En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas -que se conmemora mañana-obispos y sacerdotes de Tucumán compartieron un potente mensaje, de cara a una realidad desalentadora. “Las autoridades de los tres Poderes del Estado tienen la responsabilidad indelegable de hacer cumplir las leyes y combatir el delito del tráfico de drogas. Así también todos y cada uno desde su lugar en la sociedad. ¡Cuánta necesidad de un mayor control y lucha contra el narcotráfico! ¡Cuánto nos falta para afrontar integralmente esta devastadora epidemia como sociedad!”, señala el documento emitido.
El arzobispo Carlos Sánchez y el obispo auxiliar Roberto Ferrari, acompañados por sacerdotes que se desempeñan en la Pastoral de Adicciones de la Arquidiócesis, brindaron una conferencia de prensa en el Hogar de Cristo “María de Belén”, situado en el sur de la capital. Allí informaron sobre el trabajo que vienen realizando.
“Este es uno de los 10 hogares que tiene la Iglesia. Hay instituciones que también trabajan en esta problemática, pero es insuficiente. Lo que se va haciendo nos llena de esperanza, pero todo lo que falta nos llena de angustia. Es por eso que queremos llamar a la comunidad a tomar conciencia, todos somos responsables y debemos luchar contra las adicciones y el tráfico de drogas para poder crecer en fraternidad”, expresó Sánchez.
La Iglesia apuntó que en 2015 ya había denunciado el crecimiento exponencial de la venta y consumo de drogas en barrios de la capital y alrededores. Sostienen que ahora el crecimiento del tráfico es notorio y repercute fuertemente en la sociedad y en las familias. “Hay toda una dinámica local del circuito de la droga que parece ser parte constitutiva del paisaje barrial y de su cotidianidad. Las familias de los barrios más pobres, en particular las madres y abuelas, no encuentran ya los criterios de contención, guía y crianza de sus hijos y nietos”, especifica la declaración.
El consumo de drogas y el narcotráfico traen aparejados otros problemas: “con un poco de agudeza en la mirada, se percibe el racimo de males que trae a un barrio este flagelo del tráfico ilegal de drogas: abusos complejos, violencias, trata, privación ilegítima de la libertad incluso a menores, muertes, suicidios, etc. Pero preocupa más la naturalización de estos males”.
La circulación de droga en la provincia, según Sánchez, se va extendiendo como una mancha de aceite. “Antes eran zonas particulares en las que se veía este problema, y ahora se prolongó hacia todos los sectores. Es urgente abordar este polifacético mal que se ha instalado de manera crónica en nuestra sociedad”, advierte el Arzobispo.
Son las personas del barrio las que voluntariamente se acercan a los hogares y plantean la problemática, ya sea propia, de algún familiar o de jóvenes en situación de calle. En particular, el hogar “María Belén” atiende a jóvenes entre 18 y 25 años, mientras que el “Santísimo Sacramento” funciona como merendero para niños de entre tres y 13 años. “Ahí se trabaja en la prevención. Muchas veces se trata de los hijos de las mujeres que acompañamos en el hogar o de niños en situación de vulnerabilidad, ya sea por violencia o pobreza. El objetivo de la parroquia es brindarles un espacio de contención y que puedan percibirnos como una familia”, dijo el padre Juan Albornoz y contó que el “María Belén”, entre las personas asistidas y los vecinos voluntarios, cuenta con 40 miembros. Justamente allí compartieron todos un almuerzo ayer, junto a Sánchez y a Ferrari. (Producción periodística: Bárbara Nieva)