Una isla artificial con forma de collar de perlas
En sus casi cuatro millones de metros cuadrados ganados al mar, La Perla ofrece desde un distrito veneciano hasta una línea de ínsulas privadas y un puerto despampanante. Símbolo del poderío del emirato, este archipiélago se postula como una de las atracciones cataríes que disputarán la atención al espectáculo mundialista
Así como Dubai tiene La Palma, Qatar tiene La Perla. No es caprichosa la comparación. Se trata de dos islas artificiales que reflejan las ambiciones de las potencias petroleras y gasíferas de Oriente Medio. Luego de una inversión cercana a 15.000 millones de dólares, el megaemprendimiento inmobiliario catarí está listo para aprovechar las oleadas de turistas que asistirán al Mundial. Exclusiva y excéntrica, esta miniurbe implantada a 350 metros de la costa de Doha se posiciona como un punto de interés casi tan convocante como el fútbol. Y los desarrolladores del proyecto que empezó en 2004 apuestan a que la Copa lo consagre definitivamente como uno de los símbolos de la era de mayor prosperidad económica de la península arábiga. Con suerte, La Perla (conocida como The Pearl Island) incluso destrone a La Palma.
La vista aérea del archipiélago de casi cuatro millones de metros cuadrados remite a la forma de un collar con sus cuentas y eslabones. El agua se cuela por los intersticios de esta cadena de circunferencias de 32 kilómetros de extensión, que en un día despejado se divisa con nitidez desde los aviones que llegan y salen del Aeropuerto Internacional Hamad. El conjunto consta de 10 sectores diseñados con motivos diferentes, que conjugan los aires europeos y mediterráneos con la cultura beduina. Este eclecticismo deparó a La Perla un sobrenombre suntuoso: Riviera Arábiga.
Una de las zonas más populares de la isla es Qanat Quartier, un distrito que replica los canales y la arquitectura de Venecia según los parámetros del “chic árabe”. Literalmente aquí es posible pasear en botes pequeños entre edificios de color pastel y techos con tejas, y lanzar suspiros en un puente evocativo del romanticismo italiano para, acto seguido, disfrutar de un día de playa con vista al Golfo Pérsico.
La Perla homenajea a la que fue la principal actividad lucrativa de Qatar hasta el hallazgo de las reservas fenomenales de hidrocarburos, a mediados del siglo pasado. Si bien los pozos reemplazaron a las embarcaciones de buscadores de perlas -que ya enfrentaban una competencia feroz debido al crecimiento de la influencia de Japón en el océano Pacífico-, las joyas atesoradas en conchas siguieron siendo un objeto de culto. Y la prueba de ello no es sólo el empeño en dedicarle una isla artificial, sino que la sección reservada para los magnates se llama Dana, como la variedad perlera más exótica y preciada.
Isola Dana está ubicada al final: es como un tallo con nueve hojas a un tris de desprenderse y lanzarse a navegar. Cada “lámina” funciona como una isla independiente de 18.000 metros cuadrados con su playa, y su puerto para yates y cruceros. Según United Development Company (UDC), la empresa de capitales soberanos que desarrolló La Perla, Isola Dana representa el epítome del lujo (o el máximo confort que el dinero puede comprar). “Casas palaciegas adornan estas islas exquisitas como las que no se pueden ver en ninguna parte de Oriente Medio y rara vez en el resto del mundo”, refiere el sitio web oficial.
Estrella Michelin
El 22 de junio, UDC anunció que casi 90 millones de vehículos de residentes, turistas y trabajadores habían ingresado a The Pearl Island desde 2016, cuando comenzó este conteo, y que proyectaba 19 millones de entradas sólo para 2022 -Qatar tiene 2,7 millones de habitantes en una superficie total que corresponde a la mitad de la de la provincia de Tucumán-. La desarrolladora anticipó un pico de visitas durante el Mundial de Fútbol de la FIFA, y aseguró que estas expectativas habían impactado en un incremento de aperturas de tiendas y de restaurantes así como en la mayor demanda de alquileres y compraventas de inmuebles.
“Los proyectos residenciales lanzados en los últimos seis años en The Pearl Island han permitido llegar al nivel de ocupación más alto de todos los tiempos con un total de 52.000 habitantes. El 93% de las unidades están ocupadas, lo que refleja la posición de liderazgo y la popularidad de este destino”, añade el comunicado. Se trata del primer proyecto inmobiliario de Qatar habilitado para la venta a inversores extranjeros: la adquisición de una unidad da derecho a tramitar el permiso de residencia en el país en el plazo de un día.
Aunque no deja de ser una isla adosada a la Bahía Occidental (West Bay) de Doha, La Perla está pensada como una ciudad en sí misma. Además de casas, departamentos y oficinas, dispone de servicios que tornan innecesario salir de este entorno de fantasía: colegio internacional para 2.500 estudiantes, hospital, hoteles, centro de conferencias, salones de fiesta, plazas, jardines, centros comerciales, boutiques, numerosos restaurantes y, por supuesto, balnearios. Siempre hay algo nuevo para hacer en el archipiélago. Por ejemplo, UDC comunicó en septiembre la apertura de Shivan Métisse Doha en el área de Porto Arabia: se trata de una casa de comidas inspirada en las culturas gastronómicas de la antigua Ruta de la Seda y curada por Akrame Benallal, un chef francés con estrella Michelin.
Café en el frigorífico
En la temporada de invierno, que es cuando los calores paroxísticos dan una tregua a la región -y, por eso mismo, cuando se jugará el Mundial de Fútbol-, los dohanos se congregan en las calles de Medina Centrale, y este reducto de La Perla se convierte en un polo de entretenimiento y vida nocturna. Medina Centrale posee reminiscencias del Mar Mediterráneo: el espacio se peatonaliza por completo los fines de semana para albergar celebraciones y actividades al aire libre con una orientación familiar. Cines, un complejo de juegos electrónicos para niños y ramblas con cafés atraen a públicos interesados en diferentes programas de ocio.
Si Medina Centrale funciona como una especie de plaza pública, Porto Arabia recrea el clima cosmopolita de los barcos. Se trata de un área dedicada a la exhibición de bienes que hacen juego con las pretensiones fastuosas de La Perla: desde autos de alta gama hasta los últimos modelos de las firmas internacionales de indumentaria. Todo esto sucede en un ambiente marítimo animado por las siluetas de fibra de vidrio reluciente de las embarcaciones.
Como si esta conjunción de estímulos sensoriales no fuera suficiente, la isla brinda la experiencia insólita de comer a -9 grados centígrados en una cafetería de hielo, Subzero Ice Lounge, equipada con estalactitas, estatuas, mesas y sillas fabricadas con bloques de agua en estado sólido. Al ingresar a este frigorífico, los comensales reciben guantes; medias; una manta y un abrigo árabe llamado “farwa” para protegerse del frío extremo. Es un sitio pensado para los nostálgicos de la nieve o para los que se derriten al sol, que revela que la capacidad de asombro no tiene límites en Qatar. También podría tratarse de una celebración del realismo mágico de Gabriel García Márquez: la materialización en la tierra de las tormentas de arena del comienzo de la novela “Cien años de soledad”.