MOSCÚ, Rusia.- El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, admitió que las “tareas” militares de Moscú en Ucrania ahora van más allá de la región oriental del Dombás, un reconocimiento de que Moscú amplió sus objetivos de guerra.
En una entrevista con medios estatales, casi cinco meses después de la invasión de Rusia, Lavrov explicó su postura de que las conversaciones de paz no tienen sentido ahora, porque los gobiernos occidentales buscan ayudar a que Ucrania resista, en lugar de negociar.
Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, el presidente Vladimir Putin negó explícitamente cualquier intención de ocupar a su vecino. En ese entonces, el mandatario ruso insistió en que su objetivo era desmilitarizar y “desnazificar” Ucrania, una declaración que Kiev y los países de Occidente, aliados de Estados Unidos y miembros de la Alianza Atlántica, descartaron como pretexto para una guerra de expansión de estilo imperial.
Pero Lavrov dijo que las realidades geográficas habían cambiado desde que negociadores rusos y ucranianos sostuvieron conversaciones de paz en Turquía, a fines de marzo, charlas que no lograron avance alguno.
En ese momento, dijo, la atención se centraba en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (DPR y LPR), autodenominadas entidades disidentes en el este de Ucrania. Rusia dice que pretende expulsar a las fuerzas ucranianas de ambos sectores.
“Ahora la geografía es diferente, está lejos de ser solo la RPD y la LPR, también son las regiones de Jersón y Zaporiyia y una serie de otros territorios”, dijo, en referencia a áreas mucho más allá del Dombás,de las que Rusia se ha apoderado total o parcialmente.
El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, respondió: “Al confesar sus ambiciones de apoderarse de más tierras ucranianas, (el) ministro de Relaciones Exteriores ruso demuestra que Rusia rechaza la diplomacia y se enfoca en la guerra y el terrorismo. Los rusos quieren sangre, no conversaciones”.
Lavrov dijo que Rusia podría necesitar presionar aún más si Occidente, por “ira impotente” o por el deseo de agravar aún más la situación, sigue asistiendo a Ucrania con armas de largo alcance, como los Sistemas de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS) fabricados en Estados Unidos. (Reuters)