Prácticamente todos los años, ocurren casos de bebés y pequeños que mueren por inmersión luego de caer en alguna piscina o pileta de lona. Desgraciadamente, los ahogamientos constituyen unas de las primeras causas de muerte en niños de uno a cinco años, según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Debido a que el niño no produce ningún ruido al sumergirse en el agua, el ahogamiento es conocido con un apelativo que eriza la piel: la muerte silenciosa.
Para peor, todo ocurre rápido. Sólo tres minutos de inmersión pueden ser fatales o dejar secuelas permanentes, tras la falta de oxígeno cerebral. Además y de acuerdo a las mismas estadísticas de la SAP, en los varones el índice de mortalidad por ahogamiento duplica al de las mujeres puesto que suelen ser más inquietos y movedizos. "'Cuando todos miran, nadie mira', es el lema que los pediatras solemos repetir. Se refiere a que la vigilancia no debe quedar a cargo de un conjunto indeterminado de adultos. Un chico puede ahogarse en una pileta solitaria o en una repleta de gente. Por eso, debe designarse a un único responsable. Y preferentemente debe tratarse de una persona en buenas condiciones físicas, que pueda correr y saltar", introduce el doctor Guido Torres Busquets, médico pediatra.
En un documento de la SAP titulado Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento, se advierte que con la primera bocanada de agua que traga el chico ya queda imposibilitado de gritar por auxilio. Por ello, la segunda recomendación de Torres Busquets consiste en que el cuidador evite ser presa de cualquier distracción, como mirar el celular, cebar mate, leer un libro, etcétera.
"Los nenes de entre uno y cinco años no tienen consciencia del peligro. Por ello son particularmente vulnerables", prosigue Torres Busquets. Ante esa realidad, en tercer término dice que nunca debe dejarse al niño sin supervisión de un adulto. "Y jamás -enfatiza- a cargo de otro niño".
Un cuarto consejo importante es que se coloquen rejas en la pileta, de 1,30 metros de altura y con barras verticales (no horizontales) de 10 centímetros de separación entre sí, para que el menor no pueda introducir su cabeza ni pasar de costado. A su vez, el médico apunta que las puertas del enrejado deberían tener algún sistema de cerradura. "Y si se pudiera instalar un sistema de alarma, mejor", refuerza.
Quinta sugerencia: no colocar cerca objetos que permitan que el menor trepe, como sillas o mesas, ejemplifica. "Y al salir de la pileta tampoco deben dejarse cosas que le llamen la atención, para que no sienta atracción por volver", destaca luego.
Con los niños de entre uno y cuatro años -puntualmente-, la intervención del padre se hace particularmente necesaria porque es un período donde el ímpetu infantil aumenta. "El adulto debe estar muy atento porque, por las propias características del desarrollo físico y emocional en esa franja de edad, el niño se esfuerza por alcanzar la autonomía. Todo el tiempo trata de satisfacer su curiosidad y su necesidad de actividad. Y prueba y desafía para afirmar su propia independencia", acota en un informe de la SAP la doctora Ángela Nakab, médica especialista en pediatría y adolescencia. En cambio los bebés son poco autónomos y dependen totalmente de sus cuidadores. Por ello, aquí la mayoría de los ahogamientos se producen en los lugares de baño.
La doctora María Cecilia Rizzuti -médica pediatra y miembro del Comité de Prevención de Lesiones de SAP- agrega que en el momento en que el niño comienza a ahogarse, el desenlace es, a menudo, fatal. La supervivencia depende de la rapidez en sacarlo del agua y de la realización de una reanimación adecuada. En caso de ahogamiento, si está inconsciente pero respira, se debe llamar a los servicios de emergencias. Durante la espera, se aconseja quitarle la ropa mojada y envolverlo con algo seco para que recupere la temperatura corporal. Por último, conviene colocar al niño en postura lateral hasta la llegada de una ambulancia.
Finalmente, con respecto a las piletas inflables o de lona, Torres Busquets menciona que deberían desarmarse o vaciarse al finalizar el día. "Los niños chiquitos pueden ahogarse en un balde", cierra.