UVALDE, Estados Unidos.- Uno de ellos se escondió abajo de una mesa con un mantel largo. Otra se untó con sangre de su amiga para parecer muerta. Y otro más llamó al 911, clamando que la Policía acuda a defenderlos del asesino que entró al salón del 4° grado y les dijo “es hora de morir”, antes de empezar a dispararles. Son testimonios de niños de 9, 10 y 11 años, alumnos de la escuela Robb, en la localidad texana de Uvalde.
Ellos dieron cuenta del horror que vivieron el 24 de mayo, cuando Salvador Ramos, un estadounidense de 18 años entró con un rifle semiautomático AR-15, y mató a dos maestras y a 19 niños de entre 7 y 10 años.
“Hay una puerta en el medio, (el atacante) la abrió. Luego entró, se agachó un poco y dijo ‘es hora de morir’”, contó un niño de 9 años. “Cuando disparó, sonó tan fuerte que me lastimó el oído. Cuando vi la bala en el suelo, supe que era real”, agregó. “Me escondí lo mejor que pude. Y dije a mis amigos que no hablaran para que no escuchara”, continuó.
Uno de los momentos más dramáticos ocurrió cuando llegaron los policías. “Empezaron a decir que, si alguien necesitaba ayuda, gritara. Una de mis compañeras gritó ‘Ayuda’, y el asesino la escuchó. Le disparó de inmediato”, le dijo el niño a la prensa de Texas.
Al final, él y su amigo lograron escapar cuando la Policía tomó el control de la situación. “Abrí la cortina, saqué la mano y salí con mi amigo cuando vi la armadura y el escudo (policial)”, explicó.
El enojo de la comunidad ahora se dirige hacia los uniformados, que esperaron casi una hora en un pasillo fuera de las aulas, mientras el atacante estaba en un aula con alumnos de 4° grado.
Fueron sus maestras, Irma García y Eva Mireles, quienes los protegieron hasta que llegó la policía. Ellas se pusieron delante de los niños y recibieron las balas.
Al menos un niño y un maestro hicieron varias llamadas al número de emergencia 911 desde las dos aulas conectadas, dijo el coronel Steven McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas. Fue una decisión equivocada, admitió, esperar a un equipo táctico antes de intentar ingresar a las aulas.
Alguien llamó a la línea 911, a partir de las 12.03, y dijo entre susurros que había muertos y que todavía quedaban entre ocho y nueve estudiantes vivos. Un estudiante llamó a las 12.47 y le rogó al operador: “por favor envíe a la policía ahora”. Los oficiales no entraron al salón de clases hasta las 12.50, según McCraw, cuando el equipo táctico de la Patrulla Fronteriza usó las llaves de un conserje para abrir la puerta sellada y abatir a Ramos.
El ataque escolar más letal en Estados Unidos en casi una década ha intensificado el debate sobre el acceso a las armas, en momentos en que la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el principal grupo de defensa del libre acceso a las armas en ese país, inició su reunión anual, ayer, en Houston.
A la convención de la NRA, donde no está permitido ingresar con armas, están invitados algunos conocidos republicanos, como el ex presidente Donald Trump. (Reuters)