NOVELA
LA ÚLTIMA VEZ
GUILLERMO MARTÍNEZ
(Planeta - Buenos Aires)
Una intriga literaria
Un autor que concibe a su fama como un malentendido
En la obra de Guillermo Martínez, tan prestigiosa y diversa, no había quizás como en La última vez, su más reciente novela, una trama curiosamente nabokoviana: el protagonista, un crítico implacable, llamado para conversar con el gran escritor mencionado como “A”, que agoniza, se enamora insólitamente de su hija y se acuesta con la mujer de “A”, seducido por ambas, en un escenario por completo ajeno al propósito de su convocatoria por parte de una agente de prensa -Núri- que el lector no puede menos que asociar con Carmen Balcells, la que promovió a toda una generación de famosos y célebres.
Se trata, pues, de un nuevo y quizás más completo acierto literario en la obra de Martínez, destinado a ser llevado al cine, como ocurrió con Crímenes imperceptibles.
Guillermo Martínez nos lleva suspendidos por el interés de una historia tan atractiva como insólita, que comienza con episodios vividos por Merton, el crítico al que acompañaremos en su apogeo y caída estrepitosa.
Para luego ser resucitado por la agente Núri ante la envidia de sus pares y de los muchos escritores vilipendiados por culpa de su honestidad intelectual.
Y Merton vive entonces la más interesante, gratificante y creativa reencarnación como único lector al que el gran escritor “A” le parece digno de descubrir un secreto que nadie advirtió, a pesar de su popularidad cada vez más intensa y menos entendida por el autor.
Un secreto al que, aún en medio de sus avatares sentimentales que interrumpen su lectura, le es dado conocer y comunicar al moribundo “A”.
FERNANDO SÁNCHEZ SORONDO
© LA GACETA
NOVELA
LA VIDA MENTIROSA DE LOS ADULTOS
ELENA FERRANTE
(Lumen - Barcelona)
Una trama de sorpresas y descubrimientos
la familia, la amistad, la adolescencia y los modelos
Los ferrantófilos no se defraudarán con esta novela que tiene su estilo personalísimo y descarnado. Poco a poco el lector irá conociendo detalles de la vida de Giovanna - nacida el 3 de junio de 1979 e hija de profesores treintañeros- su relación con Ángela e Ida, hijas del matrimonio amigo de sus padres, la relación con Vittoria, con otros jóvenes y, sobre todo, con Roberto.
Las relaciones adúlteras de sus padres que se entrecruzan con la pareja amiga ocupan buena parte del relato y causan gran dolor a la protagonista.
La construcción identitaria de Giovanna quedará determinada por el contexto familiar, tanto que afirma: “Aprendí a mentir a mis padres cada vez más”. En efecto, mentir es para ella acomodar el mundo, es recrearlo a medida que lo conoce. La autopercepción linda con lo anodino, el sentirse insignificante e insustancial.
Vittoria Trada, por otro lado, es todo un enigma a develar: su historia, su amor frustrado, su regalo a la sobrina recién nacida, “su belleza tan insoportable que considerarla fea se convirtió en una necesidad”, al decir de Giovanna.
Encontrar el amor en este contexto de ambigüedades, de resentimientos y desamores no parece posible. Giovanna descubre sentimientos nuevos, el sexo, su propia corporeidad y la de los otros.
ELENA V. ACEVEDO
© LA GACETA
NOVELA
DEGENERADO
ARIANA HARWICZ
(Anagrama - Buenos Aires)
Historia de un juicio y de una atroz acusación
un hombre sospechado de pedofilia y las incumbencias de la moral
Degenerado tiene formato y estructura de nouvelle y, sin embargo, pulsa en su lectura la certeza de que en rigor se trata de un ensayo declamado por terceras personas, por criaturas que en la piel de un único protagonista (el hombre sospechado de pedofilia y llevado a los estrados) perseveran en llegar hasta las últimas consecuencias en las preguntas que más importan y que más se temen. ¿Cuáles son las incumbencias y los límites de la moral? ¿Quién o quiénes gobiernan las veredas del bien y del mal?
Degenerado es la hipotética historia de un juicio y la hipotética y feroz apelación del inculpado. ¿El porqué del potencial, de la suposición, de la conjetura? Porque una vez que Harwicz echa rodar la pelota del conflicto y se la disputan múltiples voces, ora febriles, ora delirantes, siempre provocadoras, poco o nada importan la concordancia de sentidos…
El valor y la verdad son raros, dice por interpósita voz la autora de la no menos corrosiva y deliciosa Matate, amor, que entre otras lindezas de la Santa Inquisición políticamente correcta había sido impugnada por una presunta apología del suicidio.
“Nada de lo que pasa acá y yo digo, y el taquígrafo anota y la jueza lee y yo vuelvo a pedir la palabra y nada de todo esto es real. Son textos aprendidos”, denuncia el acusado. Y que cada quien se haga cargo de las imprecisas fronteras que impelen. De sus presupuestos, de sus zonas grises, de sus borraduras y de su pararse y andar por la vida.
WALTER VARGAS
© LA GACETA
NOVELA
EL CONSENTIMIENTO
VANESSA SPRINGORA
(Lumen - Barcelona)
Historia intimista de un abuso, sin sensacionalismos
la autora se pregunta sobre el rol de la sociedad francesa de los 50 por qué nadie evitó el horror
Vanessa Springora narra la tortuosa y abusiva relación que mantuvo con el escritor Gabriel Matzneff, pedófilo, cuando tenía 13 años y él 50.
Springora cae rendida al carisma de este hombre sin comprender que él encuentra la inspiración para escribir, en las relaciones que mantiene con menores. Tres décadas después, ella habla sin tapujos y reconoce que fue consciente, consentido y aprobado por su madre. La autora se pregunta sobre el rol de la sociedad francesa de ese entonces, ¿cómo fue posible que nadie haya intentado detenerla?
No deja de asombrar la anuencia de la élite literaria francesa de la época. Testigo de esta conducta es la carta abierta a favor de la despenalización de las relaciones sexuales entre menores y adultos, titulada “A propósito de un proceso”, que firman y apoyan eminentes intelectuales como Barthes, Deleuze, Simone de Beauvoir, Sartre, Glucksmann, Aragon.
El consentimiento es una novela intimista y alejada del sensacionalismo, que denuncia la pedofilia, reflexiona sobre la conciencia social y las demoledoras secuelas. Es una constatación incómoda, un grito de dolor y bronca. No es posible separar al hombre de la obra. La realidad supera a la ficción, absolutamente.
MÓNICA CAZÓN
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REEDICIÓN
EL ESTRUENDO DE LAS ROSAS / DECADENCIA DE LA ANTROPOFAGIA
MANUEL PEYROU
(Libros del Zorzal - Buenos Aires)
La obra de un autor insoslayable
encomiable rescate de Libros del Zorzal sobre un autor que no merece ser olvidado
En la historia literaria hay autores que perviven en la profusa memoria de los lectores y otros que ingresan en el río del olvido. Quizás Peyrou haya estado por un momento en los injustos pasillos del olvido. Pero al leer los volúmenes el lector podrá corroborar que el tiempo no ha horadado el brillo de las páginas; los textos no solo han sobrevivido sino que han salido indemnes del fuego pernicioso de la historia.
“Es que en algún plano invisible existe el asesinato en sí, como una fuerza autónoma; a veces anda en el aire un asesinato buscando la colaboración de una garganta y de un estrangulador”. Bastan estas líneas del cuento “Diana Lancaster, 25 años, soltera” para pensar que Manuel Peyrou es un autor insoslayable.
El volumen Decadencia de la antropofagia contiene cuentos inéditos y textos críticos que se habían publicado en los diarios La Prensa y Crítica entre 1934 y 1974.
El estruendo de las rosas es su primera novela y fue publicada en 1948: urde una trama de intrigas y conspiraciones y entreteje capítulos dedicados a un análisis crítico de Hamlet y el policial y a evocar la copiosa mitología nórdica.
FABIÁN SOBERÓN
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INFANTIL
UNA NIÑA CON UN LÁPIZ
FEDERICO LEVÍN Y NICOLÁS LASSALLE
(Limonero - Buenos Aires)
Un lápiz negro y el sueño que no llega
historia que contrapesa las carencias del encierro y pone en escena el universo de lo simbólico
Una niña y un lápiz. Es todo lo que hace falta para construir una historia, la de una niña que lo único que tiene, además de un lápiz negro, es sueño. Y de su lápiz negro, van surgiendo todas las cosas que esta imaginativa niña necesita para descansar y de las que carece: una casa adonde volver, una cama cómoda donde dormir, una ventana por donde mirar y poder imaginar todos los mundos posibles. Pero como el sueño no llega, de su lápiz saldrá, finalmente, una hermana mayor, quien le contará el cuento de la niña que sólo tiene un lápiz.
Mediante el procedimiento usual en los relatos clásicos de la puesta en abismo (una historia que, como una víbora que se muerde la cola, se incluye a sí misma), esta historia pone en escena aquello que Piaget definía como el universo del juego simbólico, ese espacio de actividad infantil cuya motivación no es la adaptación a lo real sino, por el contrario, donde el pequeño asimila lo real a las necesidades de su yo. Una experiencia emocional imprescindible para el desarrollo de su psiquis, y la condición de posibilidad para esa actividad propiamente humana que es la creación artística.
Y esta es una historia que hace de la carencia (no solamente material, sino también, del primer espacio de socialización que es la escuela) virtud y que, frente al desasosiego que esta nueva normalidad generó en grandes y chicos, apuesta por esa capacidad infinita que es el imaginario infantil y que lo expresa en el juego simbólico, en la fascinación con los disfraces, y sobre todo, en el dibujo.
MARÍA EUGENIA VILLALONGA
© LA GACETA