El Poder Ejecutivo extinguió el expediente por la compra de muebles para el novel Ministerio de Obras Públicas de la Provincia. Una áspera polémica se había desatado desde que LA GACETA dio a conocer los detalles del mobiliario pretendido: piezas con estilo artístico de decoración de finales del siglo XVIII (estilo “Luis XVI”), de principios del siglo XIX (estilo “Imperio”, es decir, del Primer Imperio Francés, fundado por Napoleón Bonaparte) y, finalmente, de “estilo inglés”.
La oposición formuló pedidos de informes para que haya una explicación documentada. En simultáneo, el Ministerio de Obras Públicas manifestó a la prensa que la compra no se había ejecutado y que los estilos requeridos tenían que ver con el estilo arquitectónico de la Casa de Gobierno, ya que el mobiliario pasaría a formar parte del patrimonio del Poder Ejecutivo. Sin embargo, la “orientación” de estilos decorativos había llevado el monto de adquisición por encima de los $ 6 millones.
Según el detalle oficial, se trataba de dos sillas estilo imperio tapizadas con jacard con hilos de plata, por $ 270.000; ocho sillas de madera de cerezo estilo inglés, por $ 480.000; dos sillones estilo imperio, por $ 225.000; una lámpara de escritorio Art Dèco de bronce, por $ 60.000; un par de sillones canapé franceses, por $ 450.000; una mesa de sala oval estilo Luis XVI, dorada con mármol de carrara, por $ 525.000; una mesa de directorio estilo imperio con vidrio por $ 490.000; dos escritorios de secretaria de roble por $ 450.000; un mueble cabinet estilo imperio con marqueten, broncería y mármol francés por $ 975.000, una mesa de living francesa estilo imperio con mármol de carrara y broncería por $ 450.000; un juego de living estilo imperio dorado de 1825 por $ 1,1 millón; una mesa de bar rodante por $ 180.000; y el escritorio personal del ex gobernador Celestino Gelsi (1958-1962), de estilo colonial, por $ 375.000.
Para comprender los reparos contra este trámite hay que desambiguar el “qué” de la cuestión del “cómo” y del “cuándo”. Dotar de amoblamiento a un nuevo ministerio es una medida oportuna. Pero hacerlo con estos muebles carecía de sentido de la oportunidad (que la actuación sea racional y responsable con respecto al contexto). Dada la actual crisis social y económica, que se manifiesta en elevados índices de pobreza e indigencia, desempleo e inflación, el gasto en muebles suntuarios para un despacho de servidores públicos lucía como un trámite divorciado de la realidad que viven los tucumanos.
A la hora de justificar la desestimación de la compra, la Gobernación explicó que el expediente se había “politizado” y se había tornado “polémico”, circunstancia que iba a impedir “cumplir con el objetivo” buscado, consistente en que el Ministerio de Obras Públicas “tenga los medios para trabajar”. Este argumento también presenta un déficit político en materia de sentido de la oportunidad. La administración del Estado, como todo hacer humano, está sujeto al error. En este caso, además, la adquisición no se concretó. Era, justamente, una oportunidad para reconocer el yerro y advertir que fue conjurado antes de que se concretase un daño al erario. Sin embargo, se prefirió la vía de la negación, con un argumento insustancial: si la “politización” de los actos oficiales referidos a la cosa pública conspiran contra el objetivo de gobernar, entonces la administración del Estado sería de cumplimiento imposible.
No deja de ser alentador que, frente a las objeciones, el Gobierno haya resuelto frustrar la consumación del expediente y ahorrar ese gasto al erario. Ha tenido que pagar costos políticos, pero ello siempre deja una enseñanza.