Hasta hace no muchos años eran la excepción. Ahora, son cada vez más las mujeres que se convierten en madres a la misma edad en que nuestras abuelas tenían nietos. Tiene cuarenta y pico. Su vida, generalmente, ya armada. Y están esperando un bebé o acaban de tenerlo. Aunque tienen miedos, celebran que la maternidad haya llegado en una etapa de sus vidas en la que disfrutan de cierta estabilidad y madurez.
Cada vez más mujeres rompen con los límites de la naturaleza y retrasan la edad para ser madres. Hoy tener un hijo con más de 40 años dejó de ser algo anecdótico para convertirse en una tendencia en alza. Según la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida (Red LARA), en América Latina se ha duplicado la frecuencia de embarazos en esta etapa.
Pese a todo esto, las mujeres que cerca de las cuatro décadas se plantean la posibilidad de ser madres, siguen sufriendo presiones del tipo: “no vas a poder disfrutar tanto a tu hijo”, “estarás más cansada”, “apurate, que se te va a pasar el tren”.
Recientemente, la campaña “Hermana soltá el reloj” hizo hincapié en este punto. La propuesta tuvo como objetivo cuestionar la presión social que existe para que las mujeres se embaracen antes de los 35 años.
Los mensajes se multiplicaron en el instagram del grupo “Mujeres que no son tapa (Mqnst)”, que tuvo a cargo la iniciativa. “Parece que todo lo que hay que hacer en la vida de las mujeres hay que hacerlo antes de los 35 años. El sistema exige “tener una profesión, ser buena hija, buena madre, buena esposa, hacerlo pronto y rápido; y si no, llegaste tarde y sos una fracasada”, explica Lala Pasquinelli, de Mqnst.
Pros y contras
¿Qué pasa cuando una mujer decide plantearse ser madre cerca de los 40 años o después?
“Puede que una esté más cansada y el cuerpo no responda igual. Pero todo depende de cómo una se posiciona ante la maternidad”, sostiene Cynthia Torres Stockl. Es psicóloga, doctora en Humanidades, tiene 43 años y acaba de ser mamá de Felicitas.
Hay un dato fundamental. En la mayoría de los casos, la maternidad en edades avanzadas es una circunstancia buscada. “En mi caso, yo ya estoy posicionada profesional y laboralmente, y pro eso de alguna manera disfruto desde otro lugar, más relajada”, señala.
Lo que no deja de ser una realidad es el reloj biológico. Si bien ya había sido mamá de Joaquina, cuando decidió volver a quedar embarazada tuvo que hacerlo con un tratamiento de fertilidad. El camino no fue largo pero tampoco fue fácil.
Para una mujer de más de 40 años, si bien las probabilidades de embarazarse dependen de sus posibilidades individuales, es muy bajo el porcentaje de chances que tienen. Las limitaciones no solo tienen que ver con la cantidad de óvulos, sino también por la calidad.
Según los especialistas en fertidad, después de los 35 años empiezan a declinar mucho de chances de lograr un embarazo. Y hay otro dato: la edad materna al momento del embarazo es el principal factor del pronóstico del nacimiento de un niño sano. No es un mito que los óvulos van envejeciendo. Pero se puede recurrir a la ovodonación, entre otras de las tantas técnicas de fertilización asistida que hoy existen gracias los avances de la medicina.
Otras cuestiones
El cambio de rol de la mujer en la sociedad hizo que el momento de la maternidad sea cada vez más tarde. Porque priorizan el estudio, tener un trabajo, independencia económica y estabilidad en la pareja. También están las que quieren perfeccionarse o hacer un viaje y disfrutar la vida sin ataduras antes de plantearse la posibilidad de tener un hijo.
“Una mujer puede darse cuenta a los 40 años o más o de que quiere ser mamá o de que no quiere serlo. Todo tiene que ver con cómo las mujeres se paran ante el mandato social de ejercicio de la maternidad, que es muy exigente. Una mamá tiene que poder con todo, pareciera que no hay espacios personales, y si los hay se los vive con mucha culpa. La construcción de la maternidad depende de cómo se articula lo personal con eso social”, analiza Torres Stockl.
Ella no siente culpa de dejar a sus pequeñas con una niñera ni tampoco por sentir deseos de volver a trabajar. “Pienso que es fundamental la red de contención afectiva de la mujer que está maternando, que los papás compartan las tareas de cuidado y atención en términos de corresponsabilidad. Hay muchas cuestiones de género que deconstruir para que no todas las responsabilidades recaigan sobre la mujer, que termina sufriendo un proceso de despersonalización muy fuerte cuando se convierte en mamá”, apunta.
Para la psicóloga, una de las cuestiones más valiosas es descubrir el deseo de ser madre, aunque a veces este no llegue a una edad que biológicamente sea la óptima.
En primera persona
Flavia Mole, mamá de Amparo
“Ser mamá a los 43 me cambio la vida de verdad, fue el embarazo más lindo, con menos preocupaciones y más disfrute de cada etapa. Fui mamá a los 23, a los 26, a los 28 y a los 43. Por eso puedo comparar y contarles que con mayor madurez se entiende la maternidad desde otro lugar, sin tantos temores, con una situación económica más estable, con mucho amor para dar, lo que también ocurrió con mis hijos anteriores, pero en esta etapa de la vida mucho más relajada, pensando solo en disfrutar cada momento. Personalmente, me lleno de energía, de ganas de hacer cosas nuevas y ¿por qué no decirlo? Me sentí rejuvenecida. La maternidad es linda a cualquier edad cuando uno lo desea, pero a los 40 es una gran bendición que da enormes satisfacciones”.
Inés Valdez, mamá de Gonzalo
“A los 40 años llegó mi último hijo, Gonzalo. Sabía que existían riesgos y no estaba muy convencida de ser mamá de nuevo. Fui mamá por primera vez a los 22 años. Me decidí porque estaba en pareja de nuevo y los dos queríamos. Todo es diferente cuando sos más grande. Estás más relajada, pensás más las cosas, no vivís a las apuradas, todo lo sentís con más intensidad. Al estar más segura, le transmitís más tranquilidad a tu hijo. Ahora tengo 54 años y él tiene 13. Somos muy compañeros. Estoy convencida que la maternidad tiene que ser algo deseado y no impuesto. No todas las mujeres nacen para ser mamá. No hay que dejarse llevar por la presión social”.
Cynthia Torres Stockl, mamá de Joaquina y de Felicitas
“Por cuestiones de realización personal y de proyectos quise esperar para tener mi segunda hija. Al final lo logré a los 43 años, gracias a un tratamiento de fertilización asistida. La maternidad me abrió un universo desconocido. Es un camino muy lindo, que disfruto muchísimo. Mi vida estaba muy abocada a lo laboral. Cuando quedé embarazada de mi primer hija, me di cuenta que en casa ni siquiera había muebles; sólo había papeles y una mesa donde trabajaba. Era un lugar de paso. Ahora se transformó en un hogar, donde disfrutamos del encuentro familiar, que era algo pendiente en mi vida”.