La distancia construye memoria y permite valorar vivencias y paisajes que la cotidianeidad de la cercanía deja pasar de lado, como algo que siempre estará allí, que nunca se perderá. Pero cuando uno pasa tiempo sin nutrirse de esos aportes, todo cobra una dimensión especial. Extrañar se remedia volviendo, pero ese regreso siempre está construido por nuevas necesidades y evocaciones.
Roque Céliz puede dar fe de ello. Cuando dejó su tierra natal para seguir su carrera artística en otros destinos, crecieron en su interior necesidades y evocaciones que se transformaron en “A mi Tucumán querido”, la obra conformada por canciones “escritas para rendir homenaje a los costados de la provincia que a mí me conmueven, donde hay lugares, recuerdos, personas, historias en donde se cobijan una mezcla de sentimientos que yo tengo por ese Tucumán que llevo adentro y que siempre estoy visitando”.
Así le anticipa a LA GACETA el contenido de la obra que presentará esta noche a las 21.30 en el Teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy), en un doble evento destacado: será la inauguración del XXIII Julio Cultural Universitario que organiza la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de Tucumán e implicará la reapertura para los hechos artísticos y culturales de ese emblemático y centenario coliseo, tras años de arreglo y recuperación.
La propuesta estará protagonizada por la Orquesta Sinfónica de la UNT, con la dirección de Roberto Buffo, y el Coro Universitario que conduce Lucas Sorroza Díaz, con Céliz sobre el escenario. Como artistas invitados participarán Mercedes Maiztegui, Javier Fiori, Julio Cossio, Agustina Ascárate, Martín García, Gabriel Gómez Saavedra, Marcos Zeitune, Sebastián Pollo Iturre, Enzo Masetti y Julio Azalot. Las visuales estarán a cargo de Pablo Pepe Gutiérrez.
“Básicamente es un grupo de canciones, con arreglos de cámara. Quería hacer una ‘obra’ -y cuando la defino así está lejos de querer ser pretencioso, sólo me refiero a un grupo de canciones enmarcadas en un concepto- fuera de todo género y sin forzar a las distintas músicas que iban saliendo, sin encasillarme en ciertos márgenes. Al mismo tiempo quería escribir para cuerdas, vientos y percusión para bañar a cada tema con esos timbres”, resalta el compositor.
El impulso creativo que se plasmó en una oda a la provincia a la cual regresa siempre que puede nació en 2019, cuando se abrió una convocatoria del Fondo Nacional de las Artes y ganó una beca para realizar un viaje sonoro por destinos tucumanos arraigados en la cultura y la memoria colectiva: los paisajes y personajes de Amaicha del Valle, El Mollar, San Pedro de Colalao, Tafí del Valle y Tafí Viejo se transformaron así en música y poesía, ahora completadas con arreglos orquestales.
“Me vine dos meses y medio a Tucumán con mi familia, repartiendo la estadía entre San Miguel, los Valles Calchaquíes, San Pedro de Colalao, Trancas, Choromoro y otros lugares por los que estuve de paso. En cada uno compuse la idea matriz de las canciones. Generalmente eran más de dos planteos musicales; por ejemplo, en Amaicha estuvimos 20 días y comencé a escribirle a los vientos, después a los misterios de la siesta, luego al río... En fin, nada me parecía muy original. Tenía el entusiasmo y cierta ansiedad de tener alguna canción que ponga en perspectiva a las demás. Una mañana fue a visitarnos Esther Bellido, vecina de la casa que nos había prestado el Topo Encinar y la Turca Nazar, y nos invitó a su vivienda, nos abrió las puertas, nos mostró su mundo, sus artesanías, su trabajo con la tierra, con la uva y además me convidó unas coplitas. Esa simpleza, apertura, fraternidad, sabiduría, me conmovió tanto que terminé haciendo una canción para ella. Traté de reflejar en las melodías la simpleza y la luz de Esther, y en el arreglo, la profundidad de esta persona tan hermosa”, detalla.
En total hizo 13 canciones, pero para el concierto aclara que tuvo que elegir “las que mejores se llevaban entre sí”. “El proceso para este concierto comenzó hace muchos meses. En 2021 grabé tres de esas canciones con un equipo de gente muy valiosa, músicos increíbles, donde jugó un papel fundamental Marcos Archetti con quien termine arreglando cinco de los temas y Fernando Taverna, quien fue el técnico de grabación y mezcla. Cuando terminé de hacerlo le mandé un correo a la Orquesta Sinfónica con algunos arreglos escritos y las grabaciones crudas. El 30 de diciembre estaba en el río Tipa, en San Pedro de Colalao y suena el celular y escucho: ‘Hola Roque, Roberto Buffo aquí, vamos a hacer tu obra el año que viene!...’ No podía creer semejante noticia. Me llenó de felicidad la generosidad del maestro; yo sabía que tenía una apertura musical que no es común en el ámbito académico. Así comenzó 2022”, relata.
En principio, la idea era estrenar en el Julio Cultural; luego se pasó para noviembre, y después se volvió al primer impulso. “Presentar esta obra en la reapertura del Alberdi son muchas buenas nuevas. Entonces comencé con la difícil tarea de elegir cantantes. Después de pensar mucho, decidí que la persona elegida para cada canción en particular tenía que ser alguien a quien no tenga que explicarle nada de lo que hablo o de lo que intento reflejar, y además que sean con las que tuviera un vínculo. En los ensayos, felizmente, confirmé que todo fluía y que las letras en sus voces sonaban genuinas. También invité al poeta y escritor Gabriel Gómez Saavedra, quien estará presente, y a Pepe Gutéerrez, un amigo y enorme artista con quien ya venimos trabajando con intervenciones y manipulaciones de objetos en vivo para que se proyecten”, describe.
El compromiso de Buffo también se expresa en los arreglos de dos zambas icónicas que serán parte de la velada, que se abrirá con el Coro y luego con el despliegue escénico completo.
“Presentar este trabajo en Tucumán, en el lugar al que pertenecen estas canciones, es un hermoso regalo de la vida, de la música, del trabajo y del amor que le puse. Lo celebro y comparto esta felicidad. Espero que este humilde homenaje en forma de música viaje y llene la sala de música, de abrazos y de tucumanidad”, concluye Céliz.