“Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione”.
Bernard Mannes Baruch: estadista, y asesor político estadounidense (1870-1965)
Los tucumanos no nos caracterizamos por ser ciudadanos limpios. Cada vez que tenemos la oportunidad de viajar a otras provincias, incluso las del NOA, volvemos con la sensación de que vivimos en medio de la suciedad. Que nos cuesta mantener hábitos que al menos en nuestras casas serían primordiales como, por ejemplo, tirar la basura al cesto y sacar las bolsas cuando está por pasar el camión de los residuos. Hay otro ejemplo claro que da vergüenza cada vez que entramos a la provincia, y que son justamente nuestros accesos, la primera imagen que se lleva el visitante. Y si la primera impresión es lo que cuenta, ver las montañas de basura que se apilan a la vera de las rutas, la apariencia queda en el debe desde el primer momento. Ni hablar de los canales, que muchísimas personas consideran literalmente basurales a cielo abierto y en los que no dudan en tirar desde árboles hasta lavarropas o pedazos de carrocerías de autos, como ya se vio varias veces, sobre todo cuando las lluvias arrecian. Caminar por cualquiera de las ciudades de la provincia es sinónimo, en su mayoría ya que por suerte hay excepciones, de residuos apilados y olores nauseabundos. A esto hay que sumarle la casi inexistente presencia de cestos de basura municipales que, para peor, cuando están, son constantemente vandalizados.
Sin embargo, como en muchos otros ámbitos, faltan ejemplos que empujen a un cambio para bien en esta materia. Si los que nos dirigen no llegan a cumplir, como mínimo, las ordenanzas o normas, es muy difícil que el resto lo haga.
Hace unas semanas se dio una polémica cuando la ONG Meta Tucumán denunció que los murales que ellos habían pintado, justamente para brindar una nueva imagen de la provincia, habían sido blanqueados y reemplazados por pintadas políticas de un postulante que ya se sentía en campaña. Según ellos mismos dijeron, “Meta Tucumán” “partió de algo que nos sale maravillosamente bien a los seres humanos. Dígase, quejarse. De hacer un recuento rápido sobre los factores que degradan la calidad de vida en Tucumán, podemos recalcar las inundaciones permanentes, la inseguridad y la falta de transparencia en la gestión de los recursos estatales”. “Ante estos hechos, la mayor parte del tiempo solíamos criticar lo que ocurría, apuntar contra los políticos o nos descargamos opinando. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que no solamente ellos tenían la culpa del desmejoramiento general de la provincia. Al contrario, también fallaba la ciudadanía. Fue entonces que decidimos trabajar sobre ese punto”, explicó Francisco De Rosa, uno de los fundadores de esta asociación multidisciplinaria. Por eso la indignación cuando los murales fueron tapados con pintadas políticas. Justamente todo lo contrario de lo que ellos promueven.
Ya no es cuestión ni de acusar a una parte de la política. Son todos. O por lo menos, para dejar alguna duda, la mayoría. Basta con recorrer la provincia y las pintadas e incluso los pasacalles son paisaje corriente. Lo peor es que actualmente ya estamos viendo propaganda de lo que serán las elecciones de 2023. Pero aún quedan sin remover pintadas, carteles y pasacalles de hace al menos seis años. La ruta 307 que lleva a los valles de cuya hermosura nos orgullecemos es un claro ejemplo de eso. Hasta piedras de las montañas fueron pintadas.
Desde hace años el Concejo Deliberante de la Capital sanciona normas contra las pintadas o pegatinas callejeras. En 2002, por ejemplo, y bajo el número 3.262, se prohibía esta acción no sólo con multas, sino que además se obligaba al infractor a reparar. Sin embargo, esto no parece hacer mella. Hace pocos años se vio hasta en video a “la ola verde” que llegó a pintar a un perro. Incluso, el año pasado, la senadora radical por Tucumán Silvia Elías de Pérez, presentó un proyecto de ley para que los partidos limpien sus pintadas tras las elecciones. En ese momento explicó que se pretendía “comprometer a las fuerzas políticas con el cuidado del ambiente, siendo su responsabilidad la higiene de los espacios públicos, principalmente en aquellos donde no fueron autorizados”. Pero del dicho al hecho... Mientras tanto, así como ya hicieron al menos dos concejales que tras el incidente con “Meta Tucumán” se comprometieron a no hacer pintadas, sería bueno tener el mismo compromiso de parte de todo el arco político.
En tiempos de elecciones, todo espacio público se convierte en blanco de los políticos, y no pareciera haber forma de erradicar esta costumbre. Los postulantes deberían saber que ya a esta altura una buena campaña en redes es más beneficiosa que pintar paredes. Hasta el celular más humilde tiene Facebook. Y de ese modo también darían el ejemplo. Algo que en estos tiempos falta. Y mucho. La gente ya conoce de memoria los rostros de quienes se postulan. No hacen falta nuevamente las caras sonrientes en cada esquina. Si ya estuvieron en el poder, todos sabrán qué hicieron. Y si pretenden llegar por primera vez, respetar el espacio que es de todos puede ser una gran carta de presentación.