6.000 cajas de fósforos cuentan historias

6.000 cajas de fósforos cuentan historias

El Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) se puede ver, durante junio y julio, la muestra “Luces del mundo”, la colección más grande de Tucumán de cajas de fósforos.

6.000 cajas de fósforos cuentan historias

Es una actividad tan infrecuente como poco conocida es la palabra que la define. Incluso no aparece en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Pero existe. El filumenismo o filumenia es la afición a coleccionar cajas o envases de fósforos. Viene del griego: filo (aficionado o amante) y del latín lumen (luz). Y quien la practica se llama filumenista.

Eso es precisamente a lo que se dedica Rubén Kotler, que presenta en el Centro Cultural Virla la exposición “Luces del mundo”. Se trata de una colección de 6.000 cajas de fósforos de más de 30 países de todas partes del mundo. Es la colección más grande de Tucumán en su tipo. “Son 6.000 ejemplares únicos, porque cajitas repetidas hay muchas, pero esas no las cuento”, aclara Kotler en diálogo con LA GACETA.

Su vocación de coleccionista comenzó hace unos 35 años. “Era niño y quería imitar a mis hermanas, que juntaban etiquetas, gomas de borrar y otras cositas. yo empecé con sacapuntas... pero por algún motivo, me cambié a las cajitas de fósforos”, relata el modo en que se hizo filumenistas. Sobre la forma en que fue creciendo su colección, admite que hubo de todo. “Compré muchas de ellas, en Tucumán, en Buenos Aires. Por ejemplo, en San Telmo, en la feria, hay puestos que se dedican a vender cajas de fósforos. Compré también durante muchos viajes que hice, y últimamente también de manera on line. Y, además, he recibido importantes donaciones”, describe.

Cuando hizo su primera exposición, en 2005, tenía solo 800 ejemplares. “Un tucumano me regaló su colección y dupliqué la cantidad, pasé a tener entre 1.500 y 1.600 cajitas”, destaca. “Esta no es una afición solo mía, hay muchas personas alrededor del mundo que se dedican a coleccionar cajas de fósforos. Incluso, en el pueblo de Tomar, Portugal, hay un museo donde se exhiben 40.000 cajas de fósforos de todo el mundo”, subraya.

Sorprendente

Con todo, observar las 6.000 piezas de la colección de Kotler resulta sorprendente. Están presentes muchísimos países. Se conjugan diseños originales y clásicos. Son cajitas que cuentan la historia de un pueblo, de un país, sus orígenes, su fauna, su riqueza natural y arquitectónica, su acervo cultural. Es que las cajas de fósforos constituyen un innegable testimonio material de una visión estética, ideológica y tecnológica de una sociedad, y todo eso se puede encontrar en la muestra habilitada en el Virla, y que podrá visitarse lo que resta del mes y durante julio.

El coleccionista admite que coleccionar cajas de fósforos es para él como hacerlo con cualquier otro objeto. “Se fabrican en todos los países, así que son accesibles”, subraya. Y resalta que las cajas de fósforos fueron, en todas partes, soporte para la publicidad y hasta para la propaganda política. “Incluso se regalaban como souvenir de un viaje, por ejemplo, como hoy se regalan imanes para la heladera”, comenta.

“Tengo en mi colección muchas cajas que son de publicidad, por ejemplo, de hoteles, de negocios, tanto de algunos que siguen existiendo como de aquellos que ya no existen más, y también de marcas en general y, en particular, de marcas de cigarrillos, porque los fósforos durante mucho tiempo han estado asociados al cigarrillo”, detalla.

Historia

Kotler es historiador y esa faceta lo llevó a interesarse por el uso de propaganda política que se le dio a las cajas de fósforos, por ejemplo, durante la última dictadura militar. “Hay una edición vinculada a la Operación Independencia. Esas cajitas eran repartidas por el Ejército en las rutas tucumanas, en los retenes donde había control militar. Y tenían leyendas en las que pedían que se disculpen las molestias causadas por esos controles. Esto, por supuesto, me parece tremendo como mensaje”, enfatiza. “Hay otras sobre el Mundial 78. Y me resulta llamativo que el Estado destinara recursos a fabricar estas cajitas cuando en aquel momento, a metros del estadio Monumental de River había un centro clandestino de detención y torturas como era la ESMA. Pero bueno, tiene que ver con la imagen que la dictadura quería dar sobre la Argentina”, añade.

Conmemorativas

En la muestra se podrá ver, además, ediciones especiales que las fábricas sacaron. Hay una sobre la cultura precolombina, otra del Buenos Aires Colonial, otra sobre tango. “Muchas de estas colecciones se hicieron en algún momento por encargo de algún organismo, son de muy buen diseño y tienen un buen soporte”, explica Kotler. Agrega que las cajas más pequeña tienen 1 cm de tamaño y las más grandes, medio metro. Algunas tienen fósforos todavía y otras están vacías ya. “La caja de fósforo es, de algún modo, un objeto que transmite cultura”, dice el filumenista. Y también es una muestra de su época y un testigo del diseño gráfico, de las técnicas de impresión y de la evolución de la publicidad.

Respecto del futuro de su inmensa colección, Kotler aspira a que pueda encontrar un sitio de exhibición permanente. “Y si no, mi hijo (Eitán, de 5 años), decidirá qué hacer con ella cuando sea grande y la herede”, vaticina.

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