La marcha reclamando Ni Una Menos volvió a copar las calles del centro tucumano tras dos años sin poder hacerlo a causa de la pandemia. “Hace siete años venimos construyendo este espacio feminista, plural, popular, y sobre todo un espacio donde un colectivo LGBT es parte importante de esta construcción”, dijo Laura Sánchez, una de las dirigente de Ni Una Menos Tucumán y de las Mujeres del Frente de Todes.
La concentración de mujeres comenzó cerca de las 17.30 en la Plaza Yrigoyen. Con el correr de los minutos la calle General Paz, entre 9 de Julio y Congreso de Tucumán, quedó totalmente ocupada por mujeres.
La última vez que pudieron marchar un 3 de junio para elevar el reclamo de Ni Una Menos fue en 2019. La situación epidemiológica de 2020 y 2021 impidió que se lleve adelante debido a las restricciones que se aplicaron en cada año.
Exigencia común
“Te llena el corazón compartir con compañeras la lucha, en especial porque no nos regalan nada y cada cosa que obtenemos es gracias a la organización colectiva. A pesar de que se ven varios partidos políticos, sin embargo nos juntamos porque entendemos que las exigencias de justicia y de que paren de matarnos son algo común”, explicó Sánchez al ser consultada por LA GACETA.
Minutos antes de las 19 partieron desde la Plaza Yrigoyen hasta la Plaza Independencia, ocupando toda la calle en una caravana que se extendía por varias cuadras. El mensaje fue claro: “en este nuevo Ni una Menos estamos marchando contra la violencia que se ejerce hacia las mujeres”.
En cada esquina se formaban una al lado de la otra entre cinco y diez mujeres que, tomadas de la mano, cortaban el tránsito para que sus compañeras marchen.
Así, cerca de las 19.30 la plaza se llenó de mujeres que reclamaban por sus derechos, que pedían justicia por los casos de violencia de género. “Ni una menos, vivas nos queremos”.
Relatos personales
Frente a la Casa de Gobierno algunas se animaron a agarrar el micrófono para contar cómo fueron violentadas; otras explicaban los reclamos de las presentes, y algunas sólo alentaban a sus compañeras a cantar en modo de protesta. “Mis compañeros de secundaria me abusaban. Los directivos de la escuela dijeron que la culpa era mía porque la pollera estaba muy corta”, dijo la primera en contar su caso.
Las críticas a quienes ocupan cargos de poder no tardaron en llegar y los principales apuntados fueron José Alperovich, ex gobernador y Ricardo Bussi, legislador. La Iglesia Católica y los “curas abusadores” también fueron apuntados en el reclamo feminista, que exigía la “separación de la Iglesia y el Estado”.
El caso Tacacho
“El Estado y el Gobierno son responsables de los casos de femicidio, como pasó con Paola Tacacho”, exclamó una de las voceras. Y, entre otras cosas, exigió: centro de asistencia integral a las víctimas de violencia de género que funcione las 24 horas con un equipo interdisciplinario; justicia por las víctimas de femicidio; la aparición con vida de Tehuel Torres (joven trans desaparecida hace más de un año) y terminar con la precarización laboral de las mujeres.