“En el barrio Nueva Esperanza vive gente trabajadora. No puede ser que por dos o tres manzanas podridas vivamos con miedo”, señaló M.E, una víctima del robo que habría sido perpetrado por un vecino que vive a metros de su vivienda. “Ojalá que con el tiempo se aclare todo esto”, dijo el imputado después de que una jueza le dictara la prisión preventiva por 30 días.
El 30 de abril, según la acusación, Marcos “Papi” Dionisio, ingresó al domicilio de la mujer y sustrajo dos sobres con $15.000 y una gorra de un color particular. El joven, que tendría antecedentes por delitos similares, quedó registrado por las cuatro cámaras de seguridad que hay en el lugar.
El 11 de mayo, I.H.R. dejó estacionada la camioneta en la puerta de la casa de su hermana, que vive en el barrio. Mientras conversaban, escuchó el ruido de vidrios rotos y el sonido de la alarma. Al salir para ver qué había ocurrido, descubrió que después de haber roto una de las ventanillas, le habían sustraído una campera donde tenía $10.000. Al haberse enterado quién podría haber sido el autor del robo, la mujer se presentó en la casa del sospechoso para pedir que le devuelvan las pertenencias. Un pariente de éste, después de escucharla, le entregó la campera sin el dinero que tenía.
Con todos estos elementos, los hombres de la comisaría de Marti Coll, al mando de los comisarios Eduardo Aladzame, Carlos Ruiz y Joaquín Girveaux, solicitaron autorización para allanar el domicilio y detener al sospechoso. Cuando realizaron la medida, secuestraron los monederos de la joven y la gorra de la joven víctima, y una tarjeta de crédito que estaba a nombre del otro damnificado.
La audiencia
La audiencia que se realizó en contra del imputado no duró más de 40 minutos, pero tuvo ribetes increíbles. El auxiliar Rodrigo Bilbao, por instrucciones del fiscal Diego López Ávila, que subroga a Pedro Gallo, enumeró cada una de las pruebas que habían conseguido en contra de “Papi” y solicitó que se le dictara la prisión preventiva por 30 días. La defensora oficial no se opuso a ninguno de los planteos que realizó el acusador, aunque sí pidió que la medida cautelar sea por menos tiempo.
El acusado hizo uso de la palabra. Primero se quejó porque era probable que se le cambie la defensora con el transcurso de los días y después negó su participación en los hechos. “El jueves vino la Policía y encontró esas cosas que no son mías. No sé de dónde salieron”, dijo. Y, al entender que la acusación en su contra era sólida, le pidió a la magistrada interviniente: “le pido que tenga en cuenta que soy el único sostén de mi familia. Si me encierran, mis cuatro hijos no tendrán qué comer”. Dionisio dijo que consumía marihuana y que estaba medicado por las convulsiones que sufre, secuela que le quedó luego de haber sufrido un accidente.
Luego le tocó el turno a la víctima. “Tengo miedo y en el barrio todos tenemos miedo. Este chico siempre lo vemos caminando con un cuchillo o con una pistola en la calle”, explicó M.E. (su nombre se mantiene en reserva por expreso pedido) participó de la audiencia con la cámara apagada por temor. “En mi casa tengo cuatro cámaras de seguridad, tapias de tres metros de altura y con alambres de púas y enrejada entera. Cada vez que mi hija va al almacén, debo vigilarla porque tengo miedo que le roben las monedas que lleva. No puede ser que viva como prisionera y que él ande por la vida como si nada. Tengo temor y solicitó protección porque vive a metros de mi casa”, solicitó.
Después de haber escuchado a todas las partes, la jueza Carmen Rosa López le dictó la prisión preventiva por 30 días a Dionisio y le pidió al MPF que, después de que terminara con la medida cautelar, tuviera en cuenta el reclamo de protección realizado por una de las víctimas.
Apoyo vecinal
“Ahora estaremos tranquilos por lo menos 30 días”, explicó Gustavo Jiménez, otro vecino del barrio Nueva Esperanza. “Estamos cansados de este y otro chico. La Policía los detiene y al poco tiempo, vuelven a salir y a cometer robos chicos. Evidentemente tiene severos problemas de adicción porque se drogan a cualquier hora en la placita del vecindario”, agregó.
“Papi” no es desconocido para los tucumanos. Fue el joven que quedó grabado destruyendo una de las cámaras de seguridad que instaló la municipalidad de Yerba Buena para, justamente, tratar de hacer prevención en una zona roja de esa ciudad. “Hay otro chico que también tiene los mismos problemas. Le dicen ‘Pablito’ y vive con problemas legales”, añadió Jiménez. Las autoridades policiales confirmaron esa versión.
“La verdad es que felicito a las dos víctimas por su valentía. No es fácil denunciar a un vecino que anda robando. Pero es la única manera que tenemos de vivir tranquilos. Ojalá que reciba una condena ejemplificadora para que se dé cuenta del daño que está generando en el barrio”, finalizó María del Carmen Ramírez.