Para algunos adjudicatarios es un milagro, para otros es un momento inolvidable

Para algunos adjudicatarios es un milagro, para otros es un momento inolvidable

Gisela Andrada y Luis Coronel conforman un matrimonio que vino luchando por su techo propio desde hace siete años.

FELICES. El matrimonio recibió las llaves de la casa que les fue adjudicada FELICES. El matrimonio recibió las llaves de la casa que les fue adjudicada

Carlos Ariel Rosales  y su esposa Juana Peñaloza  no lograron contener su emoción y lloraron de alegría cuando el presidente Alberto Fernández les entregó la llave de su casa propia. Fue el primer matrimonio en recibir el beneficio en la ceremonia que se realizó en el barrio Manantial Sur.

El hecho tuvo una particularidad significativa para la gestión del primer mandatario: se trató de la concesión de la vivienda 50.000 desde que asumió su cargo. Los Rosales son una familia de siete hijos que esperaban desde hace años con ansiedad la entrega de la casa. Y más en estos días en que, según confesó Carlos Ariel, estaba obligado a devolver una vivienda que le habían prestado en el pueblo de Leales.

“El jueves nos llegó la comunicación de que nos iban a entregar finalmente la casa. No podía creer. Tanto fue así que me fui al Instituto de la Vivienda a ver si era cierta la noticia. Regresé a casa casi ahogado de la emoción”, contó. El hombre dijo que durante varios años vivió en un campo fuera del pueblo de Leales. “La escuela estaba a siete kilómetros y los chicos lo hacían al trayecto caminando. Era muy penoso. Por eso decidimos trasladarnos al pueblo. Nos instalamos en una casa prestada que hace poco nos pidieron”, contó. “La única opción que tenía era volver al campo de mis padres. No lo quería hacer porque sentía que era como retroceder. Cuando ya estaba contra la pared apareció este milagro”, sostuvo.

El matrimonio y sus siete hijos pudieron asistir al acto merced a que su empleadora le prestó su auto para que todos pudieran estar presentes ahí. Detrás de cada adjudicatario de las casas hay una historia de padecimiento y de esperanzas a veces perdidas.

Gisela Andrada y Luis Coronel conforman un matrimonio que vino luchando por su techo propio desde hace siete años. “Vivimos en la casa de mi madre, en Alderetes. Tenemos dos hijos. No es nada cómodo ocupar un espacio que no es tuyo. Entre las gestiones que realizamos para acceder al techo propio fue la inscripción en el cupo de UOCRA”, contó Gisela. “Siempre nos dábamos una vuelta por este lugar para ver el barrio. Y nos desesperaba ver tantas casas tapadas por los matorrales. Todo estaba destruido. De ahí que nuestras esperanzas de ocupar una parecía ya imposible”, añadió. Pero, cuando todo parecía perdido, hace 10 días le llegó al matrimonio la noticia de que se les iba a entregar finalmente la llave de una de las casas reconstruidas. “Fue una sorpresa enorme y que nos llenó de alegría. Fue algo así como que ganamos la lotería”, confesó Luis.  

Nancy Faversani y Pedro Roldán fueron otros de los que ayer comenzaron una nueva vida con casa propia. “Vivíamos con mi mamá desde hace tiempo. Este es el momento que siempre esperamos. Dios nos bendijo. Tenemos cuatro hijos y nos angustiaba verlos crecer sin tener nuestra propia vivienda. El jueves nos llegó la noticia. Me alegré hasta las lágrimas. Fue una fiesta”, relató Nancy. Entre las beneficiarias del Procrear figuró Sandra Ferreira, casada desde hace 33 años y madre de tres hijos. “Es un momento inolvidable porque ahora puedo comenzar a soñar con la casa propia. Siempre viví en la casa de mis padres. Al crédito ya lo tengo depositado y en los próximos días los obreros la comenzarán a levantar en El Cadillal. Ahí compramos un terreno”, contó. Sandra cree que en el logro del beneficio mucho tuvo que ver “la ayuda que llegó del cielo, de mi madre Elena Páez, que falleció hace un año”. “Ella siempre rezó para que consiguiera mi casa propia. Mi madre se fue y no pudo ver el sueño que se me comienza a cumplir hoy” agregó. Roxana López es una de las madres solteras que, con tres hijos, recibió la llave de su techo propio. “Vivía en la casa de mis padres en el barrio Madre Teresa de Calcuta de Alderete. Para mí esto es una bendición. Es que la casa en que estábamos es chica e incómoda para todos los convivientes. Por eso me inscribí para ver si podía obtener una vivienda social. Era la única opción que tenía para conseguirla. Soy empleada de un drugstore”, contó.

Según Karina Fernández, de la Unidad Ejecutora de Manantial Sur, la recuperación de las 952 viviendas abandonadas, demanda  el despliegue de unos 2.800 trabajadores de la construcción. “Se trata de un importante aporte a la reactivación del sector”, dijo. El programa Reconstruir tiene un plazo de ejecución de cuatro meses.

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