Crónicas del viejo Tucumán: de ingenieros y gobernantes
Esta tercera y última parte de la serie sobre la ingeniería civil en la provincia está dedicada a José Sortheix, profesional que fue el diagramador de toda la obra pública importante local del siglo XX, con proyección regional. Por Por José María Posse - Abogado, escritor e historiador.
Para culminar esta serie que intenta bosquejar los beneficios que la sociedad tucumana recibió de los ingenieros civiles, quienes de alguna moderna edificaron el Tucumán moderno, no podemos dejar de mencionar a dos grandes gobernadores del siglo XX, quienes tuvieron esa profesión y supieron volcarla en obras de importancia, que aún perduran.
Uno de ellos fue el ingeniero Luis F. Nougués, cuyo nombre es recordado en una de las villas más pintorescas del NOA y cuya biografía es bien conocida por un libro del doctor Carlos Páez de la Torre. El otro, que desarrollaremos en esta nota, es menos reconocido por las generaciones actuales y entendemosque por razones de estricta justicia, merece su espacio, en razón de que la huella de su planificación, fue rectora de buena parte de la obra pública del siglo pasado en nuestra provincia.
El gobernador ingeniero
José Sortheix nació en Tucumán en 1873, de origen vasco francés, y desde temprana edad se destacó por su inteligencia, laboriosidad y por sus dotes de matemático.
Egresado del Colegio Nacional de Tucumán, al no existir Universidad en la provincia, se marchó a Buenos Aires a continuar sus estudios. Si bien ya existía la carrera de Ingeniería, era de reciente creación y currícula incompleta, razón por la cual sus padres decidieron enviarlo a Europa.
En 1893 ingresó a la Escuela Politécnica de Francia (Ecole Polytechnique). Parte de sus estudios los realizó en la escuela Central de Artes y Manufacturas y otra parte en la Facultad de Ciencias de la Universidad de París (Sorbona). En 1898 egresó con el diploma de Ingeniero. Su tesis doctoral fue un estudio sobre balística, donde puso toda su pasión por los cálculos matemáticos.
Si bien pudo quedarse a desarrollar su carrera en Europa, donde tenía buenos ofrecimientos laborales, decidió regresar a su Tucumán natal, pues tenía la idea de volcar lo aprendido en su terruño. Trabajó varios años en Buenos Aires, donde revalidó su diploma, obteniendo el título argentino de Ingeniero Civil.
La prueba que rindió fue el recálculo de toda la estructura metálica de la Estación Retiro de la ciudad de Buenos Aires, realizado con detalle milimétrico.
Regresó a su Tucumán natal, donde se insertó rápidamente en un lugar expectable. Enrolado en la Unión Cívica Radical, ocupó un escaño en la Legislatura provincial desde donde volcó sus fuerzas en la modernización de la provincia.
Tuvo una recordada intervención en el polémico proyecto de la construcción de un dique en El Cadillal, el que había sido encargado por el gobernador José A. Olmos al reconocido ingeniero Carlos Wauters, por entonces jefe del Departamento de Obras Públicas e Irrigación de la Provincia. Sortheix revisó los cálculos y acusó a Wauters de no haber efectuado un estudio científico técnico pormenorizado de la zona donde se levantaría el dique. No se determinaban las condiciones del subsuelo, se habían hecho consideraciones teóricas irrealizables en la práctica, observaba serios vicios de fundación y ejemplificaba con el accidente del dique de Habra, con lo cual era fundamental proceder de manera minuciosa en la construcción de obras de tanta envergadura.
El ingeniero Sortheix conocía perfectamente aquellos terrenos, los que había recorrido con su amigo Miguel Lillo; por tanto sus sólidas argumentaciones no pudieron ser rebatidas por Wauters, a quién se acusaba de haber montado un presupuesto falso, sobre supuestos que no respondían a la realidad. Ello llevó a la renuncia del funcionario y el dique debió esperar décadas para poder concretarse.
Reconocido ya por sus extraordinarias dotes profesionales, Clodomiro Hilleret lo llevó a la administración general del Ingenio Santa Ana. Sin duda que el francés tuvo en el ingeniero Sortheix al mejor administrador de su fábrica, a la que ayudó a construir y luego a desarrollar.
Durante su gestión, se armaron las grandes maquinarías y estructuras que pondrían a este ingenio como un coloso de la industria americana. Trabajó allí hasta 1912, para marchar al viejo mundo.
El profesor universitario
Luego de una prolongada estadía en Europa regresó a Tucumán para ocupar diversos cargos de importancia y acompañar a Juan B. Terán en los primeros grupos de profesores de la Universidad.
La génesis misma de la Universidad Nacional de Tucumán puede rastrearse en el desarrollo de la industria azucarera y el requerimiento de las fábricas en contar con profesionales idóneos para la construcción, manejo y desarrollo de las grandes maquinarias y construcción de estructuras, como también el avance en los procesos químicos para la mejora del producto.
La atención de ello requería ingenieros Civiles, Mecánicos, Electricistas, Hidráulicos, como así también ingenieros químicos para el tratamiento y mejor aprovechamiento del producido de la caña; cada salto tecnológico debía ser aprovechado, en ello estaba el futuro de la economía tucumana y en ello estuvo la génesis misma de la Universidad Tucumana, primero provincial y luego nacional.
Sortheix integró el primer Consejo Superior de la UNT y fue decano de la facultad de ingeniería. Tuvo la satisfacción de entregar los diplomas a los primeros ingenieros industriales que egresaron en Tucumán.
En 1923 viajó a Berlín con la comisión de contratar profesores en Alemania a efectos de incorporar a los mejores docentes y científicos para formar a los estudiantes tucumanos. Luego ocuparía la presidencia de la Caja Popular de Ahorros de la Provincia, entidad a la que llevaría a consolidar.
El gesto de don Nicanor
En 1928, ya rodeado de un sólido prestigio, una fracción de su partido lo postuló a la candidatura a la gobernación. Su contrincante era el doctor Nicanor Posse, por lejos el candidato más popular de la provincia, sobre todo para la juventud, pues había traído algunas disciplinas deportivas a Tucumán, como el box, la esgrima, y, por supuesto, la aviación con la fundación del Aero Club, además de crear el club All Boys y organizar las primeras carreras de automóviles.
Posse era un hombre muy simpático, de exquisito trato, que contrastaba con la seriedad y parquedad de Sortheix. Para todos, don Nicanor era un seguro ganador de la contienda, pero él, dando muestras de una conciencia cívica extraordinaria declinó su candidatura a favor de su amigo, el Ingeniero José G. Sortheix. Argumentó que el referido (egresado de la Universidad de la Sorbona), estaba más capacitado que él para ejercer la gobernación. Incluso financió en parte y lo acompañó durante toda la campaña, organizando reuniones políticas a lo largo y a lo ancho de la geografía provincial, logrando hacerlo gobernador, sin aceptar ningún cargo ministerial que le fue ofrecido.
Sus otros apoyos los recibió del ingeniero Manuel García Fernández, el dueño del Ingenio Bella Vista; de don Ramón Paz Posse, propietario del Ingenio San Juan, y del doctor Miguel Campero. Eran otros hombres, en otros tiempos.
Gobierno
Entre sus obras más destacadas, se cuenta la creación de la Junta General de Vialidad y Turismo que se anticipó en dos años a la creación de la Dirección Nacional de Vialidad. La oficina tenía a su cargo todo lo concerniente a los estudios y proyectos de los trazados camineros y la construcción y conservación de estos y de los puentes. Se declararon de utilidad pública a fin de expropiación, terrenos en la Sierra de San Javier, en Tafí del Valle, en Los Cuartos y en El Mollar, además de parcelas de Raco y de otras localidades. Todo ello tendiente a la construcción de caminos y villas veraniegas.
Esos caminos, además de fomentar el turismo, el comercio y demás actividades, como el trazado de las rutas, conllevaba la construcción de cunetas y de desagües; se combatía así los pantanos, lo que evitaba las enfermedades endémicas de la región, como el paludismo. Al respecto se construyeron varios puentes sobre el río Seco y el Calera, sobre el arroyo Barrientos en Aguilares y sobre el Mal Paso en Los Sarmientos. Por toda la provincia se desarrollaron trabajos de instalación de aguas corrientes y perforación de surgentes.
Durante su gestión se realizaron amplios estudios para llegar a un sistema completo de desagües a lo largo de la zona pedemontana sobre la falda de San Javier, Tafí Viejo y Río Salí, como también para el norte y oeste de la ciudad y el arroyo del Manantial; creando las defensas para la zona noroeste de San Miguel de Tucumán, entre otras importantes obras públicas tendientes a dar una solución definitiva a la problemática de las inundaciones en época estival.
Para la realización de nuevas obras se requería un importante empréstito, lo que fue resistido en las cámaras legislativas. Pero el gobernador Sortheix, con esa visión práctica de los hombres formados en la ingeniería civil, insistía en la necesidad de un vasto plan de obras públicas, las que generarían trabajo y acarrearían beneficios concretos para el progreso integral de la provincia.
El exilio
La Revolución de 1930 contra el presidente Hipólito Yrigoyen truncó la gobernación del ingeniero Sortheix quien ya planificaba, entre otras cosas, reiniciar los trabajos para la construcción del dique en El Cadillal y el dique de Escaba. El plan de obras trazado iría a concretarse muchos años después, en tiempos de la segunda gobernación del doctor Miguel Campero, de Miguel Critto y por supuesto, del doctor Celestino Gelsi.
Estuvo dos años en el exilio, y regresó a Tucumán donde volvió a tener destacada actuación, sobre todo en la progresista gobernación de Miguel Campero, que basó su gestión en el plan “Agua y Caminos”, inspirados en el plan inconcluso de Sortheix.
Rector
En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, durante la gobernación del radical Critto, fue elegido Rector de la Universidad Nacional de Tucumán. Su nombramiento fue festejado por todos los ámbitos académicos, profesionales y sociales de la provincia.
Entre sus muchos logros se cuenta la creación de la Escuela de Minas de Jujuy, dependiente de la UNT, como respuesta a la necesidad de especialización tecnológica que requería la región del Noroeste Argentino. Nuevos acontecimientos políticos nacionales que culminaron en el Golpe Militar de 1943, llevaron a que la Universidad fuera intervenida. Ello fue un duro golpe para Sortheix, quien nuevamente no pudo desarrollar su plan para el engrandecimiento de la educación universitaria.
Retornó a su cátedra; además realizó investigaciones y publicó trabajos como “Factores del Clima en Tucumán”, entre otros.
Falleció en 1954, rodeado de la consideración de todos los círculos culturales, políticos y sociales de la provincia. Sin duda fue uno de los grandes constructores del Tucumán moderno.
Fuente documental utilizada en el artículo:
- Elba Estela Romero, (2004), “José Graciano Sortheix (1873/ 1954), Una Biografía”, Centro Cultural Rougés, Fundación Miguel Lillo.-
- Fragmento del libro “Historia de la Ingeniería Civil en Tucumán”, de José María Posse. Tucumán, 2016.