Si de adultos mayores se trata, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la soledad no deseada es un problema de salud. Sus efectos -aclara la OMS- pueden ser múltiples, y muchos de ellos están asociados a mayor riesgo de deterioro cognitivo, y a desarrollo de demencias, depresión y ansiedad.
Pero además, la falta de relaciones sociales puede también generar consecuencias de otro tipo, como mayor consumo de alcohol, mortalidad prematura en obesos, malnutrición y peor control de las enfermedades cardiovasculares o diabetes, todo en detrimento de la calidad de vida de las personas. Y lo que se está viendo es que la soledad y el estrés se apoderan de la salud mental de muchos mayores de 65 años.
“Un alto porcentaje de los adultos mayores en el mundo vive solo. Muchas veces lo hacen porque ellos lo quieren, y es importante respetar sus decisiones; pero también es vital asegurarse de que tengan el acompañamiento necesario para que puedan mantener esta independencia de manera digna”, explica Simón Fernández, especialista en clínica médica y director médico de En Casa, una organización con más de 30 años de experiencia en soluciones de salud en el hogar e internaciones domiciliarias.
“Es relevante destacar que la clave aquí no es la soledad objetiva, el vivir solo, sino el sentirse solo por la pérdida de vínculos”, agrega, y destaca que con los avances de la medicina y el aumento de la expectativa de vida se generan más situaciones de dependencia en los adultos mayores, y menos tiempo de los familiares para dedicarlo a sus seres queridos. “Si bien hay más herramientas tecnológicas para comunicarnos a la distancia, se dan menos momentos compartidos en persona”, resalta.
Las razones
Sentirse solo -señala el informe de la OMS- daña el cerebro y el sistema inmunológico. Demencias como el Alzheimer se vuelven más probables por la falta de estimulación y de relaciones sociales, las cuales facilitan y ayudan a mejorar la capacidad de aprendizaje y aumentan la autonomía.
“Sucede que los seres humanos somos seres interdependientes. Necesitamos de las relaciones, la interacción y de la participación. Es por esto que es necesario estimular el contacto social activo y participativo de las personas mayores para aumentar la autonomía y disminuir el aislamiento social”, agrega Fernández.
Qué se puede hacer
“Las relaciones familiares son cruciales para las personas mayores. La familia representa, sin lugar a dudas, el primero y el más importante de los recursos en el suministro del apoyo, tanto material como afectivo que necesitan, y con el que cuentan, los mayores en situaciones de necesidad originadas, por ejemplo, por el deterioro del estado de la salud”, añade.
Destaca asimismo que la tranquilidad que proporciona una buena relación familiar ayuda a disminuir el fantasma de la incertidumbre.
“Esa incertidumbre la declaran muchos adultos mayores cuando imaginan acontecimientos venideros en los que aparecen dificultades físicas o mentales que les impidan desarrollar una vida autónoma”, informa y señala: “legado ese momento, resultará determinante la predisposición y la actitud positiva de los familiares, que deben ofrecer el apoyo necesario cuando se lo requieran”. Pero con frecuencia con los familiares solos no es suficiente, y hay que apelar a cuidadores.
Rol de los acompañantes
Su función principal es fortalecer las capacidades de la persona mayor y su confianza, para que pueda crear sus propias respuestas a la situación de soledad. “Se debe trabajar con el adulto mayor en un plan individualizado basado en sus propias necesidades y características, contemplando el conjunto de las actividades de la vida cotidiana, y el apoyo afectivo, familiar y social”, señala Fernández.
“El principal objetivo es transformar su día a día ayudando a mejorar su autopercepción, empoderando y disminuyendo los sentimientos de soledad”, agrega
“Es fundamental establecer un acuerdo entre la persona mayor, la familia y los profesionales que la acompañan, y definir acciones y responsabilidades concretas. Estas tendrán el objetivo de lograr un conjunto de actividades, con un ritmo adecuado, que disminuyan la soledad. Es esencial contar con el apoyo de la familia para el aporte de los recursos necesarios y crear oportunidades que faciliten el vínculo afectivo”, explica y advierte que, al momento de contratar un cuidador, es importante que los familiares entiendan las necesidades de asistencia de “su” adulto mayor y puedan detallar al máximo las tareas que se precisan.
Por su parte, quien aspire a ese trabajo debe contar con la formación y experiencia necesarias para realizar bien el trabajo, y lo ideal es que tenga referencias de trabajos anteriores.
Herramientas para ayudar
- Un cronograma de actividades rutinarias que incluya horarios de comida, baño, cambios de ropa y sueño.
- Un plan de estimulación cognitiva y otro de actividad física o movimiento de manera regular y diaria. En este punto es importante ofrecer más de una opción para trabajar, con alternativas diferentes, de modo que el adulto pueda elegir.
- Un programa de ocio, con música o programas de entretenimiento que sean del agrado de la persona, tales como mirar fotografías o realizar alguna actividad de relajación para generar un clima de tranquilidad.