La política metió la cola en los actos protocolares de Tucumán por el 212° aniversario de la Revolución de Mayo. La institucionalidad que ameritaba la celebración patria se terminó diluyendo en el cierre del Tedeum y provocó el recrudecimiento del enfrentamiento político entre la Casa de Gobierno y la Municipalidad. Los cruces se vienen profundizando desde inicios de año a modo de enviar señales hacia adentro, a pesar de que en lo discursivo ambos líderes convocan a cerrar la grieta para atender los problemas reales de la gente.
El disparador fue algo que (no) sucedió dentro de la Catedral. El gobernador interino Osvaldo Jaldo ingresó al templo junto a su esposa, Ana María Grillo, y fue directamente a ubicarse en los asientos especiales que se les asignaron frente al altar. Aparentemente, no se percataron de que en la primera fila de bancos aguardaban su llegada de pie el intendente Germán Alfaro y su esposa, la senadora Beatriz Ávila, de un lado del pasillo; y del otro, el presidente de la Corte Suprema, Daniel Leiva, y los vocales Antonio Estofán, Eleonora Rodríguez Campos y Claudia Sbdar. Vale acotar que tampoco se vio un intento de saludo físico o verbal de parte de los mencionados.
Tampoco de salida
Luego brindar su mensaje a las máximas autoridades de los tres Poderes del Estado (ver aparte), el obispo auxiliar de Tucumán, monseñor Roberto Ferrari se acercó a saludar a los funcionarios, acompañado de los líderes de otros credos. Y al abandonar el templo, tampoco hubo saludo entre Jaldo y Alfaro. A diferencia de la primera escena, esta vez el intendente dialogaba con el jefe del Ejército, Luis Tinto, de espaldas al corredor.
Apenas un pasillo los separó, pero la grieta es inmensa.
Educación y jerarquía
En las afueras de la Catedral, Alfaro se despachó contra la gestión de la Provincia, especialmente en materia de seguridad, y se refirió al “no saludo” en términos duros: “por encima del protocolo, de toda diferencia política, está la buena educación. Es suficiente con esto. Estamos atravesando la descomposición social más grande. Si nosotros, quienes decimos que representamos a la gente, no somos educados, ¿qué vamos a dejar para la otra gente?”.
En primera instancia, Jaldo trató de ser conciliador y declaró que tenía intenciones de saludar al intendente y a su esposa, pero dijo que se desencontraron. Sin embargo, tras conocer los dichos de Alfaro, subió la apuesta y lo retrucó. “La verdad es que cuando ingresé a la catedral, lo hice en base a los protocolos de la Provincia y me senté en mi lugar. En todo caso, esto es un problema menor. Lo que debería haber ocurrido es que el de menor jerarquía salude al de mayor jerarquía. A lo mejor Alfaro tiene confundidos los roles, pero el gobernador soy yo, no él”, disparó en exclusiva con LA GACETA.
Dardos políticos
Los dichos del jefe de Gobierno capitalino iniciaron una bola de nieve que creció con declaraciones del alfarista Carlos Arnedo (secretario de Servicios Públicos), quien opinó que es una bajeza que la rivalidad política trascienda lo institucional, y de Juan Pablo Durán (subsecretario de Prensa y Comunicación), quien marcó que “Tucumán necesita gobernantes republicanos, no patrones de estancia”.
El desmadre aumentó con la respuesta de Gerónimo Vargas Aignasse (jefe Regional Norte del Enohsa), que dijo que “Alfaro no tiene autoridad política para objetar la gestión de nadie” y que los barrios periféricos de la Ciudad parecen postales de Ucrania. Y se infló con la embestida de Alejandro Sangenis (concejal de Yerba Buena), que le pidió al intendente que se preocupe por los cráteres de las calles y la falta de alumbrado público fuera de las cuatro avenidas.
Punto crítico
Las tensiones entre la Provincia y la Ciudad van en escalada a medida que se reducen los tiempos para la campaña electoral de 2023. La relación entre los líderes -siempre celosa y medida- ingresó a un punto de no retorno en marzo, cuando Jaldo no respondió el pedido de audiencia de la Capital (trascendió que había desconfianza del uso político que podría tener esa foto) y durante un temporal. Allí el alfarismo endilgó a la Casa de Gobierno las culpas por el estados de los canales. Desde ese momento, que coincidió con el acercamiento entre Alfaro y Ricardo Bussi, casi media docena de dirigentes municipales “cruzaron el cerco” y se unieron a las huestes jaldistas.
Chocolate y protocolo
A primera hora de la mañana, la jornada de festejos se inició con chocolate caliente y bollo. Decenas de autoridades ejecutivas, legislativas -provinciales y nacionales-, judiciales, municipales y de las fuerzas de seguridad se mezclaron con dirigentes gremiales y el público en general.
Luego del ágape, con una plaza colmada de uniformados y estudiantes, se realizó de izamiento de la Bandera en el mástil de la plaza Independencia. Estuvo a cargo de la Agrupación 25 de Mayo de la Policía de Tucumán. Además, el Himno Nacional fue interpretado por la Banda Militar del Liceo Militar Gregorio Aráoz de La Madrid y el Coro Estable de la Provincia.