Sobre un escritorio del Instituto de Arqueología y Museo (IAM) se despliegan objetos; alrededor, caras de asombro. A la vista hay calibres, tablas oculares, muestrarios de pelo... Forman parte del instrumental usado para medir cráneos, o establecer color de ojos y de cabello, cuando la antropología usaba parámetros físicos para clasificar en “tipos humanos” las poblaciones (lo que validaba ideas que proclamaban la supremacía blanca, advierte la voz). Es la de Lorena Cohen, del Instituto Superior de Estudios Sociales (Conicet /UNT) y coordinadora del área, que agrega: “esperen que hay más”, mientras su silueta se desvanece por un pasillo (conduce a los depósitos del IAM, que depende de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT). Cuando vuelve, trae otra serie de aparatos, esta vez más familiares; entre ellos, una vieja filmadora y cámaras fotográficas. Cohen señala una y cuenta, orgullosa: “es la que usó el propio Alfred Metráux (antropólogo de origen suizo) para fotografiar pueblos originarios del Gran Chaco. ¡Incluso tenemos una foto de él llevándola en el pecho!”.
En otra caja aparecen balanzas, brújulas y teodolitos antiguos en sus estuches originales. “¡Hay que mostrarlos!”, coincide su auditorio de visitantes, y ella añade: “todo esto forma parte de nuestra historia como institución”. Con esta dinámica de asombro, diálogo con expertos y aprendizajes se lleva adelante la exposición “Arqueologías que hilan miradas”, que te espera de lunes a viernes de 9 a 12:30 y de 14:30 a 19, en el Museo de la Universidad Nacional de Tucumán (San Martín 1545). Y si las vacaciones no te alcanzan, tranquilos: queda abierta hasta septiembre, informó Prensa del Conicet NOA Sur.
“Queremos mostrar ‘los modos de hacer ciencia’ de esta institución universitaria casi centenaria”, cuenta Sara López Campeny, investigadora del ISES y directora del IAM, una de las artífices de este evento que una verdadera obra colectiva: muchas instituciones ofrecieron material gráfico e instrumental; y docentes, estudiantes y personal no docente de la UNT colaboraron en el proceso de diseño y montaje.
Qué más podés ver
Desde microscopios y lupas, hasta fotografías, planos, mapas y dibujos de una “calidad exquisita”, pasando por detallados retratos de las piezas arqueológicas y etnográficas, y más elementos que forman parte de un catálogo inmenso, diverso e inestimable, pero que además cuentan una historia: la de cómo fue variando, desde que el IAM, iniciaba su colección de piezas como parte del Museo de Ciencias Naturales de la provincia, en 1915.
“Entre tanto, los modos de investigar y de documentar, y los criterios para exponer y divulgar fueron cambiando”, resalta López Campeny y Cohen agrega; “algunos testigos ‘mudos’ de ese devenir esperaron hasta ahora en armarios, habitaciones y estantes”.
Aclara que no se refiere sólo al patrimonio que conforma las colecciones; también al que posibilitó estos acercamientos y estas miradas: equipamiento de laboratorio y de campo; mobiliario de salas museográficas; fichas de registro; fotos y pinturas de las piezas; producciones audiovisuales, anotaciones de campo y otros fondos documentales...
Cómo se organiza
Otra característica de la muestra es que -destacan las organizadoras- se construye sobre un guion crítico del relato museográfico, que busca orientar hacia a la reflexión. Es a partir de él -explica Cohen- que se pueden compartir y explicar las formas en las que la Arqueología se llevó adelante a lo largo de los años; los cambios en el modo de establecer “los problemas” de estudio y las metodologías de trabajo; las numerosas disciplinas que la constituyen y los desafíos actuales de la práctica científica.
Todos los que participaron de la puesta en marcha se sienten orgullosos: “el recorrido de la muestra a través de salones y galerías va revelando, a cada paso, la ‘metamorfosis’ que sufrió este campo científico hasta llegar a nuestros días”, destaca Cohen, en nombre de todos.