Biotecnología: microorganismos que contienen soluciones ambientales
María Eugenia Farías cree en la naturaleza, en la Pachamama, en la Madre Tierra. En la energía de la naturaleza. Cree que la naturaleza puede -si quiere- curar. Y, como científica, lo sabe.
Luego de más de 20 años de investigaciones en ecosistemas de la Puna y los microbialitos de la región, sostiene que en estas bacterias, aplicadas a la biotecnología, estarían las claves para subsanar muchos de los graves problemas ambientales del planeta.
Además de la biotegnología, los microbialitos o estromatolitos, tienen muchas posibles aplicaciones sobre todo en áreas como ciencia y turismo.
Los de la Puna en particular, tienen características que los hacen únicos en el mundo por su capacidad de desarrollarse aún condiciones ambientales adversas para casi todas formas de vida: sobreviven en un desierto de altura rodeado de volcanes, baja presión de oxígeno, alta radiación ultravioleta, lagunas salinas, alcalinas, cargadas de azufre, hierro y arsénico”.
La profesional explica que todavía se encuentran estromatolitos en otros lugares del mundo, por ejemplo Bahía Tiburón, en Australia; Cuatrociénagas, en México o en Bahamas. “Son lugares muy específicos; pero los de la Puna se caracterizan por su semejanza con las primeras formas de vida, que tuvieron la capacidad de adaptarse en un planeta sin oxígeno, respirando arsénico, y azufre”, asegura.
Dicho de otra manera: los de la Puna son una especie de "super estromatolitos".
El problema es que la riqueza y el potencial de estos ecosistemas no tiene aún la difusión necesaria y se ven amenazados por la presencia de otro tipo de riqueza natural que coexiste en los inhóspitos territorios de la Puna: sus grandes reservas minerales, como el litio. En la mayoría de los casos, las empresas que realizan exploraciones mineras no tienen la suficiente información sobre este patrimonio científico y tecnológico y eso impide que tengan en cuenta su conservación.
“Es difícil proteger osos y ballenas, imaginate querer resguardar a una bacteria”, grafica la microbióloga. “Con el paso de los años, algunas empresas han incluido el cuidado de los estromatolitos en sus líneas de base y planeamiento ambiental, pero son muchas las que no los tienen en cuenta básicamente porque no hay ninguna legislación que se los exija. Sin embargo, con años de trabajo, se logró resguardar algunos lugares como es el caso de Laguna Socompa, Tolar Grande y algunas zonas de Chile”.
La profesional tiene argumentos para sostener su opinión, gracias a su trabajo de difusión, entre otras cosas, algunas de las comunidades de la zona se apropiaron del conocimiento y hoy son las principales encargadas del cuidado de los estromatolitos y de aprovecharlos turísticamente. Así sucede con Ojos de Campo en Antofalla y Ojos de Mar en Tolar Grande.
Pero quizás el potencial más grande de estos microorganismos se encuentre en sus aplicaciones en biotecnología. Farías, junto a otras dos científicas tucumanas -la Dra. Carolina Belfiore y la Dra. Elisa Bertini- y un joven CEO de negocios de Buenos Aires -Franco Martínez Levis-, fundaron una start up que busca aplicar este conocimiento científico a la solución de problemas ambientales. Tienen sedes en la universidad San Pablo T de Tucumán, en Buenos Aires y en Estados Unidos.
La empresa se llama Puna bio y se dedica a emplear microorganismos extremófilos para mejorar los suelos de cultivo. Esto no es menor si se considera que el 33% de los suelos cultivables en el planeta se encuentran degradados y que esa cifra podría llegar a 90% en 2050, según estudios.La doctora explica que esto permitiría además que tierras de zonas áridas se vuelvan cultivables y puedan ser habitadas.
“Las bacterias extremófilas de laboratorio son mucho más potentes: aumentan peso semilla por hectárea y además funcionan mejor en condiciones extremas, por ejemplo, en casos de sequías y además, en el futuro , se busca intentar disminuir el uso de fertilizantes, que generan problemas ambientales como contaminación de ríos y atmósfera. O sea, lo tiene todo”, concluye.
A partir del hallazgo de los estromatolitos de la Puna, profesionales y organizaciones científicas del todo el mundo comenzaron a investigarlos por sus múltiples aplicaciones: Max Planck Institute, de Alemania; empresas petroleras de Brasil y Estados Unidos, gobiernos y empresas de Chile y México y empresas Chinas.
Uno de los proyectos más interesantes es el de la Agencia Aeroespacial Europea: “La ESA -por sus siglas en inglés European Space Agency- envía equipos especiales a buscar vida en Marte.Debido a que el territorio de la Puna tiene características ambientales similares a ese planeta, entrenan sus esos equipos aquí, con las trazas de vida que ya estudiamos en la región, para de esa manera indagar si esas mismas trazas se encuentran también en Marte”, explica.
Con todo este potencial de los estromatolitos, si son resguardados, además de aportar soluciones ambientales al planeta podrían aportar al movimiento económico de la Puna, en esas alturas donde las únicas opciones parecen ser la minería y el turismo.