Todo lo bueno que hizo San Martín en los primeros 80 minutos casi pasan inadvertidos por los últimos 10, en los que innecesariamente pasó sofocones después de tener el partido y el resultado controlados. Es más, debería haber anotado más goles, de no ser por la mala puntería de sus delanteros y la buena actuación, en el complemento, del arquero visitante Cristian Correa.
Hasta ese momento, el equipo tucumano había mostrado alguna de sus virtudes: solidez en el fondo, buenas triangulaciones y parte de la intensidad, que había perdido en los últimos juegos. Lo importante: volvió a ganar apoyado en el libreto que pregona el entrenador Pablo De Muner desde que llegó al club.
A pesar de las limitaciones de Tristán Suárez, el “Santo” nunca resignó su ambición por atacar y, esta vez, fue más directo que en partidos anteriores.
Generó tantas ocasiones que una goleada no hubiese sido una exageración. Pero de nuevo no estuvo fino. Y eso que probaron casi todos. Pero no hubo caso. Sólo Juan Miritello, con una arremetida bien de “9”, pudo convertir.
El reencuentro con la victoria llegó justo antes de quedar libre. Lo que pase el próximo fin de semana ya no dependerá del “Santo”, que anoche cumplió y le devolvió la sonrisa a su hinchada. Ahora tendrá dos semanas para pulir esos errores que le impiden ser ese equipo temible de las primeras fechas.