A esta altura del partido, la única certeza que tienen los argentinos es que quien dirige la batuta en materia económica tiene nombre y apellido, el de una mujer: Cristina Fernández. La vicepresidenta de la Nación ha vuelto a colocarse en el centro de la escena en una crisis política con pocos precedentes, que ha sumido a todos los agentes económicos en un océano de incertidumbre. Fábricas que frenaron la distribución de su producción; intermediarios que decidieron esperar antes de vender y el comercio minorista que tuvo que arrancar una semana con remarcación de precios de entre un 15% y un 28%, según los rubros porque nadie sabe cuánto costará la mercadería la semana que viene, una eternidad en el reloj biológico argentino.
El Índice de Incertidumbre Económica, medido por la Universidad Católica Argentina, se dispara prácticamente el mismo ritmo que lo hace el Riesgo País que, ayer, terminó en 2.574, ocho puntos porcentuales más que el lunes. No es un dato menor. Si la Argentina hace tiempo dejó de estar en el radar del mercado voluntario de crédito, ahora se fue a otra galaxia. En el índice global de MSCI, la Argentina es considerada como un mercado “standalone market”, una ubicación que comparte desde 2021 con países como Bosnia, Bulgaria, Malta, Ucrania, Botsuana, Zimbawe, Líbano, Palestina, Jamaica y Panamá. Mientras más regulaciones y más intervenciones estatales al mercado existen, el país se expone cada vez más a un descenso en las categorías que toman en cuenta los inversores a la hora de colocar sus capitales en determinados países. Más profundo no se pudo caer.
La incertidumbre es un aspecto clave que impacta sobre las decisiones de consumo de las familias, la inversión por parte de empresas y las condiciones en los mercados financieros, afirma el Centro de Analítica y Económica Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA). Este instituto ha revelado que el Índice de Incertidumbre Económica está en niveles elevados, sólo por detrás de la medición efectuada en marzo cuando el presidente Alberto Fernández le “declaró la guerra a la inflación”. Un aumento de la incertidumbre desacelera el crecimiento económico y tiende a aumentar la desocupación. Afecta especialmente las inversiones de largo plazo, como aquellas de infraestructura y de internacionalización de empresas locales. Al incrementar el riesgo el incremento de la incertidumbre aumenta el costo financiero a todas las instituciones frenando su expansión.
El diagnóstico académico vino precedido por una serie de medidas, adoptadas por el Gobierno, que ha causado la reacción del sector privado durante junio.
• El 5 de junio se anunció el impuesto a la renta inesperada. El índice marcó un pico de 77,8%.
• El 14 del mes pasado, el Indec informó que el IPC creció 5,1% en mayo. El índice se disparó nuevamente y, en el día siguiente, alcanza un valor de 89,5%.
• Una semana después, se difundió un refuerzo del control de las importaciones. El índice marca un nuevo pico (86,6%).
• Hace una semana, el dólar financiero llegó a $ 250. El índice alcanza 92,5%, el valor diario más alto del mes.
Una medida excede la expectativa de otra. Así fue como la inflación cedió protagonismo frente a noticias de política económica y de mercados financieros. El fin de semana llegó con otro capítulo de desencuentros y con una renuncia clave: Martín Guzmán se alejó del Ministerio de Economía. La Argentina entró, otra vez, en el cono de sombra. Durante 27 horas no se supo quién iba a a ser el sucesor. Se barajaron decenas de nombres. Pero bastó que ella levante el teléfono y nominara a una economista: Silvina Batakis.
Cristina Fernández hace y deshace a piacere dentro del Gobierno. Se pone en la vereda del frente, pero es ella la que define acciones. Cuando todo parecía indicar que Sergio Massa sería superministro, lo bajó de un plumazo (no iba a permitir que el tigrense lanzara ya su candidatura presidencial) y hasta le dijo a Juan Manzur que se quedara tranquilo, que el tucumano no abandonaría la Jefatura de Gabinete. Por eso, el gobernador en uso de licencia pasó el fin de semana en familia y viajó hacia la hoguera de las vanidades el mismo domingo en que se designó a la nueva ministra. “Los occidentales tienen los relojes pero estos solo te informan la hora cuando lo importante es manejar el tiempo”, comentan que es la frase preferida del jefe de Gabinete.
Cristina seguirá dominando la economía y el mercado lo sabe. Una vez más, Alberto claudicó frente a la impronta política de la mujer que lo nominó para la Presidencia de la Nación. La política se devalúa a mayor ritmo que el peso. La emisión de pesos es febril, tanto como lo es la impresión de votos en tiempos electorales. Un 75% de los argentinos acuerda con que el principal problema del gobierno no son sus medidas económicas sino la credibilidad del Presidente de la Nación. La falta de un liderazgo centralizado y de narrativas que ordenen la discusión política atentan directamente contra la capacidad del Gobierno de generar consenso social, indica un reciente reporte de Zuban Córdoba y Asociados. El escenario de los tercios imperfectos mantiene buena salud a pesar de la mala performance de sus protagonistas. La mediocridad para algunos es normal; la locura es poder ver más allá, diría Sui Generis. Muy pocos están dispuestos a mirar a ese “más allá”. Es la vieja costumbre de vivir en la coyuntura.