Lo atraparon en Bolivia momentos antes de que concretara una venganza. Increíblemente, se fugó cuatro meses después, generando un tembladeral en la justicia y en las fuerzas de seguridad de ese país. El hombre, acusado de ser un narco-secuestrador, fue descubierto el martes cuando caminaba por las calles de Famaillá. Las autoridades avisaron del arresto, pero por un tecnicismo, tuvieron que liberarlo a la hora, porque legalmente no podían retenerlo.
En noviembre del año pasado, según la investigación, el sospechoso, junto a dos hombres -que serían tucumanos- habrían viajado a Bolivia para adquirir cocaína. Como ocurre en este tipo de transacciones, el encuentro se realizó después de haber realizado varios contactos. Las negociaciones de ese tipo son con caras de pocos amigos. El comprador pide la droga y el vendedor, después de fijar las condiciones de la operación, reclama parte del dinero y al resto lo recibirá cuando entregue la sustancia. Pero en este caso algo salió mal. El proveedor de la sustancia nunca llegó a la cita, pese a haber recibido una importante suma de dinero.
Los compradores fueron a buscar a Potosí a ese hombre con el que habían arribado al acuerdo. Recorrieron las calles de Bermejo, el municipio del departamento de Tarija, buscándolo. Estuvieron en la ciudad y en los barrios de calles polvorientas donde normalmente se esconden los traficantes de drogas y contrabandistas. Lograron ubicarlo y lo subieron a un vehículo.
Los investigadores bolivianos informaron que el grupo, en un primer momento, retuvo y golpeó al proveedor. Pretendían, según consta en la investigación, exigir a sus familiares la devolución de los dólares -las operaciones se realizan con billetes de la moneda norteamericana- para liberarlo. Como no obtuvieron ninguna respuesta a sus exigencias, decidieron trasladarse hasta una zona rural para, supuestamente, asesinarlo, según declaró la víctima.
“El personal de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de Bermejo, interceptó a un vehículo en la comunidad de Campo Grande y al realizar la requisa encontró en el interior a tres sujetos, con un hombre que estaba maniatado y amordazado. A raíz de esto, la banda de secuestradores trató de darse a la fuga, pero el personal policial pudo aprehenderlos y gracias a esto logró salvarle la vida a la víctima”, se puede leer en el comunicado oficial dado a conocer por las autoridades de ese país. En ese documento, se identificó a los detenidos como Claudio Ávalos (44) -de origen tucumano-, Alejandro Ponce (33) -es argentino, pero no se confirmó su origen- y el boliviano Emanuel Chaile (18). Días después informarían que el cuarto integrante, que también sería habitante de nuestro país, había logrado escapar.
El escape
La justicia del vecino país acusó de secuestro extorsivo y tentativa de homicidio a los tres detenidos. Sin embargo, en un fallo que generó el rechazo de los miembros de la fuerza de seguridad, un juez les dictó el arresto domiciliario a personas que no vivían en Bolivia y que sólo ingresaban para, supuestamente, realizar actividades ilícitas.
En enero, los acusados de secuestro y tentativa de homicidio dejaron los calabozos que ocupaban para mudarse a una modesta vivienda que alquilaron para cumplir con la orden judicial. Tal como lo establecía el fallo, un policía los vigilaba las 24 horas. Pero las medidas de seguridad terminaron siendo insuficientes.
En marzo, en otra polémica resolución, los detenidos recibieron la visita de sus mujeres para mantener relaciones sexuales. No era la primera vez que lo hacían y por ese motivo, hubo un relajamiento en la custodia. El guardia de turno ingresó al baño y las dos parejas aprovecharon ese momento para abandonar la casa y huir en un vehículo que los estaba esperando en la zona. De allí, cruzaron la frontera y las autoridades bolivianas nunca más supieron de los evadidos.
Un dato
Hace un mes aproximadamente, investigadores del vecino país, que tenían contactos con sus pares tucumanos por la detención en Bolivia de Luis Piccinetti, el acusado del crimen de un productor rural de Trancas que fue recapturado por la Policía boliviana, pidieron colaboración. Tenían el dato de que Ávalos habría decidido ocultarse en Famaillá.
Durante varios días, personal de la Brigada Oeste comenzó a realizar tareas de inteligencia. Después de varios días, confirmaron la versión y demoraron a Ávalos cuando caminaba por las calles de esa ciudad del interior de la provincia.
Al verificar su identidad, se comunicaron con sus pares para informar que habían atrapado a uno de los tres prófugos y les pidieron que les enviaran la documentación con el fin de convalidar su detención.
Faltaba la orden
Mientras tanto, los investigadores se comunicaron con funcionarios de la justicia ordinaria y de la federal para informar de la situación. De ambas partes recibieron la misma respuesta: para que se oficializara su detención, los bolivianos debían radicar la orden de captura en la base de datos de Interpol. Pasaron las horas y, al no haber cumplido con los trámites exigidos por ley, el prófugo terminó siendo liberado.
Los pesquisas del vecino país y los tucumanos creen que Ávalos estuvo oculto varias semanas en un lugar desconocido. Al comprobar que no lo buscaban en su ciudad, regresó y mantuvo la vida normal. En principio, según confiaron fuentes policiales, no tendría antecedentes penales, mucho menos por causas vinculadas a drogas. Aparece como inscripto en la AFIP, pero fue dado de baja en 2016 y fue incluido en la base de contribuyentes no confiables.
No se descarta que sus dos cómplices también hayan elegido esa ciudad para ocultarse, pero hasta el momento los pesquisas no pudieron encontrar ningún rastro de ellos. El prófugo, después de que se le comunicara que la justicia boliviana no había cumplimentado los trámites para su detención, se marchó caminando de la comisaría. Afuera lo esperaban sus familiares que desde muy temprano exigían su liberación. De ahí, no se supo nada más de él.
En Famaillá: muy pocos conocen a Ávalos, pero muchos no hablan por temor
En Famaillá la noticia de la detención y posterior liberación de Claudio Ávalos generó sorpresa. Los pocos que aseguraron conocerlo dijeron que no sabían que tenía problemas con la ley y confirmaron que se lo veía caminando por la calle. Sin embargo, hubo varios que prefirieron no hablar después de que el periodista de LA GACETA diera a conocer su nombre. “Mire, maestro, hay temas que en esta ciudad no conviene hablar”, dijo uno de los entrevistados.
Marcos Díaz, empleado de comercio, dijo que entendía que el prófugo pertenece a una familia que es conocida por ser propietaria de una empresa constructora que realiza muchas obras en esta ciudad. “La verdad es que no sé a qué se dedica él, pero estoy seguro de que hace otra cosa”, agregó.
Silvia, que pidió expresamente que su apellido se mantuviera en reserva para no sufrir represalias, señaló: “los vecinos sabíamos que había tenido problemas en Bolivia, pero sólo eso. A los meses lo volvimos a ver en las calles y, según las personas que lo conocen, les había explicado que lo habían detenido injustamente y que se quedó todo ese tiempo en ese país porque debía aclarar su situación”. “Él caminaba por la calle o se lo veía circular en su camioneta como si nada. Por eso nadie sospechaba que estaba prófugo de la Justicia. Por eso es llamativo lo que nos cuenta. Pero no es la primera vez que un habitante de Famaillá aparece vinculado al tema de drogas. Esto sí es un problema para las personas que amamos a la tierra en la que nacimos”, añadió la mujer.
“En esta ciudad somos noticia siempre, ya sea por las estatuas, las empanadas o por casos policiales. Nada me sorprende, qué quiere que le diga. Todo en Tucumán está muy mal y no sólo Famaillá. Y nadie hace absolutamente nada para cambiar”, comentó Esteban Suárez.
En Bolivia: “la fuga de Ávalos fue un golpe para toda la fuerza”
“Realmente es lamentable que este señor una vez más se haya burlado de las autoridades. Su fuga fue un golpe muy duro para nuestra fuerza”, explicó el teniente Andrés Ortiz Bernal de Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) en una entrevista telefónica con LA GACETA.
El funcionario destacó que no estaba al tanto de que en nuestra provincia habían demorado a Claudio Ávalos. “Teníamos otra línea de investigación. Según los informes que nos brindaron Gendarmería Nacional y la policía de Salta, el prófugo estaba oculto en Orán, donde continuaba desarrollando actividades ilícitas”, señaló.
Ortiz Bernal explicó que su teoría es que el tucumano se dedica a la compra de drogas, especialmente cocaína, para luego distribuirlas en Argentina. “Lo tenemos registrado como un narco importante que normalmente realiza operaciones en Bermejo. La frontera es muy permeable y hay muchas personas que realizan esa actividad”, añadió.
El oficial del Felcc también comentó detalles sobre el caso. “Ellos tenían pensado asesinar al proveedor que se quedó con su dinero y no le entregó la mercadería que habían ido a comprar. La víctima no sólo reconoció que la intervención de nuestros hombres le salvó la vida, sino que además confirmó que todo el problema se había iniciado por una operación de drogas. Él fue procesado por otra causa, pero nunca quedó tras las rejas”.
Sobre la fuga de Ávalos aclaró: “si bien el fallo judicial que le otorgó el arresto domiciliario fue cuestionado porque se le otorgó a una persona que no sólo no tenía residencia en nuestro país, sino que también quedó demostrado que ingresó de manera ilegal, hubo una falla en la custodia que se había ordenado cumplir. Por ese motivo hay dos uniformados detenidos que todavía deben responder judicialmente por sus actos”.