30 Julio 2022
Una respuesta, por pequeña que sea, puede arrojar luz sobre el panorama más oscuro. En el caso de Ignacio Gallardo, un movimiento de piernas y algunos gestos llevan esperanzas a la familia de joven tucumano, que recibió tres balazos en el abdomen, cuando estaba en la puerta del edificio de Miami, a donde se había mudado hace poco.
“Responde sí o no. Gracias a Dios las balas no tocaron ninguna vértebra y se está recuperando”, expresó Facundo, familiar del arquitecto tucumano baleado en Miami, en una entrevista con un programa porteño.
Según contaron testigos, inmediatamente después del ataque, Ignacio tenía los ojos en blanco, y “ya estaba pasando a otra vida”.
Todo ocurrió la madrugada del jueves 21 de julio, cuando él y el amigo con quien vivía se quedaron conversando en la puerta de la casa, ubicada en Michigan Court y la calle 8 de South Beach, el distrito de Miami donde estaba instalado desde hacía dos meses, con intenciones de continuar sus estudios y donde trabajaba como encargado de la sucursal local una empresa de vapers para cigarrillos electrónicos.
Un desconocido se acercó a ellos y les pidió dinero. Ignacio le entregó un billete de un dólar, pero el hombre sacó una pistola que llevaba en la cintura y le disparó. Varias veces. Al menos, tres.
Después, le quitó la billetera al otro joven y salió corriendo. La escena quedó grabada en video, por una cámara de seguridad del edificio al otro lado de la calle.
Su compañero de departamento, Richard Matute, escuchó los gritos y salió a ver qué pasaba. Cuando lo vio en el piso, intentó ayudarlo, pero pudo hacer poco más que esperar a que llegara la asistencia médica.
A Ignacio lo trasladaron al Hospital Jackson Memorial, a donde le practicaron cinco cirugías, que le salvaron la vida, y donde lo mantuvieron en un coma inducido hasta que, el miércoles, despertó y pudo empezar a comunicarse con su padre, Fernando, que viajó a Miami cuando se enteró de lo que había pasado. De todos modos, continúa conectado a un respirador y su estado aún es delicado, aunque evoluciona favorablemente.
Ahora, la familia espera también tener novedades del agresor, que continúa prófugo. La Policía local difundió un retrato dibujado del hombre que disparó y ofrece una recompensa de 5.000 dólares a quien aporte datos que permitan atraparlo. Se trata de un varón hispano, de unos 30 años, con un tatuaje en el cuello, barba candado y que camina encorvado, como si tuviese una joroba.
South Beach, el barrio donde ocurrió la agresión, tiene un alto porcentaje de población latina y es famoso por sus playas sobre el océano Atlántico, los edificios Art Deco. Sin embargo, el hermoso paseo de Ocean Drive, festoneado de palmeras y con una gran oferta gastronómica y de vida nocturna, no está exento de hechos de violencia, como la que casi le quita la vida a Ignacio Gallardo.
Es el lugar a donde concurren miles de jóvenes para las vacaciones universitarias de marzo, conocidas como “spring break” (“receso de primavera”). En esas semanas, el exceso de alcohol y las peleas son frecuentes, a veces, incluso con disparos frente a clubes nocturnos, como ocurrió este año, en los que tuvo que intervenir la policía.
Fuera de los meses de festejos, también ocurren muchos incidentes con armas. Dos días después de que Gallardo fuese baleado, una mujer falleció después de recibir un tiro, cuando estaba en el asiento trasero de un auto.
Gladys Borcela se había subido en el centro de Miami a un Cadillac Escalade, un Uber compartido con Natalia Harrell, con quien había salido esa noche. Según la policía, Harrell le disparó, en medio de una discusión.
Borcela fue llevada al Ryder Trauma Center del Jackson Memorial Hospital, y poco después fue declarada muerta. En el mismo centro médico está internado el tucumano Gallardo.
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