El conflicto escaló a su momento de mayor tensión sin que nadie hiciera algo por solucionarlo antes. Hoy, en las banquinas de varias rutas tucumanas se observan camiones, rastras cañeras y tractores parados. No pueden funcionar porque les falta combustible. Y con estos vehículos detenidos también se frena el corazón productivo de Tucumán, justo en el momento en le que debería latir con más fuerza. La crisis desatada por la escasez de gasoil desnuda una enorme precariedad: no hay, nunca hubo un plan B. A pesar de que las luces de alarma se encendieron hace meses, a pesar de que los productores venían advirtiendo que esto iba a ocurrir nadie parece haber hecho nada por evitar una situación que luce inverosímil por donde se la mire.
La falta de este combustible puso en apuros a Gobierno. El gobernador Osvaldo Jaldo en persona y sus funcionario salieron a buscar el modo de hacer que lleguen camiones cargados con gasoil a la provincia cuanto antes. El riesgo es grande: si el problema sigue escalando, es posible que los ingenios y las citrícolas, que están en plena labor, se queden sin materia prima. También es posible que los granos que se están extrayendo aún de los campos tucumanos no puedan ser cosechados o que no lleguen al puerto. Otro efecto puede ser que se retrase la preparación y la siembra de los cultivos de invierno (cuyo impacto se sentirá más adelante). Ni hablar de la angustia que están viviendo en feedlots y tambos, donde necesitan mover máquinas a diario.
En otros ámbitos ya se siente el impacto: la actividad en el Mercofrut se redujo notablemente. No están llegando camiones desde otras provincias ni desde el interior tucumano con mercadería. Esto impulsa el fantasma del desabastecimiento. Además, quienes se animan a hacer los viajes cobran un flete más caro para cubrirse. Eso indefectiblemente se traslada al precio de los alimentos. Además, en varias estaciones de servicio ya cobran más de $ 200 por litro a los automovistas que usan vehículos gasoleros. Es decir. trasladan el precio mayorista al expendio minorista.
El faltante gasoil está motivado por varias razones. Una de ellas es la brecha de precios de los combustibles entre los valores locales y los internacionales; no hay que olvidar que Argentina importa el 30% del gasoil que consume. El retraso en los valores locales genera un desfase con la cotización internacional, lo cual desalienta las importaciones. Otro factor importante es la falta de inversiones en las cuencas de hidrocarburos del país. Esto quedó patente en esta crisis. Esa debilidad nos deja a merced de vaivenes internacionales que golpean al país con más fuerza que a otros.
¿Esto se podría haber evitado? ¿Era necesario llegar a este punto de tensión para salir a buscar soluciones? En respuesta a estas dos preguntas se puede decir que en abril, cuando arrancaba con fuerza la cosecha de granos gruesos en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires también se registró un faltante grande de gasoil que terminó motivando un paro de transportistas. En aquel entonces, especialistas advertían que esta situación iba a agravarse en el norte un tiempo después. Aquellos pronósticos se verificaron ahora: las provincias del norte están entre las más afectadas por el desabastecimiento.
Con la expectativas puestas en que se solucione lo antes posible el problema, creemos que es importante que las autoridades tomen las precauciones necesarias para evitar que el sector agro industrial tucumano vuelva a ser sometido a tensiones de este tipo. Mucho menos en el momento en el que debería estar produciendo con más vigor y tranquilidad.