Alejandro Montiel es director y productor de cine. Dirigió las tres películas de la saga de la policía Manuela Pelari, conocida como Pipa, y espera con ansias el estreno de hoy. Los largometrajes que anteceden a esta historia, “Perdida” y “La corazonada”, fueron un suceso en Netflix. “‘La corazonada’ explotó por todo el mundo. Estuvo primera en los rankings de muchísimos países de Europa, como Francia y Suiza. En otros países se sostuvo por bastante tiempo. Personalmente creía que en Latinoamérica le iba a ir bien por el tema de la lengua española, pero nos sorprendió que se viera mucho en países nórdicos y hasta en Brasil. Vamos a ver qué pasa con esta tercera entrega”, aseguró entusiasmado a LA GACETA.
Los paisajes de la película son cercanos. El largometraje fue rodado en más de 20 locaciones del NOA aunque en la película parece ser un solo pueblo, La Quebrada. “Fue un placer filmar en Salta y en Jujuy, conozco esos lugares de mi infancia y siempre quise hacerlo así. Sabía que en Cafayate seguro había que filmar”, aseguró sobre la película que tiene una impronta muy local pero trabaja temas muy universales en la trama.
Con respecto a los personajes y la sinfonía que logran en conjunto, Montiel aseguró que el trabajo fue minucioso: “se construyen a partir de lo dramático y buscamos que cada uno cumpla una función siendo opuestos necesarios de otros. Cada uno representa un espacio y eso funciona dramáticamente”. Y agregó: “los roles femeninos en esta película particular son muy fuertes, potentes. Alicia, la tía de Pipa y otros, se basan un poco con lo que uno conoce. Hay algo de mi familia ahí también y todos entretejen sus roles de manera sostenida en la historia”.
Pipa, el personaje intrigante de Luisana Lopilato, la muestra en una faceta muy diferente a la mayoría de los trabajos de ella como actriz. Cuando se la observa haciéndose cargo del rol de esta policía golpeada por la vida y determinada, se generan más preguntas que respuestas: “Lo que no se dice de ella se entiende porque hay ciertas cosas que creo que no hay que explicar. ¿Quién es el padre de su hijo? ¿Cómo llega ella ahí? ¿Por qué se esconde? Son cosas que algunos espectadores necesitan saber, pero que está bueno que no lo sepan. No tenemos que saber todo sobre los personajes. Yo opto a veces por no contar caprichosamente, pero también para generar la pregunta en el espectador”.