“Se contactó conmigo una persona fingiendo estar interesada en alquilar una propiedad en Tucumán para la próxima semana. Afortunadamente no pudo concretar su estafa”, expresó Leonel Mariani, quien publicó que alquilaba un departamento en las redes sociales y en una página web especializada en esa actividad. Si bien el contexto de la estafa se va disfrazando según la época del año, el modus operandi de estos delincuentes es muy similar al que vienen realizando desde 2020, cuando por la pandemia esta modalidad se convirtió en un boom dentro del mundo hampa. Por la temporada alta de invierno, el alquiler de propiedades sería el nuevo objetivo de estas bandas
“Mi intención es advertir de esto lo antes posible, para que nadie caiga en la trampa”, señaló Mariani en entrevista con LA GACETA. Según contó, el supuesto interesado lo llamó el lunes y desplegó toda una teatralización. “Hacía muchas preguntas, parecía un cliente conocedor del tema, indagaba por la ubicación y por lo que había en las cercanías, por las formas de pago, las comodidades, los detalles y los destinos turísticos de la provincia. Quedamos en que al día siguiente, a determinada hora, me haría la transferencia completa”, explicó el locador. “El martes comenzó a decirme que había tenido un día laboral muy complicado, y que por eso no había podido transferir. Más tarde me llamó diciendo que ya me había transferido pero aclaró que por error, en lugar de depositar los $ 29.000 pactados, me había enviado $ 200.000… supuestamente porque era dinero que debía transferirle a un corralón. Obviamente ese dinero nunca me llegó”, añadió el hombre.
El delincuente le dijo a Mariani que hablaría con el banco para cancelar esa transferencia y que se volvería a comunicar con él. Luego le avisó mediante una audio que la gente del banco lo llamaría. “Ese día me contactaron en pleno horario laboral, cuando uno suele estar ocupado o pensando en los temas del trabajo. El supuesto empleado del banco me iba a haciendo preguntas y yo seguía los pasos. Comienza a pedirme datos personales, le voy respondiendo. Después me consulta la clave bancaria y otros datos que yo evado responder. Le miento esa información porque ya dudada; en un momento me pidió la clave token y ahí directamente le dije que no le iba a dar ese dato ni a él ni a ningún tercero. Me insistió con el argumento de que él no es un tercero, sino un representante del banco. Ahí me río y le reitero que fuera quien fuera seguía siendo un tercero”, detalló el entrevistado. También mencionó que siguieron insistiendo con otros fundamentos para que dijera la clave. “Por momentos se mostraba enojado, después intentaba negociar de nuevo, buscando que uno se sienta culpable de algún modo. Me decía: ‘vos no te podés quedar con plata que no es tuya’, etcétera”, agregó.
Mariani cortó esa llamada y recibió unas 20 más. Pidió permiso en el trabajo y se apersonó en la sucursal de su banco para explicar lo que ocurría. “Reclamé por una posible estafa, porque en definitiva no había caído, pero no sabía si aún había riesgos. Ahí me enteré de que los delincuentes habían intentado ingresar a mi homebanking y que por desconocer la clave la terminaron bloqueando. Me solucionaron el problema y me dieron instrucciones”, contó.
“Al final me volvió a enviar audios el supuesto interesado, me inventó algo sobre que la transferencia estaba congelada y que iba a intervenir AFIP por el monto de plata. Me rogaba una respuesta, que le diera una solución porque esto le generaba un gran inconveniente y ‘bla bla’. Todo en tono suplicante. Yo no le respondo nada. Me vuelve a llamar luego, fingiendo angustia y yo le contesto: casi te sale, casi logras entrar en mi cuenta. Ahí el tipo cambia la voz, la tonada y hasta la forma de ser y empieza a burlarse hasta que al final cortó y me escribió ‘sin rencores’ antes de bloquearme”, describió Mariani, que paso a paso en esta entrevista explicó cómo proceder y qué recaudos se deben tomar ante estos casos. En el último audio le enviaron: “te salvaste chabón jaja, te salvaste entre los indios. Que buena suerte que tenés. Bueh, la próxima será”.
“El primer estafador, que fingía ser un interesado, me llamó con característica de Rosario, imitando la tonada. El segundo, que actuaba de bancario me hablaba con la tonada y característica telefónica de Buenos Aires. Al final cuando empezó a burlarse tiró una tonada tipo cordobesa”, concluyó el locador.
El viejo truco
Desde 2020 la modalidad se repite. En numerosas notas LA GACETA fue contando la experiencia de varias víctimas que sí cayeron en esta trampa telefónica. El contexto en el cual disfrazan la estafa va mutando, pero en definitiva la modalidad se va reiterando: primero un estafador se comunica y finge que quiere comprarle o alquilarle algo a su víctima. Luego envía una suma mayor a la acordada y llama a la persona que ofrece el bien o servicio para decirle que se equivocó y que lo llamarán del banco para solucionar el problema. Finalmente quien llama a la víctima es un farsante que le pide los datos de su cuenta para ingresar y vaciarla. A esta estafa la han disfrazado con: la compra de objetos en los grupos de Facebook, alquileres y hasta -inclusive- haciéndose pasar por personal bancario que mediante llamada o mail advierten de un supuesto error y solicitan los datos para cambiar la clave.
Finalmente, el caso más tradicional no es el de fingir ser un comprador, sino un vendedor. El estafador llama ofreciendo algún servicio falso y solicita los datos de la tarjeta de la víctima. Simulan ser de compañías de celulares, concesionarios, sitios de compra web, etcétera.
Durante los años más estrictos de la pandemia, 2020 y 2021, las denuncias de este tipo fueron creciendo. Las fiscalías de Robos y Hurtos a cargo de Diego López Ávila y Pedro Gallo comenzaron varias investigaciones para tratar de dar con estos delincuentes. En uno de los casos se detuvo a varios cordobeses que operaban al estilo de un callcenter, produciendo estas estafas. Los delincuentes fueron trasladados a Tucumán para ser imputados pero por distintas cuestiones humanitarias recibieron arresto domiciliario en Córdoba. Se trata de organizaciones muy aceitadas, y, sobre todo, asesoradas legalmente con fines ilícitos.