Pachamama: Con la salida del sol se iniciaron las honras del pueblo andino

Pachamama: Con la salida del sol se iniciaron las honras del pueblo andino

A la madre tierra se le agradece por los dones recibidos y también se le pide ayuda y protección.

OFRENDAS EN LA APACHETA. No faltan la música ni el alcohol. la gaceta / foto de osvaldo ripoll (archivo) OFRENDAS EN LA APACHETA. No faltan la música ni el alcohol. la gaceta / foto de osvaldo ripoll (archivo)

La de hoy es una gran fiesta para todos los pueblos andinos, pero puede ser tanto comunitaria como íntima. “Mientras sea con respeto, cada uno puede hacer su ceremonia -señala Dany Andrade-. Cuando llega la medianoche anterior algunos ya están sahumándose; otros, celebrando con alegría: tocan la guitarra, bailan, toman un vino... Y está bien. Estos días pensamos qué hicimos, y también qué vamos a hacer,”.

“Tanto agradecemos y celebramos lo bueno que se nos da, como pedimos ayuda y protección de lo malo -explica Nieva-. Pachamama kusilla, kusilla...”.

Y antes de que salga el Sol el primer día de agosto, en el universo andino empiezan las honras. “Los adultos se levantan y toman una infusión. Muchos, té de ruda, porque se ha popularizado; pero lo cierto es que es originaria de la Península Ibérica”, cuenta Andrade y describe las hierbas locales: alcayuyo, muña, rica rica... “Son en general plantas digestivas, y con ellas limpiamos nuestro organismo, pero no sólo lo físico. Buscamos limpiar el interior”, agrega.

La segunda instancia es el sahumo: “brasas, azúcar con café, algunos yuyos... Que se genere humo, que nos cubra el cuerpo y nos limpie; pero también nos limpie por dentro”, describe con la voz emocionada. “Y llevamos el humo a las casas, a las cuatro esquinas de las casas; porque el mal se esconde en los rincones, en la oscuridad”, agrega.

La boca, el Sol y la piedra

Todavía no ha salido el Sol. Ya limpios, el siguiente paso es abrir la boca de la Madre Tierra. “En el momento central de la ceremonia le daremos de comer, lo mejor que tengamos, y le daremos de beber, en agradecimiento”, cuenta Nieva.

“Nosotros estamos acostumbrados a tener la boca de la Pacha al pie de una apacheta, un altar piedras dedicado a ella. La boca está tapada por una piedra plana, que ponemos como testigo. Preparamos todo, la tapamos con un poncho, o una manta, y esperamos la salida del Sol”, añade. Cuando llega ese momento, ese momento, todos se ponen de pie mirando al Este, entrecierran los ojos, levantan los brazos y apuntan con las palmas de las manos hacia el astro rey. “Siempre nos han dicho que los primeros rayos del Sol de agosto son energéticos, de sanación, y eso es lo que pretendemos; sanar las diferentes heridas que tenemos. Y por eso hacemos esta reverencia”, cuenta.

Limpios, sanos, y a la espera de que el Sol llegue al cenit, la familia Andrade camina en busca de “la” piedra. Ella, por medio de Dany, les contará qué pueden esperar de os tiempos que vienen.

“Elijo una piedra que tenga mucho contacto con la Pacha, me pongo de frente al Sol y la doy vuelta. Tengo muy poco tiempo para verla: si está húmeda; si tiene tierra pegada, cuánta; si alberga bichitos... -describe-. La vuelvo a dar vuelta y les cuento lo que he visto”.

Y de allí, de vuelta a casa, a preparar las ofrendas: las más ricas comidas preparadas con productos naturales, agua (está todo tan seco...); vino, hojas de coca, flores, maíz, tabaco...

El mediodía

Llega el momento más importante: “la fiesta no se hace en la oscuridad. Y no importa qué tan importante sea el invitado que llegue tarde, la ceremonia se hace exactamente al mediodía solar”, advierte Andrade. La ceremonia puede hacerse en la casa, pero suele ser comunitaria. “Junto a la boca de la Pachamama, una mesa bien tendida cubierta con un poncho o un mantel (siempre de fibras naturales) sostiene las ofrendas -añade-. Y como la vida es dualidad, un hombre y una mujer se encargan de las ofrendas. Por supuesto, si está presente un cacique o una Pachamama, ellos serán lo harán”.

“Siempre lo hicimos así; lo hicieron mi papá y mi mamá, la Celia y El Negro Andrade, que lo recibieron de nuestros abuelos y nosotros, sus hijos, lo hemos mamado, y somos parte de la historia -agrega-. Y con la historia que vas a contar serás también parte de esta historia del 1 de agosto, que es parte de la historia de los pueblos originarios, que es parte de la historia que estamos escribiendo”.

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