A diferencia de años anteriores, el Censo 2022 contempló, por primera vez, algunas preguntas enfocadas en la identidad de género.
“El cuestionario fue un punto a favor para la visibilización de la comunidad LGBT y una demostración práctica de que hay distintas categorías con las cuales podemos autopercibirnos”, describió Emma Simone Aguirre (26), que se identifica como una persona trans y no binaria.
Sin embargo, el hecho no debería resultarnos tan novedoso. “En 2010 diferentes organizaciones (como la Federación Argentina LGBT) ya habían trabajado en formas de contabilizar estas identidades”, aclaró Aguirre, de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (Attta).
Esta es la primera vez que participa de un censo desde que inició su transición. A sus ojos, la emoción se mezcla con la polémica debido a la forma en que se encaró el interrogante “¿cuál fue su sexo registrado al nacer?”.
Entre las opciones posibles figuraban varón, mujer y x. “No entiendo por qué figura esta última si en nuestro país los médicos nunca atribuyen una categoría no binaria o algo externo a femenino/masculino”, comentó.
Además, el licenciade en Trabajo Social enfatizó cierta confrontación con la Ley de Identidad de Género (N° 26.743). El artículo 9 alude a la confidencialidad sobre este tema.
“Solo el individuo y con una autorización especial puede decir cuál era su estado anterior. El sexo designado al nacer es un dato muy privado y que incomoda a mucha gente. Justamente transicionamos porque sentíamos malestar por la asignación que figura en nuestra acta de nacimiento”, acotó.
Además, Aguirre indicó su aspereza con el artículo 13 del mismo texto legal. “Ahí se indica que todo procedimiento o norma debe respetar el derecho a la identidad de género”, destacó.
Estos argumentos hicieron que prefiriera no realizar el censo virtual y esperar a conversar con el censista en directo.
Del otro lado
En el recorrido por 30 hogares que realizó Mariano Duclo, esta pregunta y la de “¿cómo se considera?” fueron las que mayor confusión generaron.
Las alternativas contemplaban mujer, mujer trans, varón, varón trans, no binario, otra identidad o ninguna de las anteriores.
“Se notó bastante la incomodidad de los ciudadanos mayores de 30 y entre los hombres que censé los chistes o exaltación también ilustraron ese panorama. La mayoría no comprendió el trasfondo de lo que se les consultaba”, analizó el estudiante de abogacía.
Pese a esos altibajos, considera que esta breve difusión informativa puede echar buenas raíces. “Sea por extrañeza, horror o compromiso, el tema se instaló en la conversación de los vecinos. Y esa consulta nos sirvió a nosotros para ser más empáticos con el vecino encuestado que si ocupa un lugar entre las minorías”, destacó el censista de Barrio Norte.