No dormir bien también incide en la obesidad

No dormir bien también incide en la obesidad

Mientras descansamos nuestro cuerpo sigue trabajando. Detectan aumento de grasa abdominal por falta de sueño. Riesgos.

NO ES SÓLO CUESTIÓN DE COMIDA. La falta de sueño altera la producción de hormonas, y eso puede causar problemas digestivos y alimentarios. ARCHIVO LA GACETA NO ES SÓLO CUESTIÓN DE COMIDA. La falta de sueño altera la producción de hormonas, y eso puede causar problemas digestivos y alimentarios. ARCHIVO LA GACETA

Algunos con facilidad, otros con esfuerzo; pero todos, en algún momento de la jornada (lamentablemente -ya veremos por qué- no todos de noche), nos quedamos dormidos. Algunos se despiertan como si nada hubiera ocurrido; otros pueden recordar que soñaron, y a veces, qué soñaron. Pero pocos saben el inmenso trabajo que el cuerpo realiza mientras dormimos.

Porque -te avisamos desde ya- el ahorro de energía durante el sueño es mínimo: “la cantidad de energía que los humanos se ahorran durmiendo es aproximadamente la que da una rebanada de pan integral”, advierte Matthew Walker, científico y divulgador inglés especialista en el impacto del sueño en la salud humana. “Muchos trabajos sugieren que el sueño –en especial el sueño REM– ayuda a recalibrar las funciones emocionales en el cerebro”, resalta Walker, profesor de la Universidad de California. Pero la vida contemporánea está poniendo esa función en problemas.

El ritmo circadiano

Con el invento de la luz eléctrica, entre otras creaciones culturales, hemos alterado en profundidad nuestro “diseño” como “animales diurnos”, pero nuestro organismo sigue intentando regirse por lo que llamamos ritmo circadiano.

“Es el sistema de ‘relojes internos’ por los que el cerebro regula nuestro cuerpo a lo largo del día. Y para ello respondemos a señales ambientales: la luz y la oscuridad”, explica la tucumana Laura Cordero, licenciada en nutrición, y especialista en salud social y comunitaria.

Pero lo cierto es que no se lo hacemos fácil al cerebro...

“Cuando este esquema de biorritmo se altera, puede alterarse también nuestra fisiología: producimos menos hormonas como melatonina y serotonina, y más cortisol. Y ello deriva en problemas digestivos, alimentarios y/o de sueño”, agrega Cordero.

“Dormimos una hora menos que hace 50 años y dos horas menos que hace un siglo, y también estamos más estresados; por lo tanto no sólo dormimos menos, sino que dormimos peor”, señaló a Télam Diego Golombek, investigador en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes.

Y en este punto se apoya nuestro título: “no dormir bien también incide en la obesidad”.

Efecto pandémico

Tanto hemos hablado de la covid-19 estos dos años que olvidamos con frecuencia otra grave pandemia: el aumento de la incidencia de obesidad y de otras enfermedades relacionadas con la nutrición. Y numerosos estudios fueron hallando que ese crecimiento coincide en el tiempo con el del descenso progresivo de las horas de sueño.

“Las dos tendencias tienen una imagen en espejo desde la segunda mitad del siglo XX (...). Por ello recientemente se ha propuesto la restricción de sueño como un factor más en la pérdida de homeostasis corporal y como desencadenante de sobrepeso y de obesidad”, destaca Carolina Escobar, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México, coautora del trabajo “La mala calidad de sueño es factor promotor de obesidad”, publicado en la “Revista mexicana de trastornos alimentarios”.

Higiene del sueño

“En estos malos hábitos de sueño inciden los cambios en el horario laboral, pero también el uso de dispositivos móviles (en especial, con las redes sociales) durante las horas en las que el cerebro ‘espera’ que estemos durmiendo de sueño”, destaca Cordero. “Y nuestros estudios muestran que la gente tiende a comer más durante las horas de vigilia”, cuenta Naima Covassin, investigadora en medicina cardiovascular de Mayo Clinic, de Minnesota, Estados Unidos. Los estudios a los que hace referencia, publicados en la revista del Colegio Americano de Cardiología, muestran que hasta en personas jóvenes, sanas y relativamente delgadas, dormir poco se relaciona con mayor ingesta calórica.

“También se vincula con un ligero aumento de peso, pero con un incremento considerable de la grasa acumulada dentro del vientre”, comenta Virend Somers, investigador principal del estudio. Concretamente, provocó el aumento del 9 % de la grasa abdominal y del 11 % en la grasa visceral.

“Por lo general, la grasa se acumula bajo la piel; pero cuando el sueño no es adecuado, tiene a asentarse alrededor de las visceral, y esa es más peligrosa”, agrega Somers. Y Covassin destaca: “la acumulación de grasa visceral se detectó mediante tomografía computarizada; de otra manera, se habría pasado por alto, especialmente porque el aumento de peso fue modesto”.

La forma importa

“Ese es un dato importante, porque las mediciones del peso por sí solas pueden tranquilizar falsamente”, advierte Cordero.

“En relación con la obesidad, no sólo es importante la magnitud, sino también la localización de la grasa; porque en función de cómo se distribuye en el cuerpo va a implicar un mayor compromiso desde el punto de vista metabólico”, añade, y resalta la diferencia entre la distribución que sigue la forma de pera (conocida como ginoide) y la que toma aspecto de manzana (androide).

“La primera, es decir la acumulación de tejido graso alrededor de las caderas, tiene en el origen el sentido de reserva, y tiene que ver con funciones como reproducción y lactancia -explica-. La segunda generalmente hace referencia a la grasa que se deposita en el compartimento abdóminovisceral”.

“Este tipo de depósito de tejido graso es más inestable: hay mayor circulación de ácidos grasos libres y de compuestos proinflamatorios, que aumentan el riesgo de padecer alteraciones en los lípidos de la sangre, hipertensión arterial, resistencia a la insulina e hiperglucemia, síntomas relacionados con el sobrepeso y la obesidad, pero que además pueden convertirse en enfermedades no transmisibles como diabetes, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer”, advierte.

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