de puja contra el virreinato del Perú que era fortísimo, porque España manda un montón de gente, armas y todo para el virreinato en Perú para defender y frenar justamente las revoluciones que venían del Río de la Plata y la Bolivariana, desde Venezuela. Entonces el norte era importantísimo y Tucumán fue importantísimo, tanto como Salta y Jujuy fundamentalmente porque sostienen al ejército en 1811 hasta 1819. Porque después de la independencia siguen esas tropas acá, apoyando a San Martín, haciendo como un tapón en el norte. Nosotros tuvimos guerra mucho más tiempo que lo que fue todo el Litoral e inclusive en la región cuyana, por eso Tucumán fue importantísimo en el sostenimiento del Ejército, así como lo fue Salta con Güemes, frenando el avance realista o sea, mantener ocupado a los realistas en este frente, mientras San Martín iba por la espalda, desembarcando por el Pacífico, que no se lo esperaban. Fue como una pinza. Entonces Tucumán fue fundamental en el sostenimiento del ejército, como lo fue antes, en 1812, en la Batalla de Tucumán”, sostiene Parolo.