Durante los últimos 30 días llegaron al Hospital de Niños de New Haven varios pacientes con una gran variedad de virus respiratorios: adenovirus y rinovirus, virus sincitial, influenza, parainfluenza y también coronavirus, al que muchos de los especialistas atribuyen el brote de todos ellos.
“Es atípico para cualquier época del año y definitivamente atípico en mayo y junio, cuando aquí estamos en verano”, dijo Thomas Murray en una entrevista al Washington Post, experto en control de infecciones y profesor adjunto de pediatría en la Universidad de Yale. Incluso, lo que más le llamó la atención fue que algunos de esos niños llegaron con dos coinfecciones y hasta tres de los virus anteriormente mencionados.
Según los expertos, el comportamiento actual de esos virus es sumamente extraño. A modo de ejemplo, el virus sincitial respiratorio suele atacar exclusivamente en los meses de inviernos; y el rinovirus, causante del resfrio, raramente obligaba a internar a un paciente.
Estas alteraciones hacen que los médicos se replanteen los tratamientos de rutina, y hasta recomiendan utilizar refuerzos de la vacuna del Covid en primavera, o incluso en verano. Sumado a ello, los investigadores tienen la oportunidad de determinar si esas alteraciones responden al comportamiento social (como el distanciamiento o el uso del barbijo) y qué ventajas evolutivas tiene el coronavirus sobre sus microscópicos rivales. Este fenómeno sería llamado “interferencia viral”.
“Es un experimento natural masivo”, señaló Michel Mina, epidemiólogo y jefe científico en la plataforma digital de salud eMed. También, agregó que los cambios responden a que durante los últimos dos años no tuvimos contactos con esos virus, lo que nos volvió más vulnerables frente a ellos.
Esto se sostiene debido a que el ser humano evolucionó a la par de los patógenos y, por medio del contacto asiduo con ellos, el sistema inmunológico se mantiene al día sin enfermarse gravemente. Condiciones que, según la perspectiva de Mina, no se cumplieron.
“Gracias a la memoria del sistema inmunológico, cada contacto con el virus se convierte en una dosis de refuerzo, en vez de provocar una grave infección”, especificó Mina.
Por ello, desde que dejamos de toparnos con un patógeno común, como ocurrió durante la pandemia, ese balance queda trastocado. Y si el cuerpo no vuelve a tener contacto con un virus durante mucho tiempo, puede perder la capacidad de defenderse. Esta sería la causa principal de los brotes fuera de estación y los casos sorprendentemente graves en algunas personas.
“Cuando hay mucha gente que no tiene inmunidad, el tema estacional incide menos, porque el virus tiene rienda suelta y puede superar cualquier barrera estacional”, cerró Mina.