Una inflación desbocada; constantes subas en el precio de los alimentos; un dólar que no encuentra techo y una actualización tarifaria más evidente. El resultado de ese coctel económico puede traducirse en un incremento del índice de pobreza, tomando en cuenta el incremento interanual del 71,5% de la Canasta Básica Total (CBT), poco más de 10 puntos porcentuales respecto de la inflación del período. En el caso tucumano, una familia tipo necesitó hasta junio $ 100.511 para no ser considerada pobre, de acuerdo con el informe difundido ayer por la Dirección de Estadística de la Provincia. A su vez, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ha informado ayer que la CBT en el Gran Buenos Aires ha sido calculada en $ 104.216,80.
Si esa familia dependiera de un ingreso salarial privado registrado o estatal (calculado en unos $ 80.000 promedio), no le alcanzaría para sostener su calidad de vida en la pirámide socioeconómica. Respecto de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), un matrimonio con dos hijos residentes en la provincia precisaron $ 43.511 mensuales para no ser considerados indigentes, muy cerca del valor del Salario Mínimo, Vital y Móvil, de $ 45.540 mensuales.
Tomando como referencia los registros oficiales, al menos en las últimas dos décadas no se observa una evolución tan acelerada de la inflación en Tucumán y, por ende, en la valorización de las canastas básicas del primer semestre en esos 20 años. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de la primera mitad de 2022 ha sido del 35,53% en la provincia, muy cercano al acumulado de 2002 cuando la Argentina atravesó una de las peores crisis socioeconómicas de su historia.
En el primer semestre de este año, la Canasta Básica Total tucumana subió 46,3%, mientras que la Alimentaria se reajustó un 39,4% en el mismo período.
El valor de los alimentos está por las nubes. El precio de la indumentaria y del calzado evidenció reajustes extraordinarios. Y, como si eso fuera poco, en los últimos tres meses se reajustaron las facturas de los servicios públicos privatizados. Por esta última razón, junio cerró con la segunda inflación más alta del semestre (6,1%), sólo superado por el dato de marzo (7,5%), cuando se reavivaron los aumentos de los productos de la canasta familiar y de la ropa y calzado.
Para conocer el impacto de la inflación y de la suba de las canastas básicas en la situación socioeconómica argentina, habrá que esperar hasta septiembre. Según el calendario del Indec, el 28 de ese mes se dará a conocer el informe de la Incidencia de la pobreza y de la indigencia en los 31 aglomerados urbanos del país correspondiente a la primera mitad de este año. En el primer semestre de 2021, la pobreza en Tucumán había afectado al 40,6% de la población del principal aglomerado urbano de la provincia (418.190 personas), mientras que la indigencia fue del 10,7% (105.076 casos). La pobreza subió al 42,7% en el segundo semestre del año pasado (388.160 afectados), aunque también hubo un incremento de la población censada, según los registros estadísticos oficiales.
¿Qué pasará con la inflación del segundo semestre? La pregunta no es menor tomando en cuenta que este mes arranca con una expectativa inflacionaria de entre un 7% y un 8%, con el consabido deterioro del poder adquisitivo de la sociedad. Las nuevas restricciones a las importaciones al cierre de junio y la renuncia de Martín Guzmán en Economía -con la incertidumbre política desatada la semana posterior- impactaron de lleno en la inflación de julio, que se encamina a ser la mayor del año, anticipa un reporte de Ecolatina. Esta dinámica, junto con un mayor crawling peg (devaluación leve y controlada) para reducir la apreciación del peso en un contexto de falta de dólares, elevará la inercia en los próximos meses y la inflación esperada para 2022, que ya era de 76% según la mediana del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) hacia el cierre de junio. Con la misma lógica de hace unos meses, durante el tercer trimestre comenzaremos a ver una reapertura de paritarias que trate de aminorar la erosión del salario -registrado- real, estima la consultora privada.
Según Ecolatina, los trabajadores informales, los jubilados y perceptores de asignaciones y programas sociales no tendrán perspectivas tan alentadoras. Los ajustes por movilidad correrán de atrás a la inflación y cerrarán el año registrando una pérdida real, aun con la existencia de bonos como compensación. Esta franja no sólo quedará más expuesta a la inflación creciente, sino a integrar el ejército de pobres argentinos.