Cada 31 de mayo, por iniciativa de la OMS, se conmemora el Día Mundial sin Tabaco; y cada año se establece un lema.
“El de este año es: ‘El tabaco, una amenaza para nuestro medio ambiente’”, cuenta a LA GACETA Ariela Tarcic, referente del Programa Provincial de Lucha Antitabáquica, del Siprosa, y explica que se busca generar conciencia sobre un problema que no suele ser tenido en cuenta cuando se piensa en los efectos del acto de fumar. “Hablamos del impacto ambiental del tabaco, desde su cultivo y su producción hasta los residuos, concretamente, las colillas”, señala y agrega que se busca dar a los consumidores de tabaco un motivo más para dejarlo.
Y según destaca el sitio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la campaña apunta también “a denunciar el empeño que pone la industria tabacalera en dar un barniz ‘verde’ a su reputación y a sus productos, presentándose y presentándolos como algo inocuo para el medio ambiente”. Destaca además que la producción industrial relacionada con el tabaco genera 84 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono. Y el utiliza, en el mismo lapso 22.000 millones de litros de agua. Sí... no es que sobran ceros.
El problema, en cifras
Por un lado, también según datos de la OMS , a nivel mundial, la producción de tabaco genera por año más de 2.200 millones de kilos de desechos químicos. Por el otro, cada año se destruyen unos 3,5 millones de hectáreas de bosques para cultivar tabaco en ellas y, como se sabe, la deforestación aumenta el efecto invernadero; otro agravante: cultivar tabaco produce más de 225.000 toneladas de CO, la misma cantidad que 12.000 vehículos que recorran 10.000 km cada uno. Es preciso entender -destaca la OMS- que la reducción del consumo de tabaco constituye un resorte fundamental para poder cumplir el conjunto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y no sólo aquellos que guardan relación directa con la salud humana.
La otra contaminación
Por otro lado están las colillas, que son muchas. “Para que imaginemos la magnitud del problema: el Ministerio de Salud de la Nación informó (en el marco de la conmemoración de hoy) que en Argentina cada año se desechan unos 32.000 millones de colillas”, destaca Tarcic. Y el documento del Ministerio da más cifras: a partir del volumen de ventas, se calcula que en Argentina, los últimos 50 años, se tiraron al suelo unos 2 billones de colillas (puestas una al lado de la otra, cubrirían unas 40.000 hectáreas, el doble de la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las colillas son un problema serio porque que contienen en el filtro todas las sustancias tóxicas del tabaco concentradas (nicotina, arsénico, níquel, cadmio, plomo y otros); y como el filtro está hecho de acetato, puede tardar hasta 25 años en degradarse.
Sigamos sumando inconvenientes: una costumbre dañina en nuestra provincia es tirar la basura al suelo, lo que es malo en todos los casos (como mínimo, muestra desinterés por los demás); pero en de las colillas se agrava. Sucede que cuando llueve son arrastradas a las alcantarillas y de ahí pasan a contaminar el agua (ríos, lagos y mares). Una sola colilla contamina hasta 10 litros de agua salada y 50 litros de agua dulce, y los animales pueden confundirlas con comida, lo que les provoca la muerte.
Qué se puede hacer
“La primera medida, de orden general, es aprender y entender que manejar todos los residuos (también las colillas) no sólo es importante; es urgente”, destaca Alejandro Castillo, gerente del Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico (CIAT), de Tafí Viejo. Aclara que no es uno de los materiales con que trabajan en el CIAT, pero que siempre hay cosas que se pueden hacer. “Y ninguna de ellas es tirar la colilla al piso”, señala. “Los fumadores deberían, cuando terminan su cigarrillo, guardar la colilla y arrojarla en una bolsa de basura, que luego se usará como relleno sanitario”, destaca. “Una opción aún mejor es destinar botellas PET para rellenarlas sólo con colillas”, añade.
La buena noticia es que hay qué hacer con ellas. Un proyecto que incluye varias escuelas, el Ministerio de Salud, ONG y el Conicet está trabajando con esas botellas.
“Desde antes de la pandemia, por iniciativa de Úrsula Ortega, de la Escuela República Oriental del Uruguay, estamos probando con cinco o seis hongos diferentes para degradar esas colillas”, cuenta Julia Fariña, especialista tucumana en hongos e investigadora en la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi). “Los hongos son descomponedores por excelencia; esa es su función en la naturaleza”, explica. “Hasta ahora hemos logrado no sólo que vivan en las botellas, sino que se reduzca el volumen de las colillas en ellas”, cuenta. Y nos dice, además, adónde llevarlas: “la escuela es el centro de acopio”. ¿Qué tal si nos ponemos manos a la obra?
Actividades en la Plaza Urquiza
Entre las 9 y las 12, y para ayudar a crear conciencia de los problemas que genera el consumo de tabaco, habrá en la plaza Urquiza una jornada, convocada por el Ministerio de Salud de la Provincia. Están previstas acciones como la promoción de las afecciones odontológicas relacionadas con el tabaquismo y de la higiene bucal (con entrega de cepillos dentales); recolección de colillas de cigarrillo; difusión de consultorios públicos gratuitos de Cesación Tabáquica; promoción de Estilos de vida saludable y de los “ambientes 100 % libres de humo de tabaco”. “Además, habrá actividades de reciclado; juegos didácticos sobre la temática y premios; y regalaremos plantines, remeras y gorras”, anunció Ariela Tarcic, referente del programa provincial de Lucha Antitabáquica del Siprosa.