LONDRES, Reino Unido.- Resignado, pero sin muestras de arrepentimiento, Boris Johnson aceptó que su liderazgo como líder del Partido Conservador, y por lo tanto como primer ministro de Gran Bretaña, llegó a su fin.
El “Borixit”, como le llaman los diarios británicos, se produjo luego de una gigantesca crisis política y de una avalancha de renuncias, que incluyó a más de 60 miembros de su gabinete.
Esta renuncia no significa que el primer ministro británico vaya a irse mañana mismo. De hecho, tiene intenciones de permanecer en su puesto hasta que su partido designe a su sucesor, un proceso que puede llevar varios meses.
Todo el asunto tiene muy irritados a algunos conservadores, al punto que están exigiendo una reforma de los procedimientos del Parlamento. Otros proponen, directamente, sacarlo a la fuerza, para que no pueda esperar en el cargo a su reemplazo.
Para colmo, hay quienes lo acusan de querer extender su estadía con la intención de seguir usando recursos del Estado para su beneficio personal. En concreto, para tener un lugar gratuito donde celebrar su fiesta de casamiento.
Es que Johnson y su esposa Carrie se casaron en 2021, pero esperaban hacer una ceremonia fastuosa el 30 de julio, en Chequers, la residencia de campo de los primeros ministros británicos, al noroeste de Londres. Las invitaciones ya están enviadas y, si se va antes, no podrá.
“Todos quisiéramos celebrar una fastuosa boda a costa del contribuyente en Chequers, pero no podrá hacerlo porque la opinión pública británica lo encontrará aborrecible”, dijo el alcalde de Londres, Sadiq Khan, en declaraciones a la radio LBC.
“El partido quiere escoger un nuevo líder y un nuevo primer ministro”, dijo Johnson en su discurso a los británicos frente al 10 de Downing Street, afirmando que la gran victoria electoral obtenida por los conservadores en 2019 le impidió dar este paso antes.
“Era mi deber hacer lo que habíamos prometido: recuperar el poder de las manos de la Unión Europea, que permitió al país atravesar la pandemia y lanzar más rápido la campaña de vacunación -precisó Johnson en su discurso de dimisión-. Pero, cuando el rebaño se desplaza, se desplaza”, prosiguió, aludiendo a las renuncias en su partido.
Si todo ocurre como lo desea, Johnson seguirá siendo jefe del gobierno británico hasta octubre cuando, tras un largo proceso de selección, su sucesor entre en funciones para la Conferencia del Partido Conservador.
Antes que nada, los tories deberán darse un nuevo líder del partido. Con las reglas actuales, los pretendientes deben obtener el apoyo de ocho miembros de la Cámara de los Comunes para ser candidatos. Acto seguido, y tras una serie de votaciones eliminatorias, los diputados conservadores retendrán solo dos candidatos, que serán sometidos al voto de todos los miembros del partido a nivel nacional.
Pero la agenda para cada etapa debe ser decidida por el famoso Comité 1922, responsable de la organización de la bancada tory en la Cámara. Y como ese organismo debe renovarse el lunes, muchos esperan que opte por cambiar las reglas.
Los vítores de sus aliados, ubicados frente a la puerta negra con el número 10, en Downing Street, quedaron ahogados por los abucheos y burlas de manifestantes que fueron a “despedirlo”.
Después que comenzó a hablar, el manifestante Steve Bray subió el volumen de su equipo de sonido para que empezara a sonar “Bye Bye Boris” al ritmo de “Bye Bye Baby” de The Bay City Rollers.
Decenas de personas lo acompañaron a los gritos. Tanto en su partido como en la calle, el creciente clamor para que dimitiera era ensordecedor. Su discurso final, sin embargo, no ofreció ninguna disculpa o contrición. (Reuters)