Si los octavos de final de la Libertadores se jugaran en pocos días más tal vez no habría dudas de que Boca no tendrá problemas en dejar atrás a Corinthians. Pero como se harán dentro de casi un mes, el equipo de Sebastián Battaglia tendrá que trabajar mucho en conservar a cómo dé lugar su actual estado de gracia, con todo lo que eso implica para un equipo que se mostró ciclotímico en su funcionamiento en el primer semestre.
Se dirá, y con razón, que pese a los altibajos, Boca fue campeón de la Copa de la Liga y que se clasificó a octavos de la Libertadores, ambos objetivos manifiestos para los primeros meses del año. Que finalmente Battaglia parece haber “encontrado” el equipo, con una interesante mixtura de jugadores entre experimentados y juveniles. Que hay jugadores que están dándole al equipo lo que necesita. Que en las situaciones difíciles el “Xeneize” muestra alma y garra, preceptos tan arraigados en la historia del club y que le permitieron alcanzar grandes conquistas...
Pero en un mes pueden pasar muchas cosas. Boca tendrá competencia por la Liga Profesional (al menos cinco juegos en junio) y tal vez por la Copa Argentina (aun no se sabe cuándo enfrentará a Ferro por los 16avos.) La insólita sucesión de partidos que forzó el Mundial de Qatar hace que todas las programaciones de vean alteradas. De sólo pensar que recién a finales de octubre se conocerá al campeón copero, con planteles que en el medio sumarán o perderán jugadores, ya convierte en un ejercicio pleno de fantasía determinar qué panorama enfrentará cada equipo.
A esta realidad la viven y la sufren todos, claro que clubes como Boca tienen el plus del plantel largo y del hambre eterno de gloria. Con eso, siempre en el fútbol ya hay más de medio camino hecho.