“Sir, clear your mind of cant”
Esta frase de Johnson resume su rechazo por las convenciones y el activo combate que libró toda su vida contra nuestra pereza mental, a la vez que nos alienta a pensar por nosotros mismos. Cant es una palabra del siglo XVIII, ya en desuso. Su traducción podría ser: “Señor, libérese de los lugares comunes y de la estupidez”.
Otras frases: “Las cadenas de un hábito no se sienten; las adquirimos con mucha facilidad, mas después nos cuesta mucho romperlas”; “La libertad, por lo que respecta a las clases sociales inferiores de cada país, es poco más que la elección entre trabajar o morirse de hambre” y “Cualquier preponderancia de la fantasía sobre la razón es un grado de locura”.
El siglo XVIII inglés es conocido como el siglo de Johnson, con toda justicia. Su conocimiento de la naturaleza de los hombres, la compasión y la experiencia adquiridas en una vida con todos los vientos en contra, dieron como resultado la ardua trayectoria de un hombre que se convirtió en un gran moralista, alguien capaz de reconfortarnos en tiempos oscuros o cuando perdemos el norte de nuestra vida, nos mentimos a nosotros mismos o creemos, sin tener mucha idea de lo que hablamos, que nuestra época es la peor que se ha vivido.
Fue un gran moralista, sí, pero no en el sentido estrecho y pacato con que podríamos connotar esa palabra ahora, sino como una vigorosa inteligencia, un detective del alma, que sin estar atado a ningún sistema filosófico nos dio algunos de los mejores libros que se han escrito. En el mundo hispano parlante se lo conoce poco pero en lengua inglesa es el autor más citado después de Shakespeare. Es el autor del primer diccionario inglés, lo apodaban Dictionary Johnson. Son cuarenta mil palabras ilustradas con citas de todas las ramas del conocimiento desde científicos hasta de los mejores pensadores y más recónditos poetas de Inglaterra. También fue nada menos que el autor del prólogo a la primera edición de las obras reunidas de Shakespeare y de Vidas de los poetas ingleses, fundamentales, y del que derivan, aunque no lo sepan los autores, todas las biografías modernas; también del poema Londres y La vanidad de los deseos humanos; de Rasselas, Príncipe de Abisinia, una novela filosófica con mucho en común pero con grandes diferencias con la Cándida de Voltaire; de ensayos, verdaderas conversaciones con el lector, reunidos bajo los títulos de Rambler, Idler y Adventurer. Es, también, el protagonista de la mayor y mejor biografía que se haya escrito. Me refiero a Vida de Samuel Johnson, escrita por James Boswell, seis tomos que se completan con los tres del Viaje a las Hébrides. Boswell lo conoce a los veintiún años cuando Johnson tenía cincuenta y tres y había escrito gran parte de su obra. Durante el resto de su vida, Johnson es frecuentado y admirado por Boswell.
El joven escocés nos deja a través de esta serie de libros una descripción tan vívida y amena que parece escrita hoy a la mañana y que nos muestra a Johnson, con los mejores y más capaces ingenios de su época. Una obra que nos permite verlo en los pubs y conversando a sus anchas con la gente notable de su tiempo. Y la vivacidad y el ingenio de Boswell nos hace querer a Johnson tanto como él lo quería, que por cierto no ahorra las notas cómicas, y que a mi juicio les saca cuerpos de distancia, no solo a otras memorias muy conocidas como el Goethe de Eckermann sino a nuestros contemporáneos del llamado nuevo periodismo.
Sin embargo este hombre, desgarbado, muy alto, con sus tics nerviosos, su extraña manera de sacudir los brazos y los pies, su hábito neurótico de contar los rieles, los pasos, los faroles, de entrar en una habitación y salir de ella siempre con el mismo pie, de inflar las mejillas después de un acierto en la conversación –y, créanme, Johnson podía acertar de una forma nada dudosa–, este hombre fue durante toda su vida la fuerza literaria de su época, conocida desde entonces como “La época de Johnson”.
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Jorge Torres Zavaleta - Escritor. Es el autor de Samuel Johnson. El hombre y el mito.