Desde el retorno de la democracia, en 1983, en Argentina hubo 1.092 días en los que al menos una provincia se vio afectada por un paro docente. En ciclos lectivos que, en general, no alcanzan los 180 días de clase obligatorios, hay una pérdida promedio de 24 jornadas escolares por año en todo el país.
De acuerdo a lo publicado por el medio Infobae, los números pertenecen a un informe del gremio SEducA. El sindicato, que se suele oponer a las medidas de fuerza, contabilizó a través de noticias, observatorios municipales, provinciales y, principalmente, fuentes docentes, la cantidad de huelgas por provincia.
Según el medio porteño, en el relevamiento surgen diferencias muy amplias entre las medidas de fuerza convocadas en los distintos distritos. Por ejemplo, mientras un alumno de la Ciudad de Buenos Aires pierde, en promedio, 13 días de clase al año, un estudiante de Tucumán pierde 32, casi el triple.
Siguiendo esa línea, en los 12 años de escolaridad desde primer grado hasta el último curso de secundaria, un chico tucumano pierde 2 ciclos lectivos. En los últimos años, incluso más por la alta conflictividad entre los gremios y la gobernación.
No todas las huelgas tienen el mismo impacto. En la provincia de Buenos Aires, que tiene un promedio de 28 paros convocados por año desde 1983, se suelen sentir más que en Mendoza (18), por ejemplo, donde en el último tiempo las huelgas no afectan el normal desarrollo de la actividad escolar.
Según los cálculos, los distritos que históricamente menos paros tienen son la Ciudad de Buenos Aires (13), Misiones (14) y Formosa (17). En el otro extremo, las de mayor conflicto son Chubut (37), Tierra del Fuego (32) y Tucumán (32).
Al interior de las provincias, agregan, se dan corrimientos muy grandes. En 2018, por caso, Chubut tuvo 78 días de paro docente y Neuquén, 53. Santa Cruz sufrió en 2017 más de 100 días de huelga. Más lejos en el tiempo, en los ‘90, la movilización conocida como la “Carpa Blanca” se extendió durante 33 meses.
A su vez, el documento señala la “ineficiencia” de las medidas de fuerza. “Los alumnos han visto trastocadas sus trayectorias escolares, sus aprendizajes fueron interrumpidos, y los docentes, lejos de obtener respuestas a las problemáticas que aquejan sus tareas en las aulas a diario han obtenido como resultado una pérdida drástica del poder adquisitivo de sus salarios, como consecuencia directa de muchas acciones entre las cuales los paros docentes han contribuido como un factor de merma en el ingreso”.