Parecía que iba a ser un día normal, como cualquier otro. El doctor David Rush estaba sentado en su oficina, pero de repente pasó algo: sonó el teléfono, y no era una llamada cualquiera. “Era de la cancillería. Me dijeron que querían darme una buena noticia”, relató el reconocido médico a LA GACETA. Y vaya que sí era una buena noticia.
La escena narrada sucedió hace poco más de un mes. Rush es tucumano, pero desde hace 50 años vive en Canadá. Después de terminar sus estudios, viajó por placer al país del norte y más tarde se quedó a hacer un internado y luego una residencia. Cuando menos se dio cuenta, ya era un reconocido nefrólogo y docente universitario en Canadá. Por sus grandes aportes a su rama de medicina y por su servicio al país fue condecorado con uno de los reconocimientos más importantes.
Cuando lo llamaron desde la cancillería canadiense -recordó- no podía creerlo. “Pregunté cuál era esa buena noticia, y me dijeron que había sido nombrado como miembro de la Orden de Canadá. Yo solo pude decir ‘¿usted está seguro que quiere hablar con este doctor Rush? Y la persona que me había llamado se empezó a reír”, relató, también entre risas, el médico. Y es que nadie se espera levantarse con un galardón de estas características.
La Orden de Canadá es la orden civil canadiense de mayor rango que existe. Fue instituida en 1967 por la reina Isabel II para reconocer a aquellas personas que aportaron al país desde su disciplina. El título se entrega a políticos, artistas, benefactores, médicos, jueces y toda persona que haya contribuido a ese país.
Un galardón merecido
“Es muy variado el grupo de personas que lo han recibido -explicó Rush-; en mi misma camada, por ejemplo, se lo dieron a un artista de cine y de teatro muy famoso, a un corredor, a pintores... Son personas que se han destacado durante toda su vida en una materia específica, en mi caso, la medicina y puntualmente, el transplante de riñón, en la provincia de Manitoba”.
Rush hoy es nefrólogo del Programa de Transplante de Riñón para Adultos en el Health Sciences Centre Winnipeg, uno de los hospitales más grandes de Canadá, y además es profesor de Medicina de la Universidad de Manitoba. Su nuevo título viene, además, por otras contribuciones a la medicina de transplantes, ya que sus investigaciones han sido de gran valor para quienes viven con insuficiencia renal.
Puntualmente se destaca su trabajo pionero en el uso de biopsias de vigilancia en transplantes. “Cuando yo era bastante más joven, se seguía la función renal por medio de análisis de laboratorio, algo que todavía se sigue haciendo. Una vez, llegó un paciente que jamás había tenido problemas renales, hasta que se le subió la creatinina, que indicaba que el riñón había empezado a funcionar mal. Le hicimos una biopsia en ese momento y nos dimos con que el riñón ya estaba destruido. Y ahí le dije a mi jefe que el riñón venía deteriorándose hace cinco años, y que eso había pasado desapercibido. Le propuse que hiciésemos biopsias seriadas a los pacientes con función renal normal con este argumento: nosotros sabemos cuándo empieza la vida de ese transplante, pero no cómo se va apagando.
Procedimiento útil
Rush contó que en aquel momento empezaron a hacer biopsias cada un mes, cada seis o de manera anual. “Todos creían que estaba loco, pero así empezamos a descubrir que estos riñones tenían lo que llamábamos ‘rechazo subclínico’ (un proceso sin explicación médica, por el que entre un tercio y la mitad de los pacientes transplantados rechazan el riñón). Y con eso me hice reconocido, y se adoptó en todo el mundo, sobre todo en espacios académicos. Ya no se confía sólo en el análisis de laboratorio”
Rush comentó: “el gran problema con el riñón es que si la falla se diagnostica tarde, ya no hay solución. Con este procedimiento se puede conocer con mayor precisión el estado real del órgano”.
Reflexiones
Cuando el doctor se fue a Canadá, no pensó que toda su vida profesional iba a desarrollarse allí. “Pero coincidió con que yo terminé mi residencia justo en una época mala de la Argentina. Tenía hijos chicos y no me pareció lo mejor volver. Justo me dieron un cargo más grande; mis hijos ya estaban educándose aquí y mi esposa, trabajando”, expresó.
A pesar de la distancia, el doctor celebra sus raíces y hasta se aventura a reflexionar que su aporte a la madre patria fue mayor desde afuera. “Siempre estoy alentando a Boca y a Atlético Tucumán -dijo entre risas-. Jamás dejé de volver; antes de la pandemia iba hasta dos veces por año. He recibido aquí gente de Argentina y de toda Hispanoamérica... Creo que he aportado más al país desde afuera, capaz que mejor que lo que hubiera podido hacerlo desde adentro”, concluyó.