Rusia se retiró en 2006 del tratado de la Corte Penal Internacional

Rusia se retiró en 2006 del tratado de la Corte Penal Internacional

16 Mayo 2022

Carlos Duguech

Columnista invitado

En los medios la expresión que más ocupa espacios y referencias es “crimen de guerra”, cuando el asunto es la guerra entre Rusia y Ucrania. Y el destinatario del calificativo de “criminal de guerra” no es otro que Vladimir Putin, que durante cinco años fue primer ministro de Rusia y lleva acumulados 18 años como presidente. Infinidad de denuncias en ese sentido desde muchos sectores de la comunidad internacional, tanto de entidades no gubernamentales como de los propios gobiernos de distintas naciones. Hasta el mismísimo presidente Joe Biden de Estados Unidos lo calificó en los primeros tiempos de la invasión a Ucrania como criminal de guerra. Se destacan dos características de esta conflagración que la distinguen de aquellas acciones de las guerras mundiales del siglo XX : sólo participan en la contienda directa dos países y sólo en uno de ellos (el invadido) hay acciones guerreras. La Rusia de Putin inició una guerra de conquista. Se evidencia en el accionar de las fuerzas rusas en territorio ucraniano y en las expresiones reiteradas de Putin sobre su accionar guerrero. Y que ninguna metralla ucraniana halla destino en suelo ruso.

En este primer cuarto del Siglo XXI cuesta acostumbrarse a la idea de que la URSS se clausuró como experimento sociocultural y político del siglo XX. En un comentario para LA GACETA Literaria del día 30/07/2010 del libro “Rusia: de Lenin a Putin” por los compiladores Jean Radvanyi y Dominique Vidal para “Le Monde diplomatic-Madrid”, escribí en el cierre -luego de citar la “Perestroika”(reorganización) y la “Glasnost”(transparencia” gestados por Gorbachov- lo siguiente: “Lo que no podrá entenderse cómo luego, con Yeltsin y Putin, la caída del régimen generó desde sus entrañas una clase poderosa, económicamente. El mayor enigma de este experimento social”. Y en ese contexto nuevo, desde la desarticulación de la URSS en 1991, se mueve a sus anchas Putin reciclando en su política interna un cuasi estalinismo y en la externa una competencia -esta vez de igual a igual- entre el capitalismo occidental y el que se adueñó de la economía del país euroasiático, el más grande del mundo, con sus más de 17 millones de Km2.

Reinan las “fake news”

Son los “cuervos” de un periodismo que se apresta a desinformar deliberadamente y a orientar con ello la visión de la realidad a través de los sucios cristales que anteponen sobre la realidad. No obstante ello, la prensa confiable por tradición muestra los signos de la realidad crudamente. Y así se constituye un estado de información confiable que a todas luces configura un escenario en el que se percibe el accionar criminal contra la población civil de Ucrania. No obstante ello, lejos está Putin de ser juzgado efectivamente y sometido a una detención para comparecer ante los jueces de la CPI. Habiéndose retirado Rusia (que sólo firmó el Protocolo de Roma y nunca lo ratificó) no puede ser obligado como país a cumplir con la obligación de trasladar a La Haya, sede de la CPI al imputado, nacional de su país. Esto es así por la CPI, por sus normas constitutivas (El Estatuto de Roma, conformado en julio de 1998) no puede juzgar en ausencia). Recién en abril de 2002 entró en vigencia para los estados parte cumplido el número de sesenta ratificaciones establecido para ello.

Vale tener presente los casos para los que se ha fijado la competencia originaria de la CPI. Son cuatro los tipos de crímenes que le corresponde considerar: genocidio, lesa humanidad, guerra y agresión. La Corte asume la competencia establecida en el Estatuto de Roma ante denuncias que provengan de los estados partes o del Consejo de Seguridad de la ONU y las que el propio fiscal del tribunal formule. Los tiempos necesarios para implementar el proceso de investigación son, por lo general, más extensos que las expectativas de los denunciantes tienen. Se indaga a testigos procediendo a la toma de conocimiento de hechos y testimonios de quienes pueden aportar pruebas de cualquier naturaleza, necesarias para fortalecer el proceso investigativo.

El eventual juzgamiento de Putin por la CPI: Será poco menos que imposible. Las imputaciones de una variedad de crímenes previstos en el Estatuto de Roma que la da sustento al CPI sólo pueden hacerse si el imputado fuese ciudadano de un estado que sí es parte. Rusia no lo es, desde 2006. Podrá ser detenido si el proceso llega hasta esa instancia como necesario para trasladarlo a La Haya, sede de la Corte, si se encontrara transitoriamente en un estado parte. De todos modos la CPI iniciará, seguramente, su labor desplazando investigadores que colectaran pruebas y testimonios. A la vista de esta realidad es casi ilusorio que Putin resulte juzgado y condenado, no por su “inocencia”, sino por la imposibilidad material de iniciarle el proceso acusatorio y el juicio derivado de ello. Por lo general los países que no ratificaron el Estatuto de Roma se sienten más libres de actuar como estiman necesario sin esa vigilancia de la CPI. Entre ellos se destacan EEUU, Rusia, Israel, India, Chile, Pakistán, Turquía.

Putin y el pueblo ruso: La ex URSS sumó más de 26 millones de muertos en la IIGM, aunque Stalin, al fin de la contienda celebrase la victoria aliada de lo que se llamó en su país “Guerra Patriótica” pidiendo homenaje a “los siete millones de muertos” de su país. Mintió, porque sabía que la “victoria” hubiera resultado amarga para sus seguidores, a los que siempre dominó desde un perverso culto a la personalidad. La verdad se supo por imperio de la glasnost, esa transparencia que procuró Gorbachov. Ese pueblo cansado de guerras aunque nostálgico de la Gran Rusia será, adelanto criterio, el que finalmente le dirá “Ya no, Sr. Putin”, ya no”. Y Putin perderá su “guerra interna”.

Bush, Blair y Aznar

Ni hace falta dar demasiados detalles. Hay que nombrarlos como el trío de criminales de guerra por las mentiras en las que basaron su guerra contra Irak (250.000 víctimas fatales). Luego de un tiempo reconocieron que se había justificado el ataque en datos no verdaderos. Nadie los juzgó. ¡Y hasta suelen andar por el mundo dando conferencias!

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