Un dato abrió una línea de investigación y el Ministerio Público Fiscal encontró indicios para tratar de esclarecer el homicidio de un joven abogado ocurrido hace casi dos meses. A tres hombres, después de allanarles sus viviendas y secuestrar elementos de interés para la causa, les informaron oficialmente que están siendo investigados por el homicidio, que podría haber sido por encargo.
Omar Monteros (30 años) regresaba de una misa por el primer aniversario del fallecimiento de su padre. Estacionó el auto en la puerta de su casa, ubicada casi en la esquina de Junín y México. Cuando intentaba abrir el portón, observó que al menos dos hombres se le acercaban. Como pensó que querían robarle, salió corriendo para que lo persiguieran y no atacaran a su madre y a su hermana que estaban en el interior del vehículo.
Luego, al descubrir que los atacantes dejaron de correr, se dio la vuelta y fue tras sus pasos. Uno de los asaltantes, según la investigación, hizo un disparo al suelo para asustarlo. Pero el proyectil rebotó en el piso de la vereda y terminó hiriéndolo en el pecho. Monteros, que se desempeñaba en el sector administrativo del penal de Villa Urquiza, murió a los pocos minutos.
Desde un primer momento, los familiares de la víctima señalaron que había sido un homicidio en ocasión de robo. Sin embargo, los agentes de Homicidios, que actuaron bajo las órdenes de los comisarios Juana Estequiño, Diego Bernachi y Jorge Dib y los investigadores del Equipo Científico de Investigación Fiscal, encontraron algunos indicios que ponían en jaque esa teoría. Descubrieron que el joven profesional había sufrido al menos dos ataques de esas características en poco tiempo, pero nunca le habían robado nada.
El fiscal Ignacio López Bustos realizó varias medidas para tratar de dar con los autores del hecho. Con el correr de los días descubrieron que a metros de la escena del crimen había sido seguido por una camioneta que se detuvo a metros del lugar donde ocurrió el ataque. Con las cámaras de seguridad observaron los movimientos de varias personas, pero como las imágenes no eran claras, no pudieron identificar a los sospechosos.
Con un dato e información reservada, pudieron identificar a un grupo de personas que habrían podido estar involucradas en el hecho. Solicitaron entonces cinco allanamientos en Las Talitas, Yerba Buena y en la capital, dos de ellos en el barrio Juan XXIII. En las medidas secuestraron celulares, documentación y una pistola nueve milímetros, el mismo calibre del proyectil que acabó con la vida de Monteros. Todos esos elementos serán analizados por el ECIF.
En las entrevistas que les realizaron, los sospechosos negaron ser los autores del hecho. Sin embargo, señalaron que habían escuchado que una persona habría tenido intenciones de buscar gente para “apretar” o “asustar” al abogado, aunque desconocían la identidad del hombre y por qué buscaba gente para que realice ese “trabajo”. Con esa información, López Bustos oficialmente inició la investigación en contra de tres hombres de entre 30 y 36 años.
La teoría del homicidio en ocasión de robo tampoco fue descartada totalmente. Allegados a Monteros confirmaron que, además del trabajo que realizaba en el penal de Villa Urquiza, podría haberse dedicado a la compra y venta de dólares y oro. Otra línea que se manejó es el contacto que tenía el profesional con un dirigente político del este de la provincia, vínculo que nació con el hermano de la víctima. Ese joven, cuyo rostro la víctima se tatuó en su pecho, falleció en un accidente automovilístico cuando viajaba a Brasil para alentar a Atlético en un partido por la Copa Libertadores.
Ahora surgió una tercera línea: la del crimen por encargo. Hasta el momento existe un solo indicio que fue aportado por uno de los sospechosos de haber tenido participación en el hecho. Pero queda un largo trecho y mucho trabajo de análisis para confirmar esta hipótesis.