En el marco de la jornada interna que realizó en la localidad de Leales el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), una de las líneas de investigación compartida fue el análisis del impacto que genera la ganadería en el ambiente.
El trabajo de investigación, que se extendió durante cuatro años, evaluó los diferentes compartimentos de carbono en sistemas pastoriles en desiguales estrategias de manejo, de manera particular en el Chaco Seco.
“Como resultado de esa experiencia observamos que en la escala temporal en que fueron evaluados, todos esos sistemas pastoriles presentaron balance de carbono positivo. En términos promedio, básicamente estamos hablando del balance de carbono de una tonelada por hectárea al año en cada uno de los sistemas, considerando el animal y la estrategia de manejo componentes fundamentales para poder hacer estas evaluaciones”, explicó Natalia Banegas, científica del Instituto de Investigación animal del Chaco Semiárido (Iiacs), ente que depende del INTA.
Añadió que cuando las investigaciones se refieren al balance de carbono en los ecosistemas terrestres, existen múltiples factores que permiten que estos sistemas puedan actuar como sumideros o bien como emisores del carbono. “Ahora bien, cuando hablamos de agroecosistemas como los pastoriles, ganaderos, agrícolas o forestales existe un factor adicional, que es el manejo. La estrategia de manejo es fundamental para ver cómo se comportan esos sistemas en el tiempo. Se trata de un factor determinante, no solamente en la productividad del sistema ni como productividad en sí -básicamente viéndolo como proveedor de alimentos-, sino también para ver cómo se comporta el sistema con el ambiente”, prosiguió Banegas.
Diversos escenarios
Precisó que los sistemas de manejo que evaluaron eran sistemas que tenían pastoreo o no para poder ver el componente animal, que también tenían o no fertilización, para ver el efecto de esta. “Se evaluó cómo estos efectos actuaban sobre esos compartimentos, así que teníamos tratamientos que eran pastoreados no fertilizados, pastoreados fertilizados, no pastoreados fertilizados y no pastoreados no fertilizados”, enumeró la investigadora.
En esta evaluación a nivel de sitio, indicó que el sistema pastoreado fertilizado provocó que existiera un gran ingreso de nutrientes, una alta tasa de ciclaje, un balance de carbono más positivo y el que mayor cantidad de carbono almacenaba.