Cómo pasar de mujer vulnerable a tener un emprendimiento

Cómo pasar de mujer vulnerable a tener un emprendimiento

En qué consiste el proyecto “Chaka”, que mediante una incubadora social, se propone ayudar a mujeres que viven en contextos adversos, para que puedan superarse y seguir adelante.

UNA EXPERIENCIA NUEVA. Muchas mujeres empezaron a ver cómo concretaban sus sueños. UNA EXPERIENCIA NUEVA. Muchas mujeres empezaron a ver cómo concretaban sus sueños.

Maneras de cambiar el mundo hay muchas. Desde nuestra trinchera, cada uno tiene la posibilidad de poner un granito de arena para hacer del planeta un lugar más justo e igualitario. Sólo falta tener empatía y un poco de iniciativa.

Y es que sí, las problemáticas que aquejan a nuestro mundo son muchas. Según el rango etario, el nivel socioeconómico y el género, hay un gran número de situaciones adversas que las personas enfrentan día a día. Cada una de ellas necesita especial atención: Inés Palacios y sus amigas decidieron hacer algo por las mujeres que no tuvieron las mismas posibilidades. Así surgió Chaka, una incubadora social de empresas gerenciadas por mujeres en situación de vulnerabilidad.

El proyecto está organizado por tres mujeres de diferentes puntos cardinales: Tucumán, Bahía Blanca y Buenos Aires. “Es un proyecto federal, que nace muy conectado con la falta de autonomía económica de las mujeres, particularmente de las mujeres de bajos ingresos”, explica a LA GACETA Inés Palacios, la tucumana al frente de la incubadora.

Cómo pasar de mujer vulnerable a tener un emprendimiento

Una realidad adversa

Chaka (que significa “puente” en quechua) tiene por objetivo resolver dos grandes fenómenos -cuenta Inés a LA GACETA-: “Hay dos conceptos que tenemos que entender para comprender la desigualdad económica en el caso de las mujeres: 1) el fenómeno de los pisos pegajosos y 2) el fenómeno de las escaleras rotas”, indica.

“El primero hace referencia a que las mujeres que tienen más embarazos no deseados en la adolescencia y se ven imposibilitadas de salir a trabajar de manera asalariada y, cuando lo hacen, es en las peores condiciones; el mejor ejemplo son las empleadas domésticas: una de cada seis mujeres que trabaja es empleada doméstica. Son el sector peor pago, de más bajo ingreso, el más informalizado (75 %) y el más femenizado (98 % son mujeres)”, relata. El fenómeno de las escaleras rotas, en tanto, refiere a aquellas mujeres que sí habían salido al mercado, pero cuando tienen un hijo ven cortadas sus alas, ya que no pueden costear un espacio de cuidado para los chicos. Estas dos situaciones -dice Inés- son más que comunes en nuestro país.

Soluciones

Las incubadoras sociales brindan asistencia a emprendimientos en las diferentes etapas del desarrollo de una marca. Y eso es lo que hace Chaka. “Nos encontramos con que estas mujeres nunca se han pensado como empresarias. Y creemos que la solución a estos fenómenos es pensarlas y acompañarlas a ellas en la construcción de su autoestima, de sus sueños, y lograr rentabilidad en sus proyectos”, expresa Inés.

Así, realizaron dos pruebas pilotos en Tucumán: una en Amaicha del Valle y otra en la Costanera. La prueba urbana fue con las mujeres de un comedor social en la Costanera. “Allí armamos un producto empresarial navideño, que salía entre $ 2000 y $ 4000. Y se vendieron 53 bolsas; las mujeres del barrio pasaron de vender, por ejemplo, un flan a $ 100, a estos bolsones -resalta-; y en la zona rural, elegimos colaborar con la bodega Indígena de los Amaicha. Hemos trabajado en sofisticar algunos procesos, como mejorar su estructura de costos o las maneras en las que recaban costos e ingresos, a armar redes sociales, manuales de marca, storytelling”.

Lograr sustentabilidad

Inés recalca que los resultados de las experiencias fueron positivos. “Muchas mujeres se pensaron teniendo su primera casa de comidas; aparecieron muchos sueños empresariales que nunca habrían imaginado. Por eso decidimos, este año, parar un poco la pelota y empezar a pensar a Chaka como incubadora”, dice y agrega: “el siguiente paso es pensar la sustentabilidad económica de Chaka. Hoy, un proyecto social en Argentina generalmente destruye valor, porque depende de las donaciones -explica-; estamos estudiando de qué manera podríamos tener clientes que paguen por el servicio de incubación, y con eso apoyar a que otras mujeres de bajos ingresos se conviertan en empresarias. Nuestro sueño es que en cada rincón de la Argentina existan empresas gerenciadas por mujeres que vienen de contextos de vulnerabilidad”.

Concursando

La incubadora fue elegida como caso de estudio por un grupo de estudiantes de la Universidad Austral. Como parte de la metodología, el proyecto debe concursar a nivel internacional; así, ahora, Chaka está entre los seis mejores proyectos del concurso del HEC Montreal, una escuela de negocios independiente afiliada a la Universidad de Montreal (Canadá). “Venimos muy motivados porque son varias rondas las del concurso. Ofrece un capital semilla para poner el proyecto en marcha y poder agrandarlo. Hemos pasado la primera etapa; de 85 proyectos, quedamos sextos Hay una segunda etapa el 22 de junio, y la final será en Septiembre. Hemos hecho un estudio preliminar de los anteriores negocios que ganaron la competencia y no hemos visto nada tucumano. Somos los primeros”, dice entusiasmada.

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