María Laura García, chef de 34 años y mamá de Valentín, forma parte de una gran parte de los tucumanos que ha cambiado su rutina para incorporar nuevos estándares de higiene. No solo en la cocina donde tiene su emprendimiento de viandas, sino también en toda su casa del barrio Lomas de Tafí. Cuando llega desde la calle, inmediatamente se lava las manos y la cara antes de saludar a su pequeño. Además, se saca el calzado. A diario, ella y su pareja limpian todas las superficies del hogar y abren las ventanas durante la mañana, incluso cuando hace mucho frío. “Nunca estuvimos paranoicos, pero creo que aprendimos a darle importancia al tema de la desinfección, que va más allá de la pandemia”, resalta.
La aparición del coronavirus ha modificado los hábitos de limpieza de muchas personas. Al menos así lo admitieron ocho de cada 10 argentinos, de acuerdo con las conclusiones de un estudio realizado en el país. El relevamiento fue llevado a cabo por el Observatorio de Conductas de Consumos GZ. Según este trabajo, los cambios incluyen una mayor participación de los hombres en las tareas de aseo de las viviendas. Además, los artículos de higiene personal y en el hogar se han convertido en algo fundamental de cada compra.
La consulta arrojó que un 44% dijo haber modificado “mucho” sus hábitos de limpieza. En tanto, un 33,2 % señaló que cambió “algo” y un 19,9 % indicó haber cambiado poco o nada sus costumbres.
Teniendo en cuenta la edad de los que respondieron, se desprende que el 65 % de los jóvenes menores de 29 años cambiaron sus hábitos de limpieza, pero el porcentaje asciende al 81 % en los adultos mayores de 65 años. La opción “tuve pocos cambios”, fue elegida por tres de cada 10 jóvenes y por uno de cada 10 adultos mayores.
Según el relevamiento, las actividades en el hogar son realizadas por el 91,6% de las mujeres consultadas, frente a un sorpresivo porcentaje del 73,9% de los hombres, que antes de la pandemia no superaban el 40%.
Otro de los cambios experimentados, según la encuesta, es que se utiliza cada vez más la lavandina, los desinfectantes y las mopas, que están reemplazando a los tradicionales trapos de piso, que deben ser enjuagados con las manos y para ello es necesario utilizar guantes, remarcaron.
Otra investigación indagó sobre los hábitos de sanitización y cuidado que seguirán sosteniendo los argentinos en la pospandemia. Fue realizada por la consultora Youniversal a iniciativa de la Fundación del Centro de Estudios Infectológicos (Funcei) y Clorox.
Según este trabajo el 99 % de los argentinos reconoce haber hecho algún cambio en su rutina de cuidado y limpieza por la crisis sanitaria que desató la covid. Y el 78 % asegura que seguirá adquiriendo más hábitos de higiene. El 50 %, por ejemplo, considera que limpiará y desinfectará superficies, artefactos tecnológicos y productos antes de ser usados.
Lavarse las manos con mayor frecuencia y conciencia (67 %), usar alcohol en gel fuera de casa (64 %) y ventilar los espacios cerrados (55 %) son los grandes cambios que la mayoría de los argentinos se propone mantener una vez finalizada la pandemia.
Hábitos para conservar
¿Qué hábitos deberíamos sostener de manera definitiva? “Lavado constante de manos, sacarse las zapatillas al entrar a las casas (al estilo asiático), desinfectar los envases luego de ir al supermercado y usar el barbijo en invierno”, opina María Laura. En su casa, además, ya se ha propuesto incorporar la desinfección sistemática de las superficies que se tocan con las manos con más frecuencia, como picaportes, interruptores y grifos.
Para los expertos consultados, sería bueno no tirar por la borda todo lo aprendido en materia de higiene cuando la Covid-19 sea parte del pasado. Pero principalmente ponen énfasis en dos cosas: la higiene de manos y la ventilación de los ambientes.
Julio Villena, doctor en Bioquímica y experto en inmunología, opina que no es necesario obsesionarse con la limpieza. Ningún extremo es bueno: no hay que ser descuidado, pero tampoco desinfectar los ambientes “cual quirófano”, ya que esto puede tener un efecto contraproducente en el organismo, señala.
“Eliminar todos los gérmenes puede ser negativo. Estamos rodeados de microorganismos; algunos nos perjudican pero otros nos benefician”, explica el especialista.
“Muchos microorganismos son buenos para el funcionamiento intestinal y para la piel, por ejemplo. Un ambiente demasiado estéril nos haría perder la posibilidad de incorporarlos. Tampoco es necesario lavarse demasiado las manos o estar a cada rato usando alcohol en gel. Basta con higienizarse cada vez que uno llega de la calle, antes de comer o preparar comida y después de ir al baño”, enumera.
Sostiene que ventilar la casa es tal vez más importante que limpiarla y desinfectarla profundamente a diario. Además, según dice, no es necesario sacarse los calzados o la ropa al llegar al hogar. No obstante, no le parece mal pasar un trapo con alcohol a los productos que traemos del supermercado. Por ejemplo, a los envases que podrían ir directo a la boca, como una lata o botella de gaseosa.
¿Y el uso del tapaboca sería bueno sostenerlo?, le preguntamos. “Sí porque también cumple un rol importante para prevenir otras enfermedades respiratorias. Me parece que estaría bueno que la gente se acostumbrara a usarlo en invierno, si se siente mal y por algún motivo tiene que salir. Es una actitud responsable y de respeto hacia otra persona, para evitar transmitir una patología. Viví en Japón hace 10 años y allá ya era algo común usar barbijo en esas circunstancias”, recalca.
“Creo que la pandemia dejó como saldo positivo que aprendimos muchas medidas para protegernos de las patologías virales”, analiza la viróloga Susana López de Caillou. “Es algo que sucede con las epidemias: ocurrió con la hepatitis, por ejemplo, en la cual hubo un gran avance por el uso de la lavandina y se evitaron muchísimas enfermedades”, comenta.
Si tiene que elegir alguno de los cuidados incorporados durante la crisis sanitaria para que la sociedad lo mantenga en el tiempo, sin dudar se queda con el lavado de manos. “Y el uso del barbijo creo que no debería desaparecer; se tendría que usar en dos casos: si estoy enferma, para no contagiar, y si soy inmonosuprimida, para no contagiarme”, remata.